hemingway
Madmaxista
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- 8 Jul 2014
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Estimada ex-compi:
Hacía meses que no te veía. Hoy lo he hecho. Me he cruzado contigo por la calle. Ibas cargando con un pesado bolso lleno de folios. Resoplando presa del estrés. Apurando rápidamente el cigarrillo que sostenías con dos dedos temblorosos, justo antes de entrar por el portal de tu trabajo-presidio.
Durante el fugaz instante que te has permitido para charlar brevemente conmigo, me has preguntado que a qué me dedicaba ahora. Te he contado que sigo en paro y te he hablado de mis planes de cambio profesionales (si, bastante radicales, lo reconozco). Tú te has quedado ojiplática. Y justo después, me has mirado con un leve deje de tristeza en tu fatigada mirada. "Que te vaya bien", me has dicho. Y con una de tus típicas sonrisas torcidas, te has despedido marchando veloz y atolondrada a tu puesto, que ya llegabas tarde.
No te voy a mentir. Ha sido ese matiz de compasión en tu última mirada lo que me ha turbado notablemente. Esa mirada tras la que se esconde la necedad de la hormiguita esclava, que se ve a si misma como digna y tacha a los verdaderamente dignos de cigarras. Pero al igual que la cigarra del cuento, tu especie también esta destinada a perecer, querida.
Tú y todos tus semejantes currelas treintañeros padefos, amiga, sois el último pedo de una diarrea de currantes deslomados zombies dispuestos a malvender vuestra salud, tiempo y dignidad por un trozo de pan seco y unas condiciones de suicidio. Y todo ello, para poder aferrarse al falso orgullo que provoca el exclamar un "yo trabajo". Pobre desgraciada.
Eres el agonizante deshecho de una cultura en estado de putrefacción. Una cultura que nació hace ya tiempo. En una época en la que el contrato social entre hombres dictaba que si un trabajador vendía su fuerza de trabajo a un empresario, éste a cambio le debía un sustento. Y valga recordar que dicho sustento, como no podía ser de otra manera, implicaba la autonomía y libertad del trabajador, encarnadas en un hogar, en la formación de una familia, comer, vestirse, un coche... Cosas que hoy parecen casi vicios burgueses, vaya.
Pero cuando un orate anda por un camino, el camino se acaba y el orate sigue. En algún momento este contrato social quedó roto y tú, ignorante hormiguita, seguiste prendada de una lógica que ya no existe. Sigues pues, madrugando día tras día para sentar un mínimo de 8 horas y media (que a menudo se alargan hasta las 10) tu orondo ojo ciego en una silla.
Tu rutina es agonizar en el estrés de un mar de papeles, ansiedad y comida sarama que inunda el cubículo cerrado en el que te alojas, conectado tan solo con el despacho del palillero versión 2.0 encorbatado que te ordeña. Tus breves instantes de paz en ese calvario son tus periódicas salidas a la calle para "echar un piti" y comerte durante el parón de 14:00 a 15:00 el tapper de pasta que tu progenitora te cocina todos los días, en la misma silla en la que trabajas toda la jornada.
El efecto de tan antinatural rutina no tarda en mostrar sus secuelas. Tus articulaciones se resienten por tu creciente sobrepeso y el equilibrio hormonal en tu sangre es un vaivén movido por los cócteles azucarados que ingieres y el horario infernal que te estrangula. Hasta para agacharte a coger el tabaco con el que te envenenas para parecer que te liberas emites un escueto y enfermizo bufido de sufrimiento. Tienes 30 años y estás en peor forma que muchas mujeres que te doblan la edad. Estas hecha una fruta cosa, compañera.
Pero no es solo tu cuerpo. Tu alma está destrozada. Te pasas toda la semana aguardando a los "findes" y cuando llegas a ellos no los disfrutas porque estás pensando en lo que te deparará el deprimente lunes. Al final, con los nervios de tu labor de entre semana aun en el cuerpo, tus dos días de descanso se resumen en echarte al sofá para reposar de las anteriores 5 jornadas maratonianas que te has metido entre barriga y espalda.
