HaCHa
Rojo cabrón, en tu ojo ciego es leyenda
Yo es que veo a diario operaciones de todo tipo. Y los peores, los que no han podido siquiera aprovechar el tiempo.
Muy cierto. A mí el otro día me tocó coger de la mano a una yaya mientras palmaba maldiciendo "por no haber amado más".
De poner su piel a ciento veinte por la autovía no me habló. Lo mismo que de saltar en paracaídas o alguna otra estupidez salvajemente irresponsable.
Y es que hay mil formas de palmar y mil formas de sentirse vivo, pero no todas son propias de simples.