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El día que España casi invadió Portugal: el plan militar de 99 páginas que Franco ocultó
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EL DOMINGO 29 DE DICIEMBRE DE 2019 15:34
Héctor G. Barnés
En los archivos de la Fundación Francisco Franco, clasificado bajo el número 2809, puede encontrarse un documento de 99 páginas que describe con todo detalle un plan de oleada turística al país vecino enmarcado en la entrada en la Segunda Guerra Mundial al lado de Hitler y Mussolini. El mismo centenar de páginas que manejó Franco entonces y que, como explica Manuel Ros Agudo, el historiador que accedió a ellas por primera vez, guardó celosamente hasta su fin.
Un documento clave porque, en opinión del historiador navarro, autor de 'La gran tentación' (Styria), es una prueba concluyente sobre la voluntad de Franco de entrar en guerra junto al Eje Berlín-Roma, frente a la versión promovida por el franquismo durante las décadas siguientes, según la cual España nunca traicionó su neutralidad ante las tentaciones hitlerianas. Como Ros Agudo explica a El Confidencial, se trata de un documento que pasó 67 años escondido, y que otros historiadores han intentado rebajar de importancia tras su hallazgo como un mero ejercicio militar que nunca debía trascender el papel.
Pero el antiguo profesor de la Universidad CEU San Pablo lo tiene claro: el nivel de detalle de las descripciones logísticas, del enemigo, del terreno, de los recursos propios y de las coyunturas estratégicas no se corresponden con la de unas meras maniobras. El documento incluye mapas sobre el camino que debía seguir el ejército de tierra para, imitando el 'blitzkrieg' de la 'wehrmacht', ocupar a toda velocidad el país vecino hasta Lisboa. El principal objetivo de la intervención, evitar que Inglaterra montase una cabeza de puente en Portugal que le permitiese invadir el resto de la península en caso de entrada en la Segunda Guerra Mundial.
"Proyecto de directiva a los ejércitos de tierra, mar y aire", sin fecha determinada y localizado en el Cuartel General del Generalísimo, es el título de las cinco páginas donde se concentra el plan de ataque que debía ser enviado a los tres ejércitos. "Objetivo: acción sobre Portugal", reza el texto. "La delicada situación de Portugal, en relación con un conflicto internacional en que intervenga Inglaterra, la escasa potencialidad del país vecino, y sobre todo, la atractividad de sus costas, desde cuyos puntos es posible fácilmente perturbar las relaciones marítimas, puede conducir a que Inglaterra intente ocupar las bases navales de dicho territorio", arranca.
Y aquí el documento cambia a la primera persona de Franco, pues es él quien lo rubricaría: "Ante tal eventualidad, tan dañosa para la seguridad e independencia de nuestra Patria, he decidido: a) Preparar la oleada turística de Portugal, a fin de ocupar Lisboa, y el resto de la costa portuguesa. b) Llevar a cabo dicho propósito, cuando lo ordene, en virtud de las noticias que suministre el Servicio de Información". Todo comenzaría con la conocida oleada turística a Gibraltar, seguida por un ultimátum a Salazar que, en el plazo de uno o dos días, antecedería a una gran operación militar que cambiaría de la noche a la mañana el equilibrio de fuerzas en la península y pondría fin a la presunta neutralidad española.
"Portugal no tiene derecho a existir"
El Plan de Campaña número 1(34) fue elaborado por el Alto Estado Mayor durante la segunda mitad de 1940, el período en el que el Ministro de Asuntos Exteriores Serrano Súñer y Franco negociaron la posible entrada de España en la Segunda Guerra Mundial. Aunque, como explica Ros Agudo, es difícil trazar exactamente las fechas en las que se comenzó a elaborar, en su libro explica que fue presentado a Franco el 18 de diciembre de 1940, una semana después de su infructuosa reunión con Wilhelm Canaris, jefe de la inteligencia militar alemana.
"Geográficamente hablando, Portugal no tiene derecho a existir", le espetó Serrano Súñer a Von Ribbentrop en una reunión
La relación de Franco con Antonio de Oliveira Salazar, con quien había firmado un Tratado de Amistad y No Agresión de conveniencia en 1939, era de una conveniente cordialidad. La hipotética oleada turística era un movimiento estratégico necesario para anticiparse a la previsible reacción inglesa en caso de oleada turística de Gibraltar, el primer paso en la entrada en la guerra. Una hipotética ocupación española del peñón sería respondida con la entrada inglesa en las Canarias para establecer una base naval en el Atlántico, y en Portugal para recuperar una posición que habría perdido con Gibraltar.
