Garbatella
Madmaxista
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Pues yo creo que hay una tercera vertiente...
Aquel lonchafinista que disfruta analizando, estudiando y ejecutando un preciso plan de consumo responsable en el que cada gasto es un reto a batir mediante el uso de conocimientos técnicos, económicos y de gestión (hasta aquí el lonchafinista por gusto, no el de necesidad ya que este puede no disfrutar con el proceso). Sin embargo el de la tercera vertiente, pese a regocijarse en toda esta parafernalia de ahorro, disfruta dándose lujos en aquello que considera justo (eso si, previo análisis y estudio de precios as always).
A modo de ejemplo, un lonchafinista de la citada vertiente puede disfrutar de un fin de semana en un excelente monasterio del siglo XVIII reconvertido a Parador, sin renunciar por ello a su filosofía lonchafina. ¿Por qué? Pues porque efectivamente es un lujo, pero aprovechando una tarifa especial combinada con puntos de una tarjeta fidelización de aerolínea aérea, sale más barato de lo que uno puede pensar.
Otro ejemplo sería cenar en un restaurante con estrella michelin. Lo que aparentemente podría significar un sacrilegio para el lonchafinista de a piè, resulta ser una excelente velada en un afamado restaurante pagando un precio moderado. ¿Caro? ¿Barato? Hombre, pagar 25 euros por un Kebab es caro porque su materia prima es barata. Pagar 55 euros por persona por un menú que incluye materia prima de primera calidad y productos de gourmet así como un vino delicioso, no lo es.
Y así con infinidad de cosas como pase de temporada en el teatro aprovechando last minute offers, compra de productos gourmet con páginas de couponing, etc, etc...
Aquel lonchafinista que disfruta analizando, estudiando y ejecutando un preciso plan de consumo responsable en el que cada gasto es un reto a batir mediante el uso de conocimientos técnicos, económicos y de gestión (hasta aquí el lonchafinista por gusto, no el de necesidad ya que este puede no disfrutar con el proceso). Sin embargo el de la tercera vertiente, pese a regocijarse en toda esta parafernalia de ahorro, disfruta dándose lujos en aquello que considera justo (eso si, previo análisis y estudio de precios as always).
A modo de ejemplo, un lonchafinista de la citada vertiente puede disfrutar de un fin de semana en un excelente monasterio del siglo XVIII reconvertido a Parador, sin renunciar por ello a su filosofía lonchafina. ¿Por qué? Pues porque efectivamente es un lujo, pero aprovechando una tarifa especial combinada con puntos de una tarjeta fidelización de aerolínea aérea, sale más barato de lo que uno puede pensar.
Otro ejemplo sería cenar en un restaurante con estrella michelin. Lo que aparentemente podría significar un sacrilegio para el lonchafinista de a piè, resulta ser una excelente velada en un afamado restaurante pagando un precio moderado. ¿Caro? ¿Barato? Hombre, pagar 25 euros por un Kebab es caro porque su materia prima es barata. Pagar 55 euros por persona por un menú que incluye materia prima de primera calidad y productos de gourmet así como un vino delicioso, no lo es.
Y así con infinidad de cosas como pase de temporada en el teatro aprovechando last minute offers, compra de productos gourmet con páginas de couponing, etc, etc...