Por supuesto que lo mejor que se puede hacer para no quemarse es no jugar con fuego. Pero si ya te has quemado, vamos a ver qué opciones tienes.
Hay tres tipos de denuncias de viogen:
Tipo A: todo es verdad.
Tipo B: todo es mentira.
Tipoc C: una parte es verdad y otra es mentira.
Si tienes una denuncia de tipo A y además ella aporta pruebas, lo tienes muy dificil para darle la vuelta al caso, salvo que seas un mago. Lo mejor sería negociar con la fiscalía una sentencia de conformidad.
Si tienes una denuncia de tipo B hay que luchar por defender tu inocencia. Hay que trabajar en la denuncia y encontrar errores y contradicciones en su declaración, seguro que las habrá. Con un buen trabajo de defensa y suerte se puede conseguir el archivo de la causa. Nada está ganado, todos sabemos que ha habido muchos falsodenunciados condenados.
Si tienes una denuncia de tipo C la cosa exige mucha ingeniería. No debes negar las evidencias. Si tuviste una fuerte discusión con tu pareja y la denuncia recoge testimonios de vecinos que declaran haber escuchado gritos y golpes, no puedes decir que no pasó nada.
¿Pero qué pasa con la parte de la denuncia que dice tú la agarraste de los pelos, la arrastraste, le diste patadas mientras emitías los más adyectos insultos?
¿Cómo demuestras que esta parte de la denuncia es mentira?
Sin ninguna prueba gráfica que aportar, sin testigos, sin nada, y partiendo ella con presunción de veracidad, tu única herramienta es la oratoria y tu capacidad de persuasión.
Tienes unos minutos para convencer a una jueza que te está mirando fijamente a los ojos, que si bien es cierto que tuviste una discusión con tu pareja, algo corriente en cualquier relación de pareja, los malos tratos físicos y psicológicos o amenazas de fin que ella denuncia no son ciertos.
Ahora tu suerte depende de lo bien que sepas persuadir, de vender tu versión de ellos hechos, que tu relato sea más convincente que el de ella. Esta habilidad la tienen muy pocos, pero se puede aprender.
El reo se enfrenta a una facultad extraensorial que poseen los jueces llamada principio de inmediación. Gracias a esta facultad la jueza, mirándote a los ojos y observando tu lenguaje no verbal, sabe si dices la verdad o le estás mintiendo. Como su olfato le diga que mientes, date por estropeado.
Estos son juicios ideológicos, donde el hombre entra a jugar con mucha desventaja. Salir de ahí más o menos bien dependerá de tu habilidad para convencer, de cómo te vea la jueza (lenguaje no verbal) y de la suerte.