Tengo este libro:
Spanish Civil War Tanks - Osprey Publishing
Explica que la incompetencia en ambos bandos usando tanques (aún modernos y buenos como los que mandaron los soviéticos) era tal (apenas se sabía guiarlos más o menos) que en la GCE no se aprendió absolutamente nada sobre uso de tanques, más allá de saber que las tanquetas no tenían nada que hacer o que los tanques era muy vulnerables en zonas urbanas sin infantería amiga protegiéndolos.
Zaloga es un experto en lo suyo pero sobre España y las peculiares condiciones de la Guerra Civil poco puede opinar porque dudo que haya ido a las fuentes originales españolas, pero el libro sólo lo he hojeado. En sus conclusiones no hace más que seguir a Guderian, que acertadamente en su libro
Achtung! Panzer! llegaba a la conclusión de que los combates en España eran de demasiada poca entidad para sacar conclusiones.
No hubo incompetencia en el uso de los carros, más allá de los problemas de aprender a usar un arma nueva. El principal problema fue la cooperación entre carros e infantería.
Los rusos sí que sacaron una lección valiosa, que la artillería anticarro era eficaz, como se vio en Fuentes de Ebro, y que el concepto de carro rápido ligero era erróneo.
La GCE fue como las guerras africanas, donde no hay maniobras de ningún tipo sino sólo neցros pegando tiros.
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Es fascinante como Francia fue conquistada en 46 días, mientras que la guerra de españa duró casi 3 añazos.
Por Dios, los disparates que hay que oír. La Guerra Civil Española por terreno, duración y fuerzas enfrentadas es comparable a la campaña de Italia en la SGM.
Fue un conflicto de tras*ición entre las dos guerras mundiales. Si duró tres años fue porque básicamente la tecnología y las tácticas eran las de la Primera Guerra Mundial, con una artillería muy inferior que se compensaba un poco por una aviación más desarrollada que se usaba como artillería volante.
Ante la falta de artillería y medios blindados, cualquier ofensiva tarde o temprano se veía detenida en cuanto el defensor establecía una defensa sólida, si el frente se estabilizaba y fortificaba ya no había forma de moverlo.
La primera fase de la guerra desde el Alzamiento hasta la toma de Madrid fue una guerra de maniobras. Los nacionales en vez de ir derechos a Madrid por el paso de Despeñaperros, flanquearon la posición roja por Extremadura. Eso es maniobra, la aproximación indirecta que tanto propugnaba Liddell Hart.
Con los demás frentes estabilizados, ante el fracaso en el asalto a Madrid, los nacionales desistieron del ataque frontal y volvieron a intentar cercar la ciudad por la maniobra, quedando en tablas las batallas del Jarama y Guadalajara, porque la densidad de tropas en torno a Madrid era tan grande que los gente de izquierdas contaban con reservas para detener cualquier ofensiva.
Entonces los nacionales desisten de una victoria rápida, y deciden liquidar el Frente Norte con el objetivo de conseguir los recursos materiales y humanos para un ejército de masas y una guerra larga. Aisladas de la frontera francesa y con el dominio del mar por la marina nacional, Asturias, Cantabria y Vasconia eran bolsas que acabarían cayendo. Los gente de izquierdas contaban que dado el terreno montañoso, con el frente sostenido en las cumbres, podían resistir indefinidamente, las batallas en los Alpes durante la Primera Guerra Mundial dan una indicación de la ventaja que tiene la defensa en ese terreno. No contaban con el progreso de la aviación, usando tanto los bombarderos como artillería pesada, y los aviones de asalto para el apoyo aéreo cercano, los nacionales pudieron romper el frente pese a sus carencias de artillería y otro tupo.
Fracasadas las ofensivas rojas en Brunete y Belchite, que sólo retrasaron la caída del Norte, los nacionales se concentraron sus fuerzas en Guadalajara para una ofensiva de invierno para cercar Madrid, ahora con paridad de fuerzas, pero la ofensiva roja en Teruel fue un ataque preventivo que obligó a los nacionales a contraatacar, y luego, aprovechando que ya se había desplazado la masa de maniobra, atacar para cortar la zona roja en dos por su punto más vulnerable.
Ese fue el error estratégico de los gente de izquierdas, pensar que después de haber taponado la ruptura, como en las otras ofensivas, los nacionales se irían a otra parte.
La ofensiva de Alfambra, o segunda batalla de Teruel es un ejemplo clásico de la idea que pregunta el autor de un hilo: una batalla de ruptura seguida de una veloz explotación del éxito, logrando no sólo resultados tácticos, si no estratégicos.
Decir que la GCE fue una "merienda de neցros" es no tener ni fruta idea. :bla:
A mí me produce admiración la habilidad con que a pesar de la carencia de material de guerra, los nacionales maniobraron y concentraron toda la potencia de fuego disponible, tanto en cañones como aviones, para lograr la densidad suficiente para lograr una ruptura. En Alfambra, los medios empleados son ridículos si se comparan con los de las guerras mundiales, un par de cientos de cañones en vez de miles, pero se logra una densidad semejante de un cañón por cada 10 metros de frente en el punto de ruptura, aparte del efecto de aplastamiento de los bombardeos de alfombra de la aviación, que lograban efectos similares a los de las "Fortalezas volantes" en Normandía. En Brunete por ejemplo, el 25 de Julio un bombardeo aéreo concentrado hizo trizas a la última reserva roja que se preparaba para contraatacar, poniendo fin a la batalla, caía una bomba de aviación de doscientos kilos con veinte metros de separación.
Pero es en la explotación del éxito de Alfambra cuando se produce una verdadera guerra relámpago. Los nacionales con infantería montada en camiones y caballería, que se empleó como masa de maniobra para completar el cerco, avanzaron a una velocidad comparable a a las de las divisiones acorazadas de la Segunda Guerra Mundial, sin esperar a la artillería y empleando la aviación para batir resistencias , y no pararon hasta llegar al mar. Los críticos extranjeros, acostumbrados a las matanzas de la Gran Guerra y los avances de unos pocos kilómetros, que habían sido también la norma durante las batallas por Madrid , en Brunete y Belchite, se quedaron asombrados de la explotación del éxito en la batalla de Aragón.
Para responder a la pregunta, sí se podía llevar a cabo una guerra de movimiento, pero no antes de 1938. Os recuerdo que el bando nacional empieza la guerra disperso en varios focos de rebelión, y en inferioridad numérica y era necesario la consolidación, previa a otras maniobras. Era necesario levantar un ejército de masas y para eso era imprescindible la toma del Norte. Sólo a partir de entonces el ejército nacional tiene igualdad de fuerzas para proceder con seguridad a la conquista del resto de España, hasta entonces los nacionales se lo habían jugado a apuestas muy arriesgadas, dejando fuerzas mínimas en los frentes estáticos para conseguir concentrar una superioridad local en los frentes activos.
La guerra no fue corta ni larga. Duró lo que tenía que durar dados los medios materiales, el equilibrio de fuerzas enfrentadas y el terreno. No hubo posibilidad real de un pronto fin a la guerra, ni una opción estratégica que hubiera acortado la guerra. Eso sí, podría haber acabado antes si el bando rojo se hubiera rendido después de la caída del Norte, pero los crímenes cometidos hacían imposible una capitulación pactada, y no quedaba más salida que prolongar una guerra ya perdida esperando que estallara la guerra europea y una intervención extranjera en su favor.