Y todo ello es una grande y macabra paradoja.
Tú, que tan progresista y de izquierdas te declaras, eres la misma que con su cuerpo está haciendo realidad el sueño húmedo del más sádico esclavista.
Tú, que rajas contra la "derecha", la Iglesia, Franco, porque no os dejaban "ser libres" a las mujeres para trabajar fuera de casa, has sido la primera en encadenarte a un trabajo donde se te trata como una cosa. Y a cambio de ese esfuerzo, en vez de amor, estabilidad y unos hijos que den continuidad a tu estirpe, solo tienes un sueldo de 800 euros y un futuro incierto.
Esa es tu "libertad". Una "oportunidad" a la que no piensas renunciar y a la que entregas tu vida. Y además la entregas con la inconsciencia de quien no tiene nada que perder. Porque lo más triste y escandaloso es que te encadenas por mero placer. No le encuentro otra explicación.
Entiendo que un hipotecado o un progenitor con hijos a cargo se vea forzado al autoflagelamiento laboral. Pero, ¿Tú? ¿Tú que vives con tus padres? ¿Tú que rechazas con vehemencia la maternidad mientras tu útero se degrada y renuncias a dar la vida por entregar la tuya a un explotador? ¿Tú que te niegas cualquier plan de vida en común con tu novio porque "te agobia"? Das ardor de estomago y pena porque silencias el hecho de que aun queriendo todo lo anterior, no podrías hacerlo con tu limosna ochocientoseurista.
Además eres una fruta pelota y una fistro. Hablas pestes de los "empresaurios" pero después toleras el régimen laboral de falsa autónoma que el jefe te impone y todos sus excesos. Porque claro, él no es un "empresaurio", es un profesional que te está haciendo un favor. Y gracias a ese "favor", todavía te queda el consuelo de que en la comida de los domingos puedes contarle a la familia la enorme suerte que tienes de "trabajar en lo tuyo". Si pero, ¿A qué precio, amiga? Al precio de cobrar menos que la señora que limpia el despacho cuando tú apagas la luz los viernes a las tantas.
Pero bueno, ¿Qué importa eso cuando ya tienes tu titulito de trabajadora super-cualificada colgado de la pared de tu cuarto? El titulito se justifica por si mismo.
Sin embargo, a fuerza de reflexionar, la pena va cambiando de bando. Tú no levantas el país, que te quede claro. Levantas la cuenta bancaria de un jefe que absorbe los frutos de tu trabajo y te da las sobras. Tú no eres libre, eres una esclava voluntaria y orgullosa. Una vida sin futuro y una broma sin gracia que camina con la cabeza bien alta. Un ego que se resiste a admitir el fracaso y dar un cambio a su vida para aspirar a algo más.
Eres casi un animal, sumergida en el conformismo más deprimente. Irás cumpliendo años y marchitándote en las eternas promesas que te hacen los de arriba. No entendiste que jamás se respeta a quien no se hace respetar. Y así, continuamente apática y desengañada, te jubilarás con varias toneladas de frustración en tu haber, además de con un cuerpo y mente hechos trizas.
Pero eso si. Hiciste lo que tenías que hacer. Durante tus años de servicio, pisaste las cabezas de compañeros que hicieron falta para permanecer a bordo. Chupaste cuanta platano asomó de una bragueta. Trabajaste como una auténtica lechona. Cumpliste con tu parte del contrato. Pero, de nuevo, silenciarás la parte más importante de la verdad: es una pena que los otros no cumpliesen con la suya.
Que te cunda tu curro. Wapísima.
---------------------------------------------------------------------
Veo que el post ha escocido unos cuantos ojales (me encanta que los planes salgan bien ).
