Por lo general (hay muchas excepciones, se me ocurre Cannae) la mayor parte de los muertos en una batalla no eran en la batalla sino después de ella, cuando el bando derrotado había perdido la organización y se estaba dispersando. Era entonces cuando la caballería entraba a acosar a los que huían y había un sálvese el que pueda.
Lo que preguntas de los hachazos por la espalda seguro que pasaba pero en las primeras fases de la batalla se procuraba mantener la formación. Es decir, todos los que estaban detrás de ti eran de los tuyos.
Digamos que las batallas solían ser así:
En vez de las que se suelen ver en las pelis modernas (no he encontrado un video que me convenciera) de mucha gente dispersa, cada uno enzarzado con un rival. Eso tal vez pasaba en guerras muy concretas, como la de Troya como la cuenta Homero, porque estaban ritualizadas y había una especie de sistema de justas. Un príncipe esperaba enfrentarse a un príncipe.
Luego, códigos, no, pero las costumbres de cada época daban lugar a adecuados sobreentendidos. En la Edad Media cristiana un caballero o un guerrero con atavíos de calidad podía esperar que sus captores respetaran su vida a cambio de un rescate. Un soldado raso no tenía ninguna posibilidad. De lo que los romanos escribieron de galos y germanos se deduce que estos pueblos, en sus batallas internas, también tenían sistemas de rehenes e intercambio de prisioneros. La coordinación de estos procesos la llevaban organizaciones religiosas intertribales, igual que los frailes en tiempos de Cervantes hacían de enlace en los rescates de los cautivos.
En la Edad Media islámica y en la Antigüedad pre-clásica (Egipto, Sumer) en cambio los combatientes comunes podían esperar ser hechos prisioneros porque uno de los botines de la batalla eran los esclavos. Pero era una lotería.