Peralta y los cantabros: veinte años tapando bocas

Pues porque es completamente impracticable, ni hay tanto agente del SEPRONA, ni presupuesto para vallado y vigilancia ni para ná. Ahora mismo el mayor problema del patrimonio arqueológico es que no hay pasta ni para conservar, desbrozar y evitar el desmoronamiento de lo ya excavado ni para vigilar lo que está por excavar. Imagínese un yacimiento del Bronce en un cerro a tomar por saco, ¿lo vallamos entero?¿tenemos a dos del SEPRONA toda la noche dando vueltas al perímetro?¿se percatan ustedes de los miles de yacimientos que tenemos en España? Parece más lógico inculcar respeto por el Patrimonio entre quienes más cerca lo tienen y cuidan que ponerle una plantilla de 1000 agentes del SEPRONA a cada Consejería de Cultura para que eviten expolios.

Lamento decirle que con cerca de un 95% de paro en el sector, aún así, no son los arqueólogos los que lo compensan con "extras", sino todos esos ayalgueiros que se dedican a saquear. Me reitero en que si se quiere comentar el "desatino" de las leyes patrimoniales habrá que ver en qué aspectos concretos. El hallazgo en este país, no está penado. Lo que si lo está es cargarse lo que uno encuentra casualmente. Por poner un ejemplo:

956445_1.jpg


El descubridor de un cementerio medieval en La Válgoma (Camponaraya), Alfonso González Guerrero, deberá pagar una multa de mil euros por infringir la Ley de Patrimonio. Así lo establece la resolución del expediente sancionador incoado por la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, que considera a González Guerrero —aficionado a la arqueología y la historia que creyó haber hallado un enterramiento castreño de más de dos mil años de antigüedad— autor de una falta grave por haber excavado sin permiso de la Dirección General de Patrimonio.

La Delegación, sin embargo, ha tenido en cuenta que González Guerrero nunca actuó movido por el ánimo de lucro ni pretendía expoliar ningún yacimiento arqueológico, y que el yacimiento tiene menos valor histórico del que se pensaba para imponerle una multa que el sancionado esté en disposición de pagar. La Ley de Patrimonio de Castilla y León contempla multas de hasta 150.000 euros en caso de faltas graves como la que habría cometido el vecino de Narayola que acudió con una pala mecánica para sacar a la luz el yacimiento y se fotografió junto a una tumba abierta.

Si yo, arqueóloga, quiero ir a prospectar visualmente una zona o usar un pita para hallazgos superficiales, tengo que cursar la correspondiente solicitud, recibir permiso de la Consejería, entregar un informe así como las piezas halladas para su depósito en el Museo Arqueológico. Si usted, ciudadano, pretende hacer lo mismo sin ningún tipo de permiso ni conocimiento sobre lo que podría cargarse, entonces cualquiera diría que hay un doble baremo. ¿O es que acaso la gente que se lleva los pitas a según qué yacimientos realiza solicitud alguna o se informa previamente de si está en una Zona de Cautela Arqueológica o en un BIC?
 
Hay que darle, aunque no sea costumbre foril, la razón a Denyuri en que no es posible cercar todos los yacimientos y mucho menos destacar agentes del Seprona para que los vigile con la debida regularidad. Otra cosa es señalizarlos: un simple cartel de chapa ya informa al que lleva la "pita" --curioso modismo el de denyuri para el detector-- que si se mete ahí está cometiendo delito. Ya que hablamos de Eduardo Peralta, él se había encargado de poner esos carteles en muchos enclaves relacionados con las guerras cantabras precisamente por ese motivo: que no se pueda alegar desconocimiento. De hecho, muchos que han sido pillados "con las manos en la masa" se han librado de un puro rellenito alegando que no sabían que estaban en un yacimiento y como lo cierto es que las cartas arqueológicas son secreto de estado en muchas provincias pues el juez no tuvo más remedio que ceder y reducir mucho la pena. Con dichos carteles, que valen dos duros, se evitaría este problema sin incrementar el riesgo pues los expoliadores saben perfectamente donde están los yacimientos, aún sin consultar la carta arqueológica. En realidad es muy fácil dar con un yacimiento si uno se pone a ello y se tienen conocimientos básicos de arqueología e historia.

En cualquier caso el problema no es el aficionado que hace, de higos a brevas, alguna tropelía. Al fin y al cabo si es aficionado algo debe saber de arqueología por lo que tiende a no meter la pata. Lo malo son las bandas de delincuentes, insolventes, cuasi-marginales muchos de ellos, que se meten en los yacimientos --éstos no van a campos arados cualquiera sino al turrón, turrón-- por la noche y arrasan con todo lo que pillan. Contra éstos sólo hay dos soluciones: policia, policia y más policia (imposible por motivos económico-logísticos) o una ley de patrimonio mejor hecho, más imaginativa, que haga que sean los mismos aficionados los que controlen a la ralea que intenta camuflarse entre ellos.
 
Última edición:
Téngase en cuenta también la pasta que vale repintar las xilografías y carteles variopintos, más de un dolmen he visitado con una placa en la que en su momento se informaba sobre le yacimiento... totalmente en blanco por el sol y cubierto por hierbajos. Si las administraciones y ayuntamientos locales están totalmente en bancarrota, resulta difícil destinar X horas de limpieza y cuidado de los empleados municipales de cada término para su propio patrimonio.

No sé donde le veis tantos misterios a las Cartas Arqueológicas, son de público acceso, a lo sumo tendrás que rellenar un papelín explicando para qué lo quieres. Otra cosa es que no siempre se incluyan las coordenadas de los hallazgos, al menos no en todas las CCAA. Pero vamos, que no por más señalizar, insisto, se evita el expolio. El que se lleva el pita a según qué sitios ya sabe de sobra lo que hay y lo que busca, y como bien comenta Frank Lucas, hay mucho perfil de insolvente lumbreras que decide pillarse un pita para salir de pobre, aparte de las mafias y traficantes más profesionales (que suelen ir por encargo, pa más huevones).

Por ejemplo os podría contar del yacimiento en el que curro habitualmente, totalmente vallado y señalizado, en el que cada finde por un lado llegan a hacer botellón la muchachada del pueblo y turistas ocasionales, pese a todas las señales, deciden entrar por su cuenta el día que está cerrado al público. Hemos llegado a encontrarnos enterramientos de perro (moderno) en medio del yacimiento, o unos flipaos del geocatching que saltaron un finde y nos metieron a 1.20 del suelo una fruta caja para que la encontrase otra gente... Eso en un sitio perfectamente señalizado, vallado, y con vecinos cerca para avisarnos.

Así que, insisto, el problema no es de "falta de seguridad" sino más bien de "falta de respeto". Y para que haya respeto tiene que haber una mínima educación.
 
Volver