Francmasones del imperio español

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José Jiménez de Sandoval y Bellange, Francmasones del imperio español

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Coronel José Jiménez de Sandoval y Bellange. El siglo XIX español se consolida como una de las etapas de mayor convulsión geopolítica, especialmente, sus últimas décadas, los albores del siglo XX, se fraguó un malestar social por lo que en la historiografía se conocerá como “crisis del 98”.

Por Antonio J. Candado Aguado


En ella el Imperio acabará por perder las islas Filipinas, Cuba y Puerto Rico. La metrópolis peninsular veía cómo desde 1814 (final de la Guerra de Independencia Española) nuestra soberanía y presencia mundial se mermaba, una nación que se desangraba en el exterior pero que, en su interior, también tuvo que vivir un total de tres guerras civiles esparcidas entre los años 1833 a 1876 (las llamadas Guerras Carlistas).


Fruto de esta prolongada fractura, la sociedad española llega a la Guerra de Cuba (1895-1898) tras varias décadas de insurrecciones, fatigada y hastiada. Este hartazgo se manifestará en la literatura y prensa de la época en lo que se conoce como “crisis de fin de siglo”. Las noticias desde Cuba eran escasas, llegaban de forma muy esporádica y, realmente, tampoco era una de las preocupaciones de la sociedad española por lo que, salvo batallas o enclaves históricos realmente importantes, no fue un tema que copara la prensa ni los cafés de tertulia.

Coronel José Jiménez de Sandoval y Bellange; A aquellos guerrilleros que buscaban la independencia, no solo de Cuba sino también de Filipinas y la futura República Dominicana, se les llamaban mambises.

Si bien es cierto, las revoluciones rara vez nacían del seno del pueblo, sino que, venía instilada por la baja burguesía emergente o por cargos cívico-militares al frente de comandancias y capitanías, que querían una mayor cota de poder en las Provincias de Ultramar sin tener dependencias fiscales o políticas de la metrópoli. La revolución cubana no fue una excepción. Además, cabría destacar que, si tuvo un mínimo de visibilidad en la sociedad peninsular fue por el impacto que ocasionaba a nivel comercial

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Coronel José Jiménez de Sandoval y Bellange; La Guerra de Cuba fue un escenario incierto con multitud de intereses encontrados: los cubanos luchando por su proyecto nacional.

Los Estados Unidos interviniendo a favor de éstos para lograr un cambio de manos y, por último, España intentando mantener una de sus provincias y protegiendo a aquellos cubanos no independentistas. Esta atmósfera concentró en sí misma muchas pulsiones. Podía ser la última guerra del siglo XIX o la primera guerra del siglo XX.


A la luz de la historia, podemos decir que fue la primera de éstas la que prefirió la carga de caballería tradicional a la innovación y la tecnología, como pudo haber supuesto la entrada en combate del submarino Peral. En este conflicto, por supuesto, también combatieron francmasones, además, en ambos lados: encabezando la revolución cubana el ilustre José Martí cuya formación académica tuvo lugar en la Universidad de Zaragoza. En el caso del imperio español, José Jiménez de Sandoval y Bellange (1849-1921), coronel del ejército español que también estuvo en Zaragoza antes de su partida a la guerra cubana.

Coronel José Jiménez de Sandoval y Bellange; El filo de Sandoval fue uno de los que protegió el Imperio y luchó por aquellos cubanos que se sentían españoles.

Su camino en la francmasonería se comienza a datar en la logia Verdad nº 182, dependiente del Gran Oriente De España (GODE), en la que figura como comandante y con un grado 18 en el año 1883. Con posterioridad, Sandoval aparecería en un cuadro de la logia Almogávares nº 10 de Zaragoza fechado en 1890 siendo ésta dependiente del Gran Oriente Nacional de España (GONE).


En esta ocasión, a sus 46 años, su grado era 32º, su nombre simbólico “Jenofonte” y su cargo el de teniente coronel. De su estancia en Zaragoza, es importante recordar a otra figura militar con la que compartía tenidas: el coronel Francisco Jiménez Lázaro, cuyo nombre simbólico era “Hernán Cortés”.

