Vivo prácticamente en medio del campo, y los mayores peligros que enfrento son cuando paseo con mi cuadrúpedo, básicamente por perros que pueda haber sueltos, que si el pastor alemán del típico langosto que tiene alergia a llevarlo con la fruta correa, o la bestia asesina PPP del cani de turno que va por ahí suelta, dando por ojo ciego, mientras el susodicho va escuchando reggetón con el móvil. Aunque el premio se lo llevan los petulantes que sacan el coche del chalet sin antes atar a sus mastines/dobermans/rottweilers y éstos vienen directamente hacia ti y tu perro (un setter inglés, siempre atado) ladrando enloquecidos con la noble intención de trituraros a dentelladas.
Con semejante percal, y tras un par de altercados, siempre llevo encima una navaja (para usar como último recurso) y un spray de pimienta, aparte que, como pateo varios kilómetros y en zonas apartadas, llevo un pequeño kit de supervivencia en la mochila, cantimplora, un power bank solar y un botiquín.