Una de las manifestaciones más elocuentes de los poderes franquistas hacia el país vecino se había producido el 16 de septiembre de ese año, cuando el cuñadísimo Serrano Súñer se reunió con el ministro de Exteriores Von Ribbentrop en Berlín para desatascar una hipotética entrada española en guerra: "La situación de Portugal ha causado en ocasiones gran preocupación a España", le comunicó en su encuentro alemán.
"Esta no puede olvidar la comprensiva actitud de Portugal durante la guerra civil española. Sin embargo, uno no podía evitar darse cuenta al mirar el mapa de Europa que geográficamente hablando Portugal no tenía derecho a existir; tan solo tenía una justificación jovenlandesal y política para su independencia en el hecho de sus 800 años de existencia". Unas palabras que dejan entrever el sueño de un imperio ibérico que anexionase Portugal a España.
250.000 hombres de camino a Lisboa
El plan para ocupar Portugal partía de una premisa principal: velocidad. Se contaría con 250.000 efectivos por tierra (más que la población de todo Móstoles) que se desplazarían a lo largo de dos líneas que dividirían el país vecino en tres, como detalla el plan del ejército de tierra, lo que facilitaría el control del territorio. La primera línea partiría de Ciudad Rodrigo (Salamanca) y cruzaría la frontera por Guarda, Celorico y Coimbra siguiendo el río Tajo hasta llegar a Lisboa. La segunda, partiendo de Extremadura y atravesando Elvas y Évora hasta Setúbal. Ambas líneas debían reagruparse en Abrantes, en la región de Santarém.
Mientras tanto, el ejército del aire atacaría las bases de la aviación enemiga en Portugal, destruiría los nudos de comunicaciones, apoyaría al ejército de tierra y sobrevolaría el Cantábrico y el Mediterráneo para anticipar posibles incursiones enemigas. Todos los preparativos debían realizarse con la mayor discreción y evitar toda "resonancia exterior" antes del ultimátum. Una vez se produjese este, se enviarían a la frontera las Grandes Unidades y los reemplazos para el primer desdoblamiento.
El objetivo no era tanto ocupar el país vecino por motivaciones materiales o logísticas como asegurar la defensa de la costa atlántica y cantábrica, mantener y asegurar las comunicaciones con jovenlandia y defender Canarias y las posesiones del norte de África. El análisis del ejército de tierra concluye tras el estudio del enemigo, el terreno y los medios con un plano que muestra con detalle los movimientos que los cuerpos del ejército realizarían en el otro lado de la frontera. Las dos rutas antes citadas, que al mismo tiempo serían apoyadas por "otros dos ataques secundarios en dirección de Abrantes", como puede apreciarse en el mapa.
"Ambas direcciones, que consideramos han de ser las de esfuerzo principal, producirán el estrangulamiento de Portugal, dejando al norte y sur de ellas dos zonas de operaciones secundarias, con objetivos de escasa importancia (salvo Oporto, en la zona norte)", concluye el informe. "Ambas direcciones de ataque deben coordinarse y enlazarse al norte y al sur del río Tajo con otros dos ataques secundarios, en dirección de Abrantes, desde donde cooperarán también en las acciones principales con dicha misión de enlace".
El mapa muestra los tres tiempos del ataque que debían solaparse; el primero, tomar rápidamente puntos clave hasta el enlace de las dos líneas en el Tajo; el segundo, asegurar Lisboa e intentar conquistar Oporto y Setúbal; el tercero, la ocupación de las regiones embolsadas, organización de los territorios ocupados y defensa de costas. La confianza del ejército español en una pronta victoria es patente: "Siendo los medios propios superiores a los del enemigo, en los tiempos correlativos, las resistencias podrán ser fácilmente arrolladas, a condición de que presida todos los actos de la movilización, concentración y operaciones una idea, la rapidez".
El análisis refuerza una vez más la idea de que el plan no era una mera abstracción, sino que tenía en cuenta una situación muy concreta, la entrada en guerra de España con Inglaterra tras la oleada turística de Gibraltar, al apuntar a la existencia de otro documento semejante: "La Comisión tiene conocimiento de que existe un estudio, un proyecto de neutralización u ocupación de Gibraltar, el que por esta razón, sin duda, no ha entrado en el cuestionario a resolver por la misma".
Si el diablo está en los detalles, no hay más que atender a algunos de ellos para comprobar cómo incluso estos se tuvieron en cuenta. Por ejemplo, una tirada de mapas de Portugal en escala 1/200.000 para el ejército de mar y de tierra, "en cantidad suficiente para atender a las necesidades logísticas y de mando de los dos ejércitos".