A su llegada a Cuba, el día 15 de abril de 1895, Sandoval recibió bajo su mando tres compañías del 2º batallón Peninsular y un escuadrón de caballería del regimiento Hernán Cortés. Sandoval, al frente de unos 700 jinetes y 300 infantes, tuvo bastantes choques contra el enemigo: lo cercaban, emboscaban y atacaban por sorpresa antes de que sostuviera resistencias férreas que pudieran desembocar en contraataques al toque de “carga y degüello”.


De este modo, emplearon contra Sandoval una guerra de guerrillas, un desgaste poco significativo pero con un goteo que bajas constante. El 19 de mayo de 1895, los mambises, en pequeños núcleos de caballería, comenzaron dos o tres razia que tuvieron que repeler las fuerzas españolas.


A media mañana, ordenó detener la marcha. Por su parte, Sandoval ordenó acampar y almorzar algo ligero. Era muy posible un contacto con las fuerzas mambises, para lo que dispuso sus fuerzas en defensa circular teniendo dos defensas naturales contra caballería, un flanco en el río Contramaestre y contrario otro flanco en el bosque.

Coronel José Jiménez de Sandoval y Bellange; Entre los insurrectos se encontraba el mayor general José Martí, junto con otros revolucionarios como el mayor general Máximo Gómez, el mayor general Bartolomé Masó y el brigadier Francisco Borrero.

En apenas unas horas de combate, Gómez, Masó y Borrero intentaban diversas cargas de caballería, todas ellas repelidas exitosamente por el bregado escuadrón del regimiento Hernán Cortés que continuaba manteniendo la última línea de resistencia ante el sitio rebelde. Casi como si de un combate de la antigua Grecia se tratase, los generales de ambos bandos combatían en un frente mientras que Martí y Sandoval avocaban su destino a un enfrentamiento personal. El resultado en otros frentes hacía que el miedo y el pesimismo corrieran entre las filas de Martí como la pólvora puesto que, la caballería del Hernán Cortés, pudo cargar con toda su eficacia a campo abierto.


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Mientras tanto, Sandoval comandaba la línea de infantería que cubría el sector en el que se hallaba Martí.

El líder revolucionario ordenó una carga de caballería que muy pocos siguieron: revólver en mano a lomos de su caballo Baconao, encabezó un ataque frontal contra una zona dominada por la infantería española con una descarga de fusilería española que paró en seco el avance de los rebeldes. Sobre las 13 horas, José Martí quedaba malherido en el campo de batalla mientras el resto de rebeldes se batieron en retirada. A ojos de la historiografía militar, la carga de Martí se ha considerado poco operativa, quizás, más fruto del corazón que de la táctica y la formación militar.

La historia apenas se ha centrado en la figura del hermano Sandoval, cuya actuación se ajustó a la de un coronel en campaña que no sabía contra quién luchaba.

Por otra parte, la figura del hermano Martí fue muy importante en vida, pero, se podría decir que, tras su fin, hubo un proceso de “deificación laica” que impulsó el espíritu nacional cubano hasta el desenlace de la guerra. El asedio que sufrieron las tropas españolas no acabó con la fin de Martí.


Fueron varios los asaltos mambises que intentaron recuperar el cuerpo, aunque todos ellos repelidos con éxito. Pasaron varios días hasta que Sandoval tuvo ocasión de examinar toda la documentación de los rebeldes. Solo en ese momento se pudo certificar que quien acaudilló la carga fue Martí.


Con ocasión de la fin del líder revolucionario, el coronel Sandoval quiso pronunciar un pequeño discurso fúnebre en Santiago de Cuba y con estas sentidas palabras se despidieron estos dos hombres, dos hermanos enfrentados por la guerra, dos héroes que sirvieron a sus patrias. Dos caminos distintos, dos historias entrelazadas que comenzaron en la española ciudad de Zaragoza.


Señores: Cuando pelean hombres de hidalga condición, como nosotros, desaparecen odios y rencores.


Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos debe ver en éstos yertos despojos un enemigo…


Los militares españoles luchan hasta morir; pero tienen consideración para el vencido y honores para los muertos


Coronel José Jiménez de Sandoval y Bellange. Francmasones del imperio español – DIARIO MASÓNICO PREMIUM
 
Interesante, recibe un TAF y nos vemos luego por las delicias JL

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¿Hablas de Cuba? Podrías haber empezado por el masonazo José Martí. Por cada masón despistado que fuera fiel a España, había 25 sirviendo consciente o inconscientemente intereses extranjeros. La Masonería es parte esencial de la descomposición interna del Imperio.
 
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