No veáis lo que me estoy partiendo el ojo ciego con la cuadrilla de vinagres que se está dedicando a atacarme, casi obsesivamente ::. Tíos tan dolidos y muertos en vida que, incapaces de soportar la similitud entre el retrato de nuestra protagonista y sus anodinas realidades, se dedican incluso a proferir insultos personales a un anónimo de Internet que ni siquiera conocen. ¿Tenéis idea de lo emocionalmente reventado que hay que estar para reaccionar así? Me reiría aun más, si no fueran tan grave.
La palma se la lleva el orate que hasta se molesta en husmear en mis hilos de hace más de un año para intentar... no se el qué, ¿Dejarme en evidencia? ¿O dejarse en evidencia a él mismo? No ofende quien quiere sino quien puede. Y aquí ya veo que he podido hasta ensancharle las almorranas al pobre hombre. Me ha dado hasta mal rollo. Muy enfermizo todo. En serio.
Obviamente toda esta gente pertenece a dos grupos:
-Langostas que se aprovechan de hornadas de jóvenes apollardados que se auto-esclavizan sin tener cargas ni necesidad. A estos los entiendo.
-Jóvenes (o no tan jóvenes) apollardados que se auto-esclavizan sin necesidad y se han picado. Estos dan ardor de estomago-pena.
Voy a hablar un poco más de mí, y quien quiera entender que entienda.
Trabajo en la tienda de una tía mía. ¿Enchufado? Puede, ¿Y qué? No es el trabajo de mis sueños. Ni el de los míos ni el de los de nadie. Es una tienda humilde de barrio. Gano 1000 euros netos y curro 7 horas al día. Lo que para algunos suknors igual es ser una cigarra, vamos. Soy todo un potentado, vaya.
Y si, es una fruta cosa no estar trabajando en algo para lo que he estado años preparándome. Pero si el precio de hacerlo es ganar un SMI en 10 horas de curro al día y en régimen de falso autónomo, le pueden dar mucho por el ojo ciego. Y eso es lo que hice cuando me ofrecieron esas condiciones. Mandarlos (demasiado educadamente para lo que se merecen) a tomar por el ojo ciego.
Repito que puedo entender que una persona en apuros lo haga (familia, hijos, hipoteca...). Pero que un joven se rebaje a eso, me parece no solo algo patético y degradante para la salud mental del individuo en cuestión, me parece además dumpinear y liar las condiciones de otros que necesitan de verdad ese trabajo y que se ven perjudicados por las tragaderas de los demás.
En mi caso, como no quiero quedarme de dependiente toda mi vida, voy a reciclarme en un sector muy distinto al mío (el técnico-industrial probablemente), con más demanda en el mercado. Eso es todo. Tengo idiomas y si es necesario intentaré irme fuera. Espero tener suerte. Pero ante todo, sé que lo que siempre tendré es dignidad. Y que voy a valorarme como es debido.
A algún pobre con poca gracia esto puede parecerle quizás demasiado caballeresco, casi novelesco. Pero uno no tiene la culpa de que los demás perdiesen su honra por el camino.
Y en cuanto a la retarded de mi ex-compi, es solo eso. Una fruta estulto que sin necesidad alguna se auto-humilla mientras sigue derribando las condiciones de su masificado sector. Una fruta esquirola. Una persona sin huevones a exigir algo digno tras años en un puesto de cosa comiendo sarama a paladas. huevones que, por otra parte, si tiene para cargar su frustración contra sus compañeros. Débil con el fuerte y fuerte con el débil. Tampoco tiene las agallas de cambiar de sector. De admitir su fracaso vital o reciclarse.
A esa gente, y a los que son como ella. Les puede amar un pez espada. Y a los que se identifique con ella, pues lo siento mucho, pero tenéis parte de culpa en que esto sea el cenagal laboral que es. Con gente como vosotros no necesitamos ni pardoes para hacer felices a la CEOE.
