Su gran "amigo", Miguel de Unamuno.
Miguel de Unamuno Jugo :: Auñamendi Entziklopedia :: Euskomedia
Unamuno viajó a Madrid a estudiar Filosofía y Letras, y finalizó sus estudios en 1883, cuando sólo contaba 21 años. Parece ser que al principio no acababa de encontrarse a gusto en el ambiente universitario, pero otros espacios hallados en la capital española (como el del Ateneo, por ejemplo) lo satisficieron y optó por quedarse en Madrid, introduciéndose, además, en el ambiente intelectual del lugar.
En 1884 presentó su tesis doctoral:
Crítica sobre el origen y la prehistoria de la raza vasca.
En dicho trabajo ya aparecen algunas ideas polémicas que más tarde defendió el bilbaíno, entre las que cabe mencionar que el
euskera y la modernidad no eran compatibles. A pesar de ello, algunos artículos (como "Agur, arbola bedeinkatube", aparecido en la revista Euskal-Erria en 1888) de la época muestran que
Unamuno guardaba aprecio al euskera como lengua.
En 1888,
cuando la Diputación de Bizkaia creó la Cátedra de Lengua Vasca de Bilbao, optaron a ella Unamuno, Sabino Arana y Resurreción Mª Azkue, y fue el tercero quien la consiguió. Según Sabino Arana, la adjudicación se debió al «
Diputado Larrazabal, amigo de Azkue y amigo de mi difunto padre, (que) me escribió suplicándome retirara la solicitud, para que el nombramiento recayera en Azkue».
En 1891, las inquietudes políticas de Unamuno eran grandes, y consecuencia de ello fueron los
debates que mantuvo con el nacionalista Sabino Arana.
Unamuno se afilió a la Agrupación Socialista de Bilbao y comenzó a colaborar con la revista Lucha de clases. Tres años más tarde, sin embargo,
optó por abandonar la organización socialista. Suele decirse, además, que aquel 1897 fue el año en que culminó la crisis religiosa del bilbaíno.
En 1901 fue nombrado rector de la Universidad de Salamanca. En ese mismo año los Juegos Florales se organizaron en Bilbao. Unamuno realizó
una polémica exposición en la que l
lamó a los vascos a quedar bajo dominio español sin reivindicaciones nacionalistas. Por lo que
al euskera respecta, el bilbaíno defendió que
se trataba de una lengua que había que dejar morir (dedicándole un merecido funeral, eso sí) porque
no era compatible con la modernidad. Según el pensador bilbaíno, el
único atractivo que la lengua vasca podía tener era el
interés científico:
"¿Y el vascuence? ¡Hermoso monumento de estudio! ¡Venerable reliquia! ¡Noble ejecutoria! Enterrémosle santamente, con dignos funerales, embalsamado en ciencia; leguemos a los estudios tan interesante reliquia."
Las declaraciones de Unamuno
levantaron ampollas en el entorno nacionalista vasco, pero el bilbaíno logró numerosos seguidores en España, entre lo que se encontraba a
Pío Baroja, aunque el donostiarra no convenía en el asunto de la desaparición de la lengua vasca.
A inicios del siglo XX Unamuno se mostró cada vez
más crítico con la monarquía española: comenzó a lanzar duras críticas contra el rey y el sistema monárquico en sus conferencias públicas y en los artículos publicados. Alguno de dichos
artículos le provocó
varios problemas. En 1914
el gobierno decidió apartarlo del puesto de rector por motivos políticos.
Sin embargo, Unamuno era bien estimado entre la mayoría de sus compañeros, y en 1920 fue elegido decano de la Facultad de Filosofía y Letras por ellos. En aquella misma década fue
condenado por injurias al rey, pero no llegó a cumplir la condena impuesta. En 1921 Unamuno fue nombrado vicerrector de la Universidad de Salamanca.
En 1923,
en el mismo instante en que Primo de Rivera estableció su régimen, Unamuno se mostró enormemente crítico con él, convirtiéndose en
uno de los mayores enemigos públicos del dictador.
Con pocas excepciones (una de ellas fue rechazar la posibilidad de crear una universidad vasca), el bilbaíno se mostró contrario a todas las decisiones tomadas por Primo de Rivera, y criticó, asimismo, a los ejecutores de las órdenes del dictador.
