En aquellas refriegas contra los "tradimodernistas" de hace unos años, Ariki -creo que fue él- utilizó con frecuencia el término "desafección" que en ese caso consistía en poner en duda la autoridad y las buenas intenciones del Papa, justo la bisagra en la que pivota la unidad católica. Ir directo a la cabeza como francotiradores es radicalmente exitoso en tanto los que reciben el mensaje entiendan al enemigo como amigo.
Con todo lo que va ocurriendo contra figuras y estamentos que suponen de facto la unidad de España, el parecido razonable entre aquellas campañas, estás y la que nos ocupa en el hilo, es más que evidente. Aunque fuera cierto al cien por cien, la cuestión es la oportunidad o cómo la imprudencia autista puede hacer más daño que beneficio. Socavar la confianza en nuestras alianzas y en nuestro sistema, por más que estuviera justificado per sé y al margen de cualquier otra consideración, no puede ser obra de verdaderos patriotas cuya naturaleza fundamental debería ser el sentido de la oportunidad buscando siempre el bien mayor sobre el objeto de sus inquietudes. Cualquiera sabe que la sinceridad está mejor encaminada cuando opta por la paciencia, la oportunidad o la misericordia y que si lo hace bajo el pretexto de la verdad y la justicia ciegas, puede llevar a algunos al suicido cuando sobre el papel se pretendía ayudarlo.
No estoy hablando de mentir ni de ocultar sino de controlar con prudencia la verdad al punto de anticiparse a sus efectos reales dado determinado contexto militar, social o político. La ingenuidad no consiste solo en dejarse engañar sino también en dejarse arengar en el peor momento. Comprendiendo la intencionalidad del tradimodernismo, se hace mucho más fácil aplicar esa regla con carácter general a toda novedad que levante muros de desafección contra lo que mostramos cierta devoción.