El plan que nunca se ejecutó
Es muy probable que entre el comienzo de la elaboración del plan y la llegada a manos de Franco a finales de año, las intenciones del dictador respecto a la intervención española hubiesen cambiado diametralmente. En ese tiempo, se había dado cuenta de que su principal pretensión para entrar al lado de la Alemania nancy y la Italia fascista en la contienda, los territorios del norte de jovenlandia, Orán y Gibraltar, que conformarían su imperio en África, no iba a poder ser satisfecha por Hitler.
Este también se habría dado cuenta de que tenía más que perder que de ganar en caso de contar con España a su lado durante la contienda, pues una guerra en África para garantizar las peticiones de España podía provocar que la Francia de Vichy, hasta ese momento fiel, dejase de serlo. Así que optó por un Gran Engaño, como lo denomina Ros Aguado, en el que no se concretaría la ganancia española (más allá de Gibraltar) en caso de entrar en guerra. Franco terminaría oliéndoselo, y por lo tanto, dando largas al 'führer', tanto en Hendaya como durante los meses posteriores.
Y aun así, las 99 páginas del plan de oleada turística de Portugal fueron celosamente guardadas hasta que Ros Agudo dio con ellas décadas después, un hallazgo que ha considerado una "bomba historiográfica". Si bien la detonación no llegó a producirse, sí dejó huellas, como él mismo recuerda, en las canciones que la División Azul cantaría unos pocos años después en el frente ruso: "Y cuando a España volvamos / de nuevo queremos luchar, / y al inglés echaremos / del Peñón de Gibraltar / Nuestro grito de victoria / en el mundo entero lo oirán, / cuando recuperemos / todo jovenlandia y Orán. / Solo esperamos la orden / que nos dé nuestro General / para borrar la frontera de España con Portugal".
No sería la última vez que el franquismo valoró la posibilidad de invadir el país vecino. Fue en los estertores, tanto del general como de su régimen, cuando el presidente Carlos Arias Navarro se reunió con el vicesecretario de Estado de EEUU, Robert Ingersoll, para sopesar la posibilidad de intervenir en la Portugal de la Revolución de los Claveles, una hipotética amenaza al régimen franquista (y su legado). Pero esa es otra historia.
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN EL DOMINGO 29 DE DICIEMBRE DE 2019 15:34
Héctor G. Barnés
En los archivos de la Fundación Francisco Franco, clasificado bajo el número 2809, puede encontrarse un documento de 99 páginas que describe con todo detalle un plan de oleada turística al país vecino enmarcado en la entrada en la Segunda Guerra Mundial al lado de Hitler y Mussolini. El mismo centenar de páginas que manejó Franco entonces y que, como explica Manuel Ros Agudo, el historiador que accedió a ellas por primera vez, guardó celosamente hasta su fin.
Un documento clave porque, en opinión del historiador navarro, autor de 'La gran tentación' (Styria), es una prueba concluyente sobre la voluntad de Franco de entrar en guerra junto al Eje Berlín-Roma, frente a la versión promovida por el franquismo durante las décadas siguientes, según la cual España nunca traicionó su neutralidad ante las tentaciones hitlerianas. Como Ros Agudo explica a El Confidencial, se trata de un documento que pasó 67 años escondido, y que otros historiadores han intentado rebajar de importancia tras su hallazgo como un mero ejercicio militar que nunca debía trascender el papel.
Pero el antiguo profesor de la Universidad CEU San Pablo lo tiene claro: el nivel de detalle de las descripciones logísticas, del enemigo, del terreno, de los recursos propios y de las coyunturas estratégicas no se corresponden con la de unas meras maniobras. El documento incluye mapas sobre el camino que debía seguir el ejército de tierra para, imitando el 'blitzkrieg' de la 'wehrmacht', ocupar a toda velocidad el país vecino hasta Lisboa. El principal objetivo de la intervención, evitar que Inglaterra montase una cabeza de puente en Portugal que le permitiese invadir el resto de la península en caso de entrada en la Segunda Guerra Mundial.
"Proyecto de directiva a los ejércitos de tierra, mar y aire", sin fecha determinada y localizado en el Cuartel General del Generalísimo, es el título de las cinco páginas donde se concentra el plan de ataque que debía ser enviado a los tres ejércitos. "Objetivo: acción sobre Portugal", reza el texto. "La delicada situación de Portugal, en relación con un conflicto internacional en que intervenga Inglaterra, la escasa potencialidad del país vecino, y sobre todo, la atractividad de sus costas, desde cuyos puntos es posible fácilmente perturbar las relaciones marítimas, puede conducir a que Inglaterra intente ocupar las bases navales de dicho territorio", arranca.