Como consecuencia de ello,
las autoridades de Madrid lo expulsaron de la universidad y lo enviaron a Fuerteventura en 1924. El castigo le fue conmutado aquel mismo año, pero Unamuno
ya había decidido abandonar España. Vivió en París y en Hendaia. Precisamente hallándose en Hendaia entre 1925 y 1926, logró ver algunas de sus obras publicadas en francés. Finalmente,
Unamuno regresó a Salamanca tras finalizar el régimen de Primo de Rivera.
La década de los años 30 tuvo grandes altibajos para Unamuno. En
1931 fue
candidato republicano socialista en Salamanca, y fue elegido concejal. Por aquel entonces el bilbaíno participó en numerosos actos y conferencias en
pro de la república. También comenzó a
escribir en la revista vasca Frente. El 14 de abril de 1931 el propio Unamuno declaró la república en Salamanca, y los republicanos lo nombraron,
nuevamente, rector de la Universidad de Salamanca.
Unamuno fue
candidato a las Cortes Generales de Madrid a modo de independiente, ya que no se fiaba demasiado de los partidos políticos. Fue nombrado diputado gracias a los socialistas salmantinos, pero parece que no se encontró a gusto con la actividad del gobierno republicano.
Fruto de dicho desengaño comenzó a alejarse de la política y actividad de Manuel Azaña, y en 1933 optó por no volver a presentarse. Un año después se jubiló de su puesto de profesor, y además de ser nombrado
rector vitalicio en la universidad, se creó la Cátedra Miguel de Unamuno.
Siendo ya contrario a la república, cuando el
general Franco se alzó en julio de 1936 Unamuno se mostró partidario de los franquistas. El bilbaíno creía que los franquistas se proponían desbancar la república
para establecer un régimen serio, y llegó a
aceptar el puesto de concejal que le ofrecieron los franquistas en Salamanca. En el mismo 1936 envió numerosas
cartas a pensadores europeos para que se adhirieran a los alzados.
A pesar de todo lo anterior, parece ser que
la satisfacción pronto se convirtió en desilusión y arrepentimiento. Las consecuencias de la cruenta Guerra Civil surgida tras el levantamiento de Franco resultaban realmente devastadoras y fueron varios los amigos de Unamuno que sufrieron las consecuencias
en primera persona. El bilbaíno conoció fusilamientos, torturas, encarcelamientos y similares en su entorno,
hechos que hicieron que cambiara de opinión drásticamente.
En 1936 Unamuno fue el encargado de dar la
conferencia de inicio del año lectivo de la Universidad de Salamanca, y s
e mostró enormemente arrepentido en público. Fue una exposición realmente estrepitosa, ya que los partidarios de Franco eran mayoría en la sala.
Un profesor tachó a Euskal Herria y Catalunya de "cánceres de España", y Unamuno le respondió que él mismo era bilbaíno y que el obispo había nacido en Barcelona.
La respuesta de Unamuno, sin embargo, no consiguió acallar el murmullo levantado entre la gente, y el general franquista Millán Astray reafirmó lo anteriormente dicho por el profesor franquista. Añadió, además, que Euskal Herria y Catalunya debían ser desmantelados.
Junto a lo anterior, se escucharon gritos en contra de los "intelectuales traidores" y de la inteligencia, así como gritos del estilo de "¡España: una, grande y libre!" y "¡Viva la fin!". Unamunó se levantó para contestar a dichas reivindicaciones, y formuló
una de sus frases más famosas: "
Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha".
Frente a la respuesta de Unamuno, los gritos de los exaltados se multiplicaron y algunos soldados llegaron a desenfundar sus armas, por lo que la mujer de Franco, Carmen Polo, optó por agarrar al pensador bilbaíno para ayudarle a abandonar la sala sin males mayores.
Aquel mismo año Franco destituyó a Unamuno del puesto de rector.
El nuevamente ex-rector bilbaíno pasó sus últimas semanas, apesadumbrado y recluido en su casa. Sus amigos solían visitarlo y precisamente hallándose reunido con algunos amigos en su casa, el 31 de diciembre de 1936, Unamuno falleció repentinamente.
Ensayos: La filosofía de Unamuno
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