El precio se conoce. Sin embargo, la durabilidad de un producto, no. Se puede estimar en función de la calidad y del uso que se le piensa dar. También hay que tener en cuenta la existencia de garantías y qué cubren, y de la posibilidad y precio de las reparaciones. La calidad se puede estimar usando referencias propias o de otras personas sobre el mismo producto u otros similares, o "a ojo". También hay que tener en cuenta que el precio de un producto también cubre otros aspectos, como el diseño o el prestigio/la marca.
El factor más complicado de estimar es el de la durabilidad, porque los otros son subjetivos (que guste, el prestigio que ofrece en nuestro entorno social) o completamente objetivos (el precio).
También hay que tener en cuenta cuánto deseamos que dure el producto, considerando la posibilidad de venderlo usado. Esto depende del uso que pensemos darle, de la frecuencia de las innovaciones o de lo pasajero del factor "prestigio" (si es una simple moda de verano o una marca de lujo bien establecida, por ejemplo), o de lo rápido que cambien nuestros gustos. Hay quien prefiere, por ejemplo, mucha ropa barata y variada antes que poca y de calidad.
Tras este rollo, concluyo que no se puede dar una regla general y simplista en cuanto a las compras, porque dependen del individuo, sus gustos y su capacidad adquisitiva, y de la gama de productos que tenga para elegir en el momento de la compra.