Olvidar a Bizancio es similar a negar a España, un producto de la retorcida historia noreuropea y de la ideología revolucionaria anticristiana, que trabaja incansablemente para reducir la Edad Media a un montón de mitos oscurantistas.
Hay una potente imagen fabricada del paganismo triunfante romano -que nace con el descubrimiento de Pompeya a partir de finales del XVIII- donde la Roma imperial se dibuja como el cénit de la civilización, y luego, se plantea el abismo histórico, hasta que "convenientemente" aparecen potencias protestantes como hegemones del mundo. Es una Roma ya despegada de la Iglesia, a la que se niega curiosamente toda continuidad y relación con aquel imperio, a pesar de haber sido la correa de tras*misión real. Esta imagen es la que permea todas las películas de romanos del Hollywood clásico y no tan clásico, pero ya tiene dos siglos de desarrollo.
Los esclavistas de las plantaciones del Sur de EEUU se envolvían en imaginería romana mientras olvidaban la necesaria tras*formación de aquel mundo, también esclavista, en uno de campesinos libres con el cristianismo.