ZHU DE
PLA Unit 61398
Existe un relato en Ediciones de Cremille sobre el asunto de la pérdida de los documentos del Plan Amarillo que resultan decisivos en la operación. El 10 de enero de 1940 un oficial con todos los detalles del Plan Amarillo debe llegar a Colonia, dada la congestión ferroviaria debida a la concentración de tropas alemanas en el Oeste, acepta el ofrecimiento de un antiguo compañero de llevarlo por avión, en el tras*curso del vuelo, el avión se pierde en la niebla y termina en Bélgica sin combustible. Los dos oficiales tratan de quemar los documentos pero son descubiertos por una patrulla belga. Sospechando los belgas que los documentos que el oficial portador trata de quemar mientras su compañero trata de distraerlos, los incautan y detienen a los alemanes. Una revisión de la documentación descubre que, en efecto, se trata del Plan Amarillo, todo el plan de operaciones sobre Bélgica. Rápidamente se lo hacen llegar al Alto Mando Aliado. Aquí empiezan toda una serie de casualidades que hacen del caso un expediente X. Los Aliados en un primer momento piensan que es una trampa, no es posible tanta suerte. Después de largas vacilaciones, deciden que son auténticos y que se los toman en serio. Entretanto, en el OKH cunde el pánico, han desaparecido los planes de batalla y probablemente los tenga el enemigo ¿qué hacer? Llevan posponiendo la oleada turística desde octubre por el mal tiempo, hacer unos nuevos la pospondría aún más y el Cabo está que trina.
En ese momento Manstein mueve sus hilos y hace que desempolven su plan, un plan revolucionario, pues consiste en lanzar siete divisiones panzer a través de las Ardenas, una autentica locura para el OKH y el Alto Mando Aliado. Manstein propone lanzar un grupo de ejércitos y 3 panzer a través de Bélgica, como en el plan original, pero el golpe decisivo vendrá en las Ardenas, donde los Aliados menos se lo esperan. A regañadientes, el OKH lo acepta y se pone en marcha. Los Aliados, en cuanto ven aparecer las divisiones de Von Bock por la frontera belga, piensan que los alemanes continúan con su plan original y lanza a su reserva estratégica hacia el Canal Alberto, el plan es empantanar el avance alemán como en 1914. Entretanto las siete divisiones panzer atraviesan las Ardenas y se plantan en el Mosa, frente a ellos solo hay un bisoño ejército de reserva. Sin mayores dificultades lo superan y abren una brecha en el frente aliado, demasiado estirado en esos momentos. En el bando aliado entran en pánico y dan por perdida de antemano la batalla. Pero no está nada decidido, todo depende de la audacia de los comandantes de los ejércitos panzer, estos, Guderian y Rommel no les falta precisamente decisión, las dudas vienen más bien del OKH y del propio Hitler que teme por sus preciadas divisiones. Pero la audacia de los tanquistas no tiene límites y haciendo caso omiso a las órdenes avanzan sin preocuparse de los flancos. El ejército francés es en esos momentos un ejército de 1918, poco o nada motorizado y más dispuesto a la defensa, la jovenlandesal, muy afectada por el trauma nacional de la guerra de trincheras, no está a la altura de la de los tanquistas. Estos no tienen dificultad en plantarse el Abbeville y cerrar el Cannae.
En ese momento Manstein mueve sus hilos y hace que desempolven su plan, un plan revolucionario, pues consiste en lanzar siete divisiones panzer a través de las Ardenas, una autentica locura para el OKH y el Alto Mando Aliado. Manstein propone lanzar un grupo de ejércitos y 3 panzer a través de Bélgica, como en el plan original, pero el golpe decisivo vendrá en las Ardenas, donde los Aliados menos se lo esperan. A regañadientes, el OKH lo acepta y se pone en marcha. Los Aliados, en cuanto ven aparecer las divisiones de Von Bock por la frontera belga, piensan que los alemanes continúan con su plan original y lanza a su reserva estratégica hacia el Canal Alberto, el plan es empantanar el avance alemán como en 1914. Entretanto las siete divisiones panzer atraviesan las Ardenas y se plantan en el Mosa, frente a ellos solo hay un bisoño ejército de reserva. Sin mayores dificultades lo superan y abren una brecha en el frente aliado, demasiado estirado en esos momentos. En el bando aliado entran en pánico y dan por perdida de antemano la batalla. Pero no está nada decidido, todo depende de la audacia de los comandantes de los ejércitos panzer, estos, Guderian y Rommel no les falta precisamente decisión, las dudas vienen más bien del OKH y del propio Hitler que teme por sus preciadas divisiones. Pero la audacia de los tanquistas no tiene límites y haciendo caso omiso a las órdenes avanzan sin preocuparse de los flancos. El ejército francés es en esos momentos un ejército de 1918, poco o nada motorizado y más dispuesto a la defensa, la jovenlandesal, muy afectada por el trauma nacional de la guerra de trincheras, no está a la altura de la de los tanquistas. Estos no tienen dificultad en plantarse el Abbeville y cerrar el Cannae.