Y aquí el documento cambia a la primera persona de Franco, pues es él quien lo rubricaría: "Ante tal eventualidad, tan dañosa para la seguridad e independencia de nuestra Patria, he decidido: a) Preparar la oleada turística de Portugal, a fin de ocupar Lisboa, y el resto de la costa portuguesa. b) Llevar a cabo dicho propósito, cuando lo ordene, en virtud de las noticias que suministre el Servicio de Información". Todo comenzaría con la conocida oleada turística a Gibraltar, seguida por un ultimátum a Salazar que, en el plazo de uno o dos días, antecedería a una gran operación militar que cambiaría de la noche a la mañana el equilibrio de fuerzas en la península y pondría fin a la presunta neutralidad española.
"Portugal no tiene derecho a existir"
El Plan de Campaña número 1(34) fue elaborado por el Alto Estado Mayor durante la segunda mitad de 1940, el período en el que el Ministro de Asuntos Exteriores Serrano Súñer y Franco negociaron la posible entrada de España en la Segunda Guerra Mundial. Aunque, como explica Ros Agudo, es difícil trazar exactamente las fechas en las que se comenzó a elaborar, en su libro explica que fue presentado a Franco el 18 de diciembre de 1940, una semana después de su infructuosa reunión con Wilhelm Canaris, jefe de la inteligencia militar alemana.
"Geográficamente hablando, Portugal no tiene derecho a existir", le espetó Serrano Súñer a Von Ribbentrop en una reunión
La relación de Franco con Antonio de Oliveira Salazar, con quien había firmado un Tratado de Amistad y No Agresión de conveniencia en 1939, era de una conveniente cordialidad. La hipotética oleada turística era un movimiento estratégico necesario para anticiparse a la previsible reacción inglesa en caso de oleada turística de Gibraltar, el primer paso en la entrada en la guerra. Una hipotética ocupación española del peñón sería respondida con la entrada inglesa en las Canarias para establecer una base naval en el Atlántico, y en Portugal para recuperar una posición que habría perdido con Gibraltar.
Una de las manifestaciones más elocuentes de los poderes franquistas hacia el país vecino se había producido el 16 de septiembre de ese año, cuando el cuñadísimo Serrano Súñer se reunió con el ministro de Exteriores Von Ribbentrop en Berlín para desatascar una hipotética entrada española en guerra: "La situación de Portugal ha causado en ocasiones gran preocupación a España", le comunicó en su encuentro alemán.
"Esta no puede olvidar la comprensiva actitud de Portugal durante la guerra civil española. Sin embargo, uno no podía evitar darse cuenta al mirar el mapa de Europa que geográficamente hablando Portugal no tenía derecho a existir; tan solo tenía una justificación jovenlandesal y política para su independencia en el hecho de sus 800 años de existencia". Unas palabras que dejan entrever el sueño de un imperio ibérico que anexionase Portugal a España.
250.000 hombres de camino a Lisboa
El plan para ocupar Portugal partía de una premisa principal: velocidad. Se contaría con 250.000 efectivos por tierra (más que la población de todo Móstoles) que se desplazarían a lo largo de dos líneas que dividirían el país vecino en tres, como detalla el plan del ejército de tierra, lo que facilitaría el control del territorio. La primera línea partiría de Ciudad Rodrigo (Salamanca) y cruzaría la frontera por Guarda, Celorico y Coimbra siguiendo el río Tajo hasta llegar a Lisboa. La segunda, partiendo de Extremadura y atravesando Elvas y Évora hasta Setúbal. Ambas líneas debían reagruparse en Abrantes, en la región de Santarém.
Mientras tanto, el ejército del aire atacaría las bases de la aviación enemiga en Portugal, destruiría los nudos de comunicaciones, apoyaría al ejército de tierra y sobrevolaría el Cantábrico y el Mediterráneo para anticipar posibles incursiones enemigas. Todos los preparativos debían realizarse con la mayor discreción y evitar toda "resonancia exterior" antes del ultimátum. Una vez se produjese este, se enviarían a la frontera las Grandes Unidades y los reemplazos para el primer desdoblamiento.