Venga, que mañana hay que madrugar para moverle los papeles al jefe. Que ayer en la máquina del café os dijo que igual para Navidad os hace contrato laboral indefinido. ¡Vosotros podéis wapísimos! :XX:
Hacía meses que no te veía. Hoy lo he hecho. Me he cruzado contigo por la calle. Ibas cargando con un pesado bolso lleno de folios. Resoplando presa del estrés. Apurando rápidamente el cigarrillo que sostenías con dos dedos temblorosos, justo antes de entrar por el portal de tu trabajo-presidio.
Durante el fugaz instante que te has permitido para charlar brevemente conmigo, me has preguntado que a qué me dedicaba ahora. Te he contado que sigo en paro y te he hablado de mis planes de cambio profesionales (si, bastante radicales, lo reconozco). Tú te has quedado ojiplática. Y justo después, me has mirado con un leve deje de tristeza en tu fatigada mirada. "Que te vaya bien", me has dicho. Y con una de tus típicas sonrisas torcidas, te has despedido marchando veloz y atolondrada a tu puesto, que ya llegabas tarde.
No te voy a mentir. Ha sido ese matiz de compasión en tu última mirada lo que me ha turbado notablemente. Esa mirada tras la que se esconde la necedad de la hormiguita esclava, que se ve a si misma como digna y tacha a los verdaderamente dignos de cigarras. Pero al igual que la cigarra del cuento, tu especie también esta destinada a perecer, querida.
Tú y todos tus semejantes currelas treintañeros padefos, amiga, sois el último pedo de una diarrea de currantes deslomados zombies dispuestos a malvender vuestra salud, tiempo y dignidad por un trozo de pan seco y unas condiciones de suicidio. Y todo ello, para poder aferrarse al falso orgullo que provoca el exclamar un "yo trabajo". Pobre desgraciada.
Eres el agonizante deshecho de una cultura en estado de putrefacción. Una cultura que nació hace ya tiempo. En una época en la que el contrato social entre hombres dictaba que si un trabajador vendía su fuerza de trabajo a un empresario, éste a cambio le debía un sustento. Y valga recordar que dicho sustento, como no podía ser de otra manera, implicaba la autonomía y libertad del trabajador, encarnadas en un hogar, en la formación de una familia, comer, vestirse, un coche... Cosas que hoy parecen casi vicios burgueses, vaya.
Pero cuando un orate anda por un camino, el camino se acaba y el orate sigue. En algún momento este contrato social quedó roto y tú, ignorante hormiguita, seguiste prendada de una lógica que ya no existe. Sigues pues, madrugando día tras día para sentar un mínimo de 8 horas y media (que a menudo se alargan hasta las 10) tu orondo ojo ciego en una silla.
Tu rutina es agonizar en el estrés de un mar de papeles, ansiedad y comida sarama que inunda el cubículo cerrado en el que te alojas, conectado tan solo con el despacho del palillero versión 2.0 encorbatado que te ordeña. Tus breves instantes de paz en ese calvario son tus periódicas salidas a la calle para "echar un piti" y comerte durante el parón de 14:00 a 15:00 el tapper de pasta que tu progenitora te cocina todos los días, en la misma silla en la que trabajas toda la jornada.
El efecto de tan antinatural rutina no tarda en mostrar sus secuelas. Tus articulaciones se resienten por tu creciente sobrepeso y el equilibrio hormonal en tu sangre es un vaivén movido por los cócteles azucarados que ingieres y el horario infernal que te estrangula. Hasta para agacharte a coger el tabaco con el que te envenenas para parecer que te liberas emites un escueto y enfermizo bufido de sufrimiento. Tienes 30 años y estás en peor forma que muchas mujeres que te doblan la edad. Estas hecha una fruta cosa, compañera.
Pero no es solo tu cuerpo. Tu alma está destrozada. Te pasas toda la semana aguardando a los "findes" y cuando llegas a ellos no los disfrutas porque estás pensando en lo que te deparará el deprimente lunes. Al final, con los nervios de tu labor de entre semana aun en el cuerpo, tus dos días de descanso se resumen en echarte al sofá para reposar de las anteriores 5 jornadas maratonianas que te has metido entre barriga y espalda.
