Se hubiera creado una España de orientación más atlántica, volcada desde el comienzo a las expediciones en África, Asia y América, y bastante desdeñosa de los problemas europeos. Sin embargo, es cierto que el proyecto más ambicioso de los reyes medievales españoles fue siempre la reconstitución de la Hispania Visigoda, y eso implicaba antes o después la integración de Aragón.
Y ciertamente Portugal quedó integrado en España en 1580. El problema es que para entonces habían tenido dos siglos extra de tradición propia, potenciada por su expansión colonial marítima y sus asentamientos en las costas de África y Asia.
Ese sentimiento, sumado a la sensac ión de haberse convertido en un reino periférico para Madrid, que además no acertaba a protegerle de las depredaciones de las flotas holandesas en Asia y Brasil explican el cisma de 1640, máxime cuando recibió el apoyo de Francia e Inglaterra para consolidar el movimiento.
