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La frecuencia ideal del baño es un tema histórico de debate. Con picos de interés virales, claro está. Cada vez que algún catedrático o famoso publica o suelta ante las cámaras que lo de ducharse a diario es una afrenta directa para la piel, o que ni siquiera hace falta usar desodorante, las conversaciones sobre el asunto proliferan.
Hace diez años, Estados Unidos –a golpe de publicación científica y diversos estudios–, lideró la moda de bañar a los bebés solo un día a la semana. El consumo de agua se redujo en todo el territorio norteamericano. En España, sin embargo, pocos padres parecieron dispuestos a perderse los gracejos, con los patitos de goma, de sus retoños en la bañera. Tampoco a renunciar al efecto terapéutico del agua, que los dejaba listos para caer en brazos de Morfeo con mayor facilidad. Y he aquí el quid de la cuestión. Además de con la higiene, asociamos baño o ducha con términos como relajación o tonificación y, muchas veces, el motivo de fondo para darse un segundo o tercer remojón al día radica en relajar unos músculos especialmente tensos o despabilarse antes de salir por la noche después de una jornada maratoniana.
El mundo anda dividido: por un lado, están los extremistas, que llegan a desaconsejar más de una ducha completa semanal; y por otro, los adoradores del agua y sus efectos relajantes y/o tonificantes, que piensan que con los productos adecuados, no tiene por qué haber límites. ¿Es exagerado darse más de dos duchas diarias? Probablemente, pero se hace, y en España es más común de lo que pensamos.
La generación más limpia de la historia
Según un estudio realizado por Demoscopia, de entre toda Europa, somos el país más limpio (pasamos una media de 48 horas al año en la ducha). El colectivo de los jóvenes es el que sube la media. El 50% de ellos se ducha una o más veces al día, y pasa una media de 12 minutos bajo el agua cada vez que lo hace. ¿Pero dónde está el límite entre higiene y sobrehigiene? La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado la duración de la ducha ideal en 5 minutos para conseguir un uso sostenible de agua y energía. Pero solo el 9% de los españoles sigue esta indicación. En el caso de las mujeres, el 13% se ellas sobrepasan los 20 minutos bajo el agua, y hay un 10% de españoles que se ducha dos o más veces al día. Pero más allá del ahorro energético, hay que tener en cuenta otros factores que desaconsejan el abuso de higiene.
Si usted se lava por partes (pies, axilas e ingles), no hay nada, según los expertos consultados, que obligue a la ducha completa diaria
El manto lipídico no es eterno. La barrera que recubre nuestra piel para protegerla de manera natural puede desgastarse o alterarse a consecuencia de duchas indiscriminadas y el empleo de jabones inadecuados. La capa de lípidos (moléculas orgánicas) tiene un pH ligeramente ácido, que se sitúa en torno al 5,5. Este es el número clave que impide el paso a gérmenes, bacterias, bichito y ácaros. Por eso es tan importante no alterar su acidez. Así lo señala la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), que tiene su propia lista de enfermedades relacionadas con la sobrehigiene y afirma que nuestra piel solo está preparada para recibir una ducha al día. "De lo contrario, nos exponemos a enfermedades como la dermatitis atópica, infecciones como la pitiriasis o alergias", informan.
El doctor José Carlos Moreno, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Reina Sofía de Córdoba, nos da las recomendaciones oficiales y pone un grado de sensatez en la guerra abierta al agua. “Una ducha diaria no compromete nuestro manto lipídico. El problema no está tanto en el exceso de agua como en el uso del jabón, un producto que termina disolviendo nuestra envoltura natural de defensa”, señala. ¿Están permitidas entonces las duchas refrescantes a discreción en los meses más calurosos? Sí, aunque habría que tener en cuenta factores como el lugar de procedencia del agua que fluye sobre nosotros. “En los lugares costeros, como Málaga, el agua es un potente cóctel de calcio y cal y la piel se reseca mucho”, puntualiza Moreno. "En el interior de la península, o en el Norte de España, sin embargo, el agua es más alcalina y más respetuosa con la piel", añade.
El olor es el motivo de fondo (en ocasiones, de terror) que lleva a muchas personas a realizar continuos actos de lavado. Pero hay que dejar claro, como señala el doctor, que el sudor no tiene por qué oler. “El sudor apócrino, que es el que se genera en ingles y axilas, solo huele si se une a bacterias que descomponen el aroma”. En el caso de deportistas o personas que desarrollen trabajos de esfuerzo físico, puede entenderse una segunda ducha por jornada, pero fuera de estas situaciones extremas, lo más recomendable es, como sugiere el especialista, “lavarse por partes, incidiendo en las zonas problemáticas (pies, axilas e inglés) en lugar de repetir”. Siguiendo este protocolo, no hay nada que obligue la ducha completa diaria, y no habría mayor problema en ducharse dos o tres veces por semana.
Por supuesto, si el niño le llega del parque rebozado en arena, mándelo directo a al baño (aunque sea la tercera vez del día). La edad, por cierto, puede ser un factor determinante a la hora de marcar las frecuencias: ”Con el paso del tiempo, la secreción sudoral va disminuyendo, y en el caso de los ancianos, dos duchas semanales pueden mantenerles limpios y libres de mal olor”.
