El invento de la década: Relojes de juguete que cuestan entre 250€ y 600€, con una obsolescencia programada de 3 años, para que calvos cuarentones midan sus pulsaciones cuando salen a dar paseos o a hacer el fulastre con la bici.
Eso sí, si lo pillas Garmin, Coros o similar te hace sentir deportista (aunque seas un mediocre) mientras la empresa vende todos tus datos biométricos a terceros.
También puedes medir si has dormido bien, porque claro, sin el "reloj inteligente" eso es imposible de saber cuando te despiertas.
Y como no estás lo bastante enganchado a las pantallas, te vibra la muñeca cada vez que recibes una notificación ridícula de tu red social favorita.
Y no olvidemos la importancia de poder pagar con el reloj la mortadela con aceitunas del Mercadona, y así ya parecer inbécil total, eso sí, muy Uropeo y cosmopolita, para deleite de quienes nos quieren colar el dinero digital.
También tienes que cargarlo cada 2 días/ 2 semanas dependiendo del modelo, no vaya a ser que deje de medir los pasos que das cuando bajas a tirar la sarama, todo bien separado en su contenedor, por supuesto.
Es curioso que los deportistas de verdad no suelen usar smartwatch. Pero los deportistas de verdad, los que están mazados, no los parguelas que participan en carreras benéficas de 10km.
Salir a correr 15km con un pulsómetro de pecho de 10€ conectado al móvil con una aplicación de software libre como Fitotrack o similar manda.
Hacer flexiones, dominadas y ejercicios de fuerza casi a diario manda.
Reloj indestructible de hombre que se viste por los pies, que no hay que cargarlo ni cambiarle la pila y que dura toda la vida manda.
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