MAESE PELMA
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Más de treinta años después, la fin de estos menores continúa envuelta de incógnitas, contradicciones y sin culpables identificados
Caso de las niñas de Alcàsser: Antonio Anglés sigue oficialmente vivo para la Interpol
DAVID MAROTO
VALENCIA
03/08/2022
Actualizado a las 13:29h.
4
Si existe un caso que marcó la historia de la crónica de color de la televisión española fue, sin lugar a dudas, el crimen de las niñas de Alcàsser. Una doloroso seguimiento mediático retransmitido a diario que atrapó a millones de espectadores cada noche y que, además, 'destapó' un segundo triple asesinato de adolescentes con macabras semejanzas, ocurrido años atrás a unos 45 kilómetros de distancia.
Se trata del caso Macastre, crimen que tuvo lugar en 1989 pero que, ni de lejos, recibió el mismo tratamiento informativo que el de Alcàsser, pese a que hubo exactamente el mismo número de víctimas mortales. Ellas, Francisco Valeriano Flores Sánchez -catorce años-, su novia Rosario Isabel Gayete Muedra y María Pilar Ruiz Barriga -ambas de quince-, se desplazaron a las montañas del municipio valenciano de Catadau con la intención de disfrutar de un fin de semana de fiesta y desconexión.
Los menores, pertenecientes a familias humildes y ciertamente desestructuradas, vivían en el barrio de Benimámet, ubicado en la capital del Turia. Según relataron algunos de sus amigos durante el curso de la investigación policial, en las calles de este distrito tuvieron su primer contacto con las drojas, en concreto con el hachís y la inhalación de benzol.
Fue el 15 de enero de 1989 cuando se vio por última vez a Valeriano, Rosario y María Pilar. Concretamente, en el bar 'El Paso', conocido cuatro años después por ser el mismo establecimiento en el que Miguel Ricart y, supuestamente, Antonio Anglés, compraron bocadillos y bebidas la noche que secuestraron a las niñas de Alcásser.
Un día antes, partieron en autobús hacia Catadau, donde ya habían acudido en diferentes ocasiones para acampar. Después de cuatro jornadas sin rastro de los jóvenes, un agricultor descubrió dentro de su caseta de labranza, situada en Macastre, el cuerpo sin vida de Rosario sobre una cama, sin aparentes signos de violencia pero con la cremallera de sus pantalones bajada.
Después de avisar a la Benemérita, los forenses descubrieron sangre en su zona genital y un líquido que aparentaba ser leche, aunque nunca pudo probarse su naturaleza en los diferentes análisis en varios laboratorios. Puesto que la autopsia no determinó la causa del fallecimiento, la principal hipótesis especuló con una sobredosis.
El mismo día que las niñas de Alcàsser
La segunda de las coincidencias que conectan los casos Macastre y Alcàsser es la fecha del 27 de enero. En 1989, se halló el pie de Pilar Ruiz en un contenedor de sarama, envuelto en papel de periódico. Cuatro años después, ese mismo día fueron encontrados los cadáveres de Miriam, Toñi y Desirée. La tercera curiosidad y, no menos macabra, es que la calle donde tuvo lugar el descubrimiento de la articulación seccionada se llamaba Alcàsser.
Imagen de archivo de las tres víctimas del crimen de Macastre ABC
No obstante, no fue hasta el 26 de mayo del mismo año cuando unos niños dieron la voz de aviso tras avisar un cadáver en avanzado estado de descomposición en un canal de riego de la partida Calahuet de Turís. Al contrario que los cuerpos de sus amigos, el de Pilar sí que presentaba evidentes signos de violencia, pues además del pie también le faltaba la mano izquierda y su rostro presentaba múltiples mutilaciones.
Un mes antes, concretamente el 8 de abril, un agricultor que se encontraba buscando espárragos en Macastre, a cuatrocientos metros de donde apareció el cadáver de Rosario, descubrió el cuerpo de Valeriano entre los arbustos, boca abajo, sobre un plástico y junto a una vela partida en dos.
Sospechosos y no culpables
Tres lustros después de este espeluznante triple asesinato, las investigaciones policiales y judiciales no han conseguido atribuir su autoría a ningún sospechoso, aunque varias personas fueron relacionadas con el caso. La primera de ellas fue 'Miguelo', un jornalero que invitó a un refresco a Rosario en el Bar 'El Paso' de Catadau, que en un primer momento se negó a testificar, pero finalmente fue trasladado ante el juez, quien no pudo encontrar pruebas concluyentes.
También, una llamada anónima al conocido como 'teléfono de la droja', alertó sobre la posición del cadáver de Pilar y apuntó a un drojadicto de Valencia, conocido como 'Wichita', como artífice de los terribles hechos. Sin embargo, el acusado negó los hechos y los policías hicieron caso omiso del aviso al considerar que querían atribuirle el crimen.
Incluso, durante el juicio por el triple crimen de las niñas de Alcàsser, el juez le preguntó a Miguel Ricart, único condenado por el triple asesinato de las menores, sí tenía relación con el caso y si había sido llevado a la zona por la Guardia Civil durante el operativo de búsqueda de Antonio Anglés.
