A mí me ha pasado todo lo contrario, justo lo estaba comentando en otro hilo.
Ver cómo es en realidad la mayoría de la gente que nos rodea me ha quitado una losa de encima. Desde mi más tierna infancia recibí una educación cristiana en la que era terrible faltar el respeto al prójimo, por eso vivía como pisando bemoles cada vez que tenía que tratar con cualquier persona.
Pero ya no. Gracias a estos últimos años me he dado cuenta de que no estamos rodeados de nuestros prójimos, sino de guano que merece ser tratada mal y que parece agradecértelo cuando les pisas el cuello. La esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha sido la mejor terapia que podía recibir.
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