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La frecuencia ideal del baño es un tema histórico de debate. Con picos de interés virales, claro está. Cada vez que algún catedrático o famoso publica o suelta ante las cámaras que lo de ducharse a diario es una afrenta directa para la piel, o que ni siquiera hace falta usar desodorante, las conversaciones sobre el asunto proliferan.
Hace diez años, Estados Unidos –a golpe de publicación científica y diversos estudios–, lideró la moda de bañar a los bebés solo un día a la semana. El consumo de agua se redujo en todo el territorio norteamericano. En España, sin embargo, pocos padres parecieron dispuestos a perderse los gracejos, con los patitos de goma, de sus retoños en la bañera. Tampoco a renunciar al efecto terapéutico del agua, que los dejaba listos para caer en brazos de Morfeo con mayor facilidad. Y he aquí el quid de la cuestión. Además de con la higiene, asociamos baño o ducha con términos como relajación o tonificación y, muchas veces, el motivo de fondo para darse un segundo o tercer remojón al día radica en relajar unos músculos especialmente tensos o despabilarse antes de salir por la noche después de una jornada maratoniana.
El mundo anda dividido: por un lado, están los extremistas, que llegan a desaconsejar más de una ducha completa semanal; y por otro, los adoradores del agua y sus efectos relajantes y/o tonificantes, que piensan que con los productos adecuados, no tiene por qué haber límites. ¿Es exagerado darse más de dos duchas diarias? Probablemente, pero se hace, y en España es más común de lo que pensamos.
La generación más limpia de la historia
Según un estudio realizado por Demoscopia, de entre toda Europa, somos el país más limpio (pasamos una media de 48 horas al año en la ducha). El colectivo de los jóvenes es el que sube la media. El 50% de ellos se ducha una o más veces al día, y pasa una media de 12 minutos bajo el agua cada vez que lo hace. ¿Pero dónde está el límite entre higiene y sobrehigiene? La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado la duración de la ducha ideal en 5 minutos para conseguir un uso sostenible de agua y energía. Pero solo el 9% de los españoles sigue esta indicación. En el caso de las mujeres, el 13% se ellas sobrepasan los 20 minutos bajo el agua, y hay un 10% de españoles que se ducha dos o más veces al día. Pero más allá del ahorro energético, hay que tener en cuenta otros factores que desaconsejan el abuso de higiene.
Si usted se lava por partes (pies, axilas e ingles), no hay nada, según los expertos consultados, que obligue a la ducha completa diaria
El manto lipídico no es eterno. La barrera que recubre nuestra piel para protegerla de manera natural puede desgastarse o alterarse a consecuencia de duchas indiscriminadas y el empleo de jabones inadecuados. La capa de lípidos (moléculas orgánicas) tiene un pH ligeramente ácido, que se sitúa en torno al 5,5. Este es el número clave que impide el paso a gérmenes, bacterias, bichito y ácaros. Por eso es tan importante no alterar su acidez. Así lo señala la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), que tiene su propia lista de enfermedades relacionadas con la sobrehigiene y afirma que nuestra piel solo está preparada para recibir una ducha al día. "De lo contrario, nos exponemos a enfermedades como la dermatitis atópica, infecciones como la pitiriasis o alergias", informan.
El doctor José Carlos Moreno, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Reina Sofía de Córdoba, nos da las recomendaciones oficiales y pone un grado de sensatez en la guerra abierta al agua. “Una ducha diaria no compromete nuestro manto lipídico. El problema no está tanto en el exceso de agua como en el uso del jabón, un producto que termina disolviendo nuestra envoltura natural de defensa”, señala. ¿Están permitidas entonces las duchas refrescantes a discreción en los meses más calurosos? Sí, aunque habría que tener en cuenta factores como el lugar de procedencia del agua que fluye sobre nosotros. “En los lugares costeros, como Málaga, el agua es un potente cóctel de calcio y cal y la piel se reseca mucho”, puntualiza Moreno. "En el interior de la península, o en el Norte de España, sin embargo, el agua es más alcalina y más respetuosa con la piel", añade.
El olor es el motivo de fondo (en ocasiones, de terror) que lleva a muchas personas a realizar continuos actos de lavado. Pero hay que dejar claro, como señala el doctor, que el sudor no tiene por qué oler. “El sudor apócrino, que es el que se genera en ingles y axilas, solo huele si se une a bacterias que descomponen el aroma”. En el caso de deportistas o personas que desarrollen trabajos de esfuerzo físico, puede entenderse una segunda ducha por jornada, pero fuera de estas situaciones extremas, lo más recomendable es, como sugiere el especialista, “lavarse por partes, incidiendo en las zonas problemáticas (pies, axilas e inglés) en lugar de repetir”. Siguiendo este protocolo, no hay nada que obligue la ducha completa diaria, y no habría mayor problema en ducharse dos o tres veces por semana.
Por supuesto, si el niño le llega del parque rebozado en arena, mándelo directo a al baño (aunque sea la tercera vez del día). La edad, por cierto, puede ser un factor determinante a la hora de marcar las frecuencias: ”Con el paso del tiempo, la secreción sudoral va disminuyendo, y en el caso de los ancianos, dos duchas semanales pueden mantenerles limpios y libres de mal olor”.