Uno de los "secretos" de los éxitos militares napoleónicos era que sus ejércitos vivían sobre el país- imponiendo contribuciones y robando a mansalva- lo que les permitía una rapidez de movimientos sin igual al no depender de los trenes de aprovisionamiento lentos e inseguros.
En España este saqueo les fue muy difícil, casi todos los grandes guerrilleros como el cura Merino o El Empecinado se alzaron por haber sufrido personalmente las vejaciones del ejercito francés, porque la nación se alzó contra ellos y sus comunicaciones se vieron totalmente arrasadas. Por ejemplo el pueblo de Valdepeñas combatió contra las tropas francesas que querían atravesar el pueblo a principios de junio de 1808 porque no querían que pasaran por el pueblo ante el temor de que robaran, violaran y asesinaran como hicieron en Córdoba en esas mismas fechas.
Como reseño en mi articulo sobre la batalla de Bailén, el general español Tomás de Morla le contestó muy justamente al prisionero general Dupont que se quejaba de que no se cumplían las capitulaciones de Bailén que los crímenes de guerra y contra el derecho de gentes perpetrados por las tropas francesas justificaban ese incumplimiento.
«Me es muy sensible no poder en ningún modo acceder a los
que V.E. me pide y desea. Cuando el general Castaños otorgó la
capitulación de que V.E. se prevale, no pudo prometer más de lo
que fue posible al Gobierno ni que V.E. exigiese otra cosa. Además
ignoraba los medios de proporcionar lo que ofrecía con la
mejor fe; así me comunicó inmediatamente la capitulación para
que con la mayor eficacia procurase su verificación. Mas desde
luego vi su imposibilidad ¿de donde sacar, dado el estado que
la ruinosa alianza con la Francia ha puesto a nuestra marina y
comercio, buques para tras*portar 18.000 hombres? Y aun
cuando lo hubiese, ¿no ha deseado vuestro soberano medios de
equiparlos y proveerlos? ¿Los ingleses dejarán pasar impunemente
tan numerosas tropas para que vayan a hacerles la guerra?
¿Con qué derechos exigiremos este consentimiento? Persuádase,
pues V.E. a que es absolutamente imposible y fuera de
nuestras fuerzas, el pronto tras*porte de vuestras tropas.
Permítame V.E. expresarle que no podía esperar ser bien
acogido en los pueblos, después de haber mandado o permitido
los saqueos, y crueldades que su ejército ha ejercido en varias
ciudades y, singularmente, en Córdoba. Sólo se podía esperar
de nosotros sentimientos de humanidad; los que V.E. llama de
generosidad serían de poca falta de cultura y estupidez, ni de anacoretas
podía V.E. exigirlo.
Tampoco tiene V.E. acción para reclamar los derechos de
gentes y de la guerra respecto a nosotros, que con tanta perfidia
han sido notados en las mismas personas de nuestros amados
soberanos y con las tropas que de buena fe han ido a sosteneros.
¿Dónde están las que enviamos al Noroeste? ¡Dónde las
de Lisboa? Éstas se hallan desarmadas con engaños, y en lóbregas
bodegas de navíos, sin haber hecho otro mal que ir a ayudar
a vuestras tropas.
La conducta de la Francia nos autoriza con todo derecho a
hacer a sus tropas todo el mal posible»