Caso de las niñas de Alcàsser: Antonio Anglés sigue oficialmente vivo para la Interpol
DAVID MAROTO
VALENCIA
03/08/2022
Actualizado a las 13:29h.
4
Si existe un caso que marcó la historia de la crónica de color de la televisión española fue, sin lugar a dudas, el crimen de las niñas de Alcàsser. Una doloroso seguimiento mediático retransmitido a diario que atrapó a millones de espectadores cada noche y que, además, 'destapó' un segundo triple asesinato de adolescentes con macabras semejanzas, ocurrido años atrás a unos 45 kilómetros de distancia.
Se trata del caso Macastre, crimen que tuvo lugar en 1989 pero que, ni de lejos, recibió el mismo tratamiento informativo que el de Alcàsser, pese a que hubo exactamente el mismo número de víctimas mortales. Ellas, Francisco Valeriano Flores Sánchez -catorce años-, su novia Rosario Isabel Gayete Muedra y María Pilar Ruiz Barriga -ambas de quince-, se desplazaron a las montañas del municipio valenciano de Catadau con la intención de disfrutar de un fin de semana de fiesta y desconexión.
Los menores, pertenecientes a familias humildes y ciertamente desestructuradas, vivían en el barrio de Benimámet, ubicado en la capital del Turia. Según relataron algunos de sus amigos durante el curso de la investigación policial, en las calles de este distrito tuvieron su primer contacto con las drojas, en concreto con el hachís y la inhalación de benzol.
Fue el 15 de enero de 1989 cuando se vio por última vez a Valeriano, Rosario y María Pilar. Concretamente, en el bar 'El Paso', conocido cuatro años después por ser el mismo establecimiento en el que Miguel Ricart y, supuestamente, Antonio Anglés, compraron bocadillos y bebidas la noche que secuestraron a las niñas de Alcásser.
Un día antes, partieron en autobús hacia Catadau, donde ya habían acudido en diferentes ocasiones para acampar. Después de cuatro jornadas sin rastro de los jóvenes, un agricultor descubrió dentro de su caseta de labranza, situada en Macastre, el cuerpo sin vida de Rosario sobre una cama, sin aparentes signos de violencia pero con la cremallera de sus pantalones bajada.
Después de avisar a la Benemérita, los forenses descubrieron sangre en su zona genital y un líquido que aparentaba ser leche, aunque nunca pudo probarse su naturaleza en los diferentes análisis en varios laboratorios. Puesto que la autopsia no determinó la causa del fallecimiento, la principal hipótesis especuló con una sobredosis.
El mismo día que las niñas de Alcàsser
La segunda de las coincidencias que conectan los casos Macastre y Alcàsser es la fecha del 27 de enero. En 1989, se halló el pie de Pilar Ruiz en un contenedor de sarama, envuelto en papel de periódico. Cuatro años después, ese mismo día fueron encontrados los cadáveres de Miriam, Toñi y Desirée. La tercera curiosidad y, no menos macabra, es que la calle donde tuvo lugar el descubrimiento de la articulación seccionada se llamaba Alcàsser.
Imagen de archivo de las tres víctimas del crimen de Macastre ABC
No obstante, no fue hasta el 26 de mayo del mismo año cuando unos niños dieron la voz de aviso tras avisar un cadáver en avanzado estado de descomposición en un canal de riego de la partida Calahuet de Turís. Al contrario que los cuerpos de sus amigos, el de Pilar sí que presentaba evidentes signos de violencia, pues además del pie también le faltaba la mano izquierda y su rostro presentaba múltiples mutilaciones.
Un mes antes, concretamente el 8 de abril, un agricultor que se encontraba buscando espárragos en Macastre, a cuatrocientos metros de donde apareció el cadáver de Rosario, descubrió el cuerpo de Valeriano entre los arbustos, boca abajo, sobre un plástico y junto a una vela partida en dos.
Sospechosos y no culpables
Tres lustros después de este espeluznante triple asesinato, las investigaciones policiales y judiciales no han conseguido atribuir su autoría a ningún sospechoso, aunque varias personas fueron relacionadas con el caso. La primera de ellas fue 'Miguelo', un jornalero que invitó a un refresco a Rosario en el Bar 'El Paso' de Catadau, que en un primer momento se negó a testificar, pero finalmente fue trasladado ante el juez, quien no pudo encontrar pruebas concluyentes.
También, una llamada anónima al conocido como 'teléfono de la droja', alertó sobre la posición del cadáver de Pilar y apuntó a un drojadicto de Valencia, conocido como 'Wichita', como artífice de los terribles hechos. Sin embargo, el acusado negó los hechos y los policías hicieron caso omiso del aviso al considerar que querían atribuirle el crimen.
Incluso, durante el juicio por el triple crimen de las niñas de Alcàsser, el juez le preguntó a Miguel Ricart, único condenado por el triple asesinato de las menores, sí tenía relación con el caso y si había sido llevado a la zona por la Guardia Civil durante el operativo de búsqueda de Antonio Anglés.