Y todo ello es una grande y macabra paradoja.
Tú, que tan progresista y de izquierdas te declaras, eres la misma que con su cuerpo está haciendo realidad el sueño húmedo del más sádico esclavista.
Tú, que rajas contra la "derecha", la Iglesia, Franco, porque no os dejaban "ser libres" a las mujeres para trabajar fuera de casa, has sido la primera en encadenarte a un trabajo donde se te trata como una cosa. Y a cambio de ese esfuerzo, en vez de amor, estabilidad y unos hijos que den continuidad a tu estirpe, solo tienes un sueldo de 800 euros y un futuro incierto.
Esa es tu "libertad". Una "oportunidad" a la que no piensas renunciar y a la que entregas tu vida. Y además la entregas con la inconsciencia de quien no tiene nada que perder. Porque lo más triste y escandaloso es que te encadenas por mero placer. No le encuentro otra explicación.
Entiendo que un hipotecado o un progenitor con hijos a cargo se vea forzado al autoflagelamiento laboral. Pero, ¿Tú? ¿Tú que vives con tus padres? ¿Tú que rechazas con vehemencia la maternidad mientras tu útero se degrada y renuncias a dar la vida por entregar la tuya a un explotador? ¿Tú que te niegas cualquier plan de vida en común con tu novio porque "te agobia"? Das ardor de estomago y pena porque silencias el hecho de que aun queriendo todo lo anterior, no podrías hacerlo con tu limosna ochocientoseurista.
Además eres una fruta pelota y una fistro. Hablas pestes de los "empresaurios" pero después toleras el régimen laboral de falsa autónoma que el jefe te impone y todos sus excesos. Porque claro, él no es un "empresaurio", es un profesional que te está haciendo un favor. Y gracias a ese "favor", todavía te queda el consuelo de que en la comida de los domingos puedes contarle a la familia la enorme suerte que tienes de "trabajar en lo tuyo". Si pero, ¿A qué precio, amiga? Al precio de cobrar menos que la señora que limpia el despacho cuando tú apagas la luz los viernes a las tantas.
Pero bueno, ¿Qué importa eso cuando ya tienes tu titulito de trabajadora super-cualificada colgado de la pared de tu cuarto? El titulito se justifica por si mismo.
Sin embargo, a fuerza de reflexionar, la pena va cambiando de bando. Tú no levantas el país, que te quede claro. Levantas la cuenta bancaria de un jefe que absorbe los frutos de tu trabajo y te da las sobras. Tú no eres libre, eres una esclava voluntaria y orgullosa. Una vida sin futuro y una broma sin gracia que camina con la cabeza bien alta. Un ego que se resiste a admitir el fracaso y dar un cambio a su vida para aspirar a algo más.
Eres casi un animal, sumergida en el conformismo más deprimente. Irás cumpliendo años y marchitándote en las eternas promesas que te hacen los de arriba. No entendiste que jamás se respeta a quien no se hace respetar. Y así, continuamente apática y desengañada, te jubilarás con varias toneladas de frustración en tu haber, además de con un cuerpo y mente hechos trizas.
Pero eso si. Hiciste lo que tenías que hacer. Durante tus años de servicio, pisaste las cabezas de compañeros que hicieron falta para permanecer a bordo. Chupaste cuanta platano asomó de una bragueta. Trabajaste como una auténtica lechona. Cumpliste con tu parte del contrato. Pero, de nuevo, silenciarás la parte más importante de la verdad: es una pena que los otros no cumpliesen con la suya.
Que te cunda tu curro. Wapísima.
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Veo que el post ha escocido unos cuantos ojales (me encanta que los planes salgan bien ).