El objetivo no era tanto ocupar el país vecino por motivaciones materiales o logísticas como asegurar la defensa de la costa atlántica y cantábrica, mantener y asegurar las comunicaciones con jovenlandia y defender Canarias y las posesiones del norte de África. El análisis del ejército de tierra concluye tras el estudio del enemigo, el terreno y los medios con un plano que muestra con detalle los movimientos que los cuerpos del ejército realizarían en el otro lado de la frontera. Las dos rutas antes citadas, que al mismo tiempo serían apoyadas por "otros dos ataques secundarios en dirección de Abrantes", como puede apreciarse en el mapa.
"Ambas direcciones, que consideramos han de ser las de esfuerzo principal, producirán el estrangulamiento de Portugal, dejando al norte y sur de ellas dos zonas de operaciones secundarias, con objetivos de escasa importancia (salvo Oporto, en la zona norte)", concluye el informe. "Ambas direcciones de ataque deben coordinarse y enlazarse al norte y al sur del río Tajo con otros dos ataques secundarios, en dirección de Abrantes, desde donde cooperarán también en las acciones principales con dicha misión de enlace".
El mapa muestra los tres tiempos del ataque que debían solaparse; el primero, tomar rápidamente puntos clave hasta el enlace de las dos líneas en el Tajo; el segundo, asegurar Lisboa e intentar conquistar Oporto y Setúbal; el tercero, la ocupación de las regiones embolsadas, organización de los territorios ocupados y defensa de costas. La confianza del ejército español en una pronta victoria es patente: "Siendo los medios propios superiores a los del enemigo, en los tiempos correlativos, las resistencias podrán ser fácilmente arrolladas, a condición de que presida todos los actos de la movilización, concentración y operaciones una idea, la rapidez".
El análisis refuerza una vez más la idea de que el plan no era una mera abstracción, sino que tenía en cuenta una situación muy concreta, la entrada en guerra de España con Inglaterra tras la oleada turística de Gibraltar, al apuntar a la existencia de otro documento semejante: "La Comisión tiene conocimiento de que existe un estudio, un proyecto de neutralización u ocupación de Gibraltar, el que por esta razón, sin duda, no ha entrado en el cuestionario a resolver por la misma".
Si el diablo está en los detalles, no hay más que atender a algunos de ellos para comprobar cómo incluso estos se tuvieron en cuenta. Por ejemplo, una tirada de mapas de Portugal en escala 1/200.000 para el ejército de mar y de tierra, "en cantidad suficiente para atender a las necesidades logísticas y de mando de los dos ejércitos".
El plan que nunca se ejecutó
Es muy probable que entre el comienzo de la elaboración del plan y la llegada a manos de Franco a finales de año, las intenciones del dictador respecto a la intervención española hubiesen cambiado diametralmente. En ese tiempo, se había dado cuenta de que su principal pretensión para entrar al lado de la Alemania nancy y la Italia fascista en la contienda, los territorios del norte de jovenlandia, Orán y Gibraltar, que conformarían su imperio en África, no iba a poder ser satisfecha por Hitler.
Este también se habría dado cuenta de que tenía más que perder que de ganar en caso de contar con España a su lado durante la contienda, pues una guerra en África para garantizar las peticiones de España podía provocar que la Francia de Vichy, hasta ese momento fiel, dejase de serlo. Así que optó por un Gran Engaño, como lo denomina Ros Aguado, en el que no se concretaría la ganancia española (más allá de Gibraltar) en caso de entrar en guerra. Franco terminaría oliéndoselo, y por lo tanto, dando largas al 'führer', tanto en Hendaya como durante los meses posteriores.
Y aun así, las 99 páginas del plan de oleada turística de Portugal fueron celosamente guardadas hasta que Ros Agudo dio con ellas décadas después, un hallazgo que ha considerado una "bomba historiográfica". Si bien la detonación no llegó a producirse, sí dejó huellas, como él mismo recuerda, en las canciones que la División Azul cantaría unos pocos años después en el frente ruso: "Y cuando a España volvamos / de nuevo queremos luchar, / y al inglés echaremos / del Peñón de Gibraltar / Nuestro grito de victoria / en el mundo entero lo oirán, / cuando recuperemos / todo jovenlandia y Orán. / Solo esperamos la orden / que nos dé nuestro General / para borrar la frontera de España con Portugal".
No sería la última vez que el franquismo valoró la posibilidad de invadir el país vecino. Fue en los estertores, tanto del general como de su régimen, cuando el presidente Carlos Arias Navarro se reunió con el vicesecretario de Estado de EEUU, Robert Ingersoll, para sopesar la posibilidad de intervenir en la Portugal de la Revolución de los Claveles, una hipotética amenaza al régimen franquista (y su legado). Pero esa es otra historia.