Las potencias del alma intelectiva según San Agustín son tres: memoria, discernimiento y voluntad. De esas tres dos son particularidades en el ser humano en su grado sumo. Discernir es reflexionar más allá de la necesidad vital de supervivencia, alcanzando territorios especulativos que luego se demuestra tienen un gran impacto con la realidad. La voluntad expresada como la acción contra todo pronóstico, sea el instinto o lo predecible en términos de ventaja, creo que es privativo del hombre sin ninguna duda... No sería tanto especular en seco sobre su esencia como apreciar sus efectos, los cuales no se han demostrado tengan como causa primera la simple fisiología del cerebro. El coma cerebral no está demostrado que suponga la pérdida total de la consciencia, como se relata en los hospitales cuando se insiste en hablar con pacientes en estado vegetativo.
Estoy de acuerdo con usted en líneas generales porque no puede haber culpabilidad sin discernimiento ni voluntad y el miedo o el temor a consecuencias mal informadas le quita potencia a ambas, es decir, no puede haber una culpabilidad neta sin el concurso completo del discernimiento y la voluntad al mismo tiempo, pues la voluntad puede ser manejada sin un discernimiento activo, como el discernimiento puede ser alterado por una voluntad engañada o mal orientada.