No veáis lo que me estoy partiendo el ojo ciego con la cuadrilla de vinagres que se está dedicando a atacarme, casi obsesivamente ::. Tíos tan dolidos y muertos en vida que, incapaces de soportar la similitud entre el retrato de nuestra protagonista y sus anodinas realidades, se dedican incluso a proferir insultos personales a un anónimo de Internet que ni siquiera conocen. ¿Tenéis idea de lo emocionalmente reventado que hay que estar para reaccionar así? Me reiría aun más, si no fueran tan grave.
La palma se la lleva el orate que hasta se molesta en husmear en mis hilos de hace más de un año para intentar... no se el qué, ¿Dejarme en evidencia? ¿O dejarse en evidencia a él mismo? No ofende quien quiere sino quien puede. Y aquí ya veo que he podido hasta ensancharle las almorranas al pobre hombre. Me ha dado hasta mal rollo. Muy enfermizo todo. En serio.
Obviamente toda esta gente pertenece a dos grupos:
-Langostas que se aprovechan de hornadas de jóvenes apollardados que se auto-esclavizan sin tener cargas ni necesidad. A estos los entiendo.
-Jóvenes (o no tan jóvenes) apollardados que se auto-esclavizan sin necesidad y se han picado. Estos dan ardor de estomago-pena.
Voy a hablar un poco más de mí, y quien quiera entender que entienda.
Trabajo en la tienda de una tía mía. ¿Enchufado? Puede, ¿Y qué? No es el trabajo de mis sueños. Ni el de los míos ni el de los de nadie. Es una tienda humilde de barrio. Gano 1000 euros netos y curro 7 horas al día. Lo que para algunos suknors igual es ser una cigarra, vamos. Soy todo un potentado, vaya.
Y si, es una fruta cosa no estar trabajando en algo para lo que he estado años preparándome. Pero si el precio de hacerlo es ganar un SMI en 10 horas de curro al día y en régimen de falso autónomo, le pueden dar mucho por el ojo ciego. Y eso es lo que hice cuando me ofrecieron esas condiciones. Mandarlos (demasiado educadamente para lo que se merecen) a tomar por el ojo ciego.
Repito que puedo entender que una persona en apuros lo haga (familia, hijos, hipoteca...). Pero que un joven se rebaje a eso, me parece no solo algo patético y degradante para la salud mental del individuo en cuestión, me parece además dumpinear y liar las condiciones de otros que necesitan de verdad ese trabajo y que se ven perjudicados por las tragaderas de los demás.
En mi caso, como no quiero quedarme de dependiente toda mi vida, voy a reciclarme en un sector muy distinto al mío (el técnico-industrial probablemente), con más demanda en el mercado. Eso es todo. Tengo idiomas y si es necesario intentaré irme fuera. Espero tener suerte. Pero ante todo, sé que lo que siempre tendré es dignidad. Y que voy a valorarme como es debido.
A algún pobre con poca gracia esto puede parecerle quizás demasiado caballeresco, casi novelesco. Pero uno no tiene la culpa de que los demás perdiesen su honra por el camino.
Y en cuanto a la retarded de mi ex-compi, es solo eso. Una fruta estulto que sin necesidad alguna se auto-humilla mientras sigue derribando las condiciones de su masificado sector. Una fruta esquirola. Una persona sin huevones a exigir algo digno tras años en un puesto de cosa comiendo sarama a paladas. huevones que, por otra parte, si tiene para cargar su frustración contra sus compañeros. Débil con el fuerte y fuerte con el débil. Tampoco tiene las agallas de cambiar de sector. De admitir su fracaso vital o reciclarse.
A esa gente, y a los que son como ella. Les puede amar un pez espada. Y a los que se identifique con ella, pues lo siento mucho, pero tenéis parte de culpa en que esto sea el cenagal laboral que es. Con gente como vosotros no necesitamos ni pardoes para hacer felices a la CEOE.
Venga, que mañana hay que madrugar para moverle los papeles al jefe. Que ayer en la máquina del café os dijo que igual para Navidad os hace contrato laboral indefinido. ¡Vosotros podéis wapísimos! :XX:
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