Discrepo en parte. Pero discrepo.
Hay dos tipos de "lista de la compra". En uno, la mujer (o el hombre) mete en el carrito caviar beluga, salmón de noruega, lo más caro y lo mejor. Seguramente no sabe el valor de lo que compra (porque cree que la vida se lo debe) o sabiéndolo, cree que lo merece (porque ella/él lo vale). Con toda seguridad cuando llegue a casa no sabrá apreciar el caviar y lo comerá a cucharadas, sin apreciarlo. O el salmón se le pasará por no saber conservarlo. Y el resto del tiempo pasará hambre y sed.
La otra lista de la compra la hacen los hombres y mujeres que saben lo que quieren y lo que necesitan, lo que están dispuestos a pagar y lo mínimo con lo que pueden contentarse. Ya han tenido la experiencia de llenar la nevera, conocen sus gustos y sus apetitos y saben planificar para hoy y para mañana. Miran que la leche y los zumos tengan una vida larga, aprovechan las ofertas y si después de todo lo imprescindible tienen el gusto de un capricho se tientan la cartera para ver si pueden permitírselo. Porque en esta vida todo se paga, en besos, en dinero o en renuncias.
Hacer una "lista de la compra" no es ser cerebral ni dejar de lado el elemento "sorpresa". Es conocerse, saber lo que se quiere y lo que se está dispuesto a dar, saber lo que te funciona y lo que nunca resultaría. Claro que el amor tiene una parte de "locura", pero si esa "locura" no se deja madurar, al final lo único que tenemos es un instinto poderoso, que hace que a nivel animal las cosas funcionen, pero que no hacen ir más allá ni en el tiempo ni en los sentimientos. La química es estupenda y debe darse, porque si no todo es aburrido y plano. Pero no olvidemos que a la naturaleza le basta unos meses (y una gastroenteritis :XX: :XX: :XX: ) para conseguir lo que quiere, que es perpetuarse. Si lo que que queremos es algo más que unos meses de locura y pasión, está bien saber nuestros límites por arriba y por abajo. Así, siempre podemos después dejarnos llevar por la pasión y el romance, sabiendo que al menos, las noches de dentro de veinte años no serán tan frías ni miraremos al otro diciendo "¿y qué me gustó de él/ella?. Porque cuando hay gustos comunes, y te atrae tu pareja más allá del físico o del momento, es fácil encontrar un terreno común. Y más tarde, si se pierde la mágia, siempre puede haber una caricia en un momento que la despierte de nuevo...