fredesvindo
Madmaxista
- Desde
- 9 Ago 2014
- Mensajes
- 29.032
- Reputación
- 42.619
Se llamaba Antonio Docampo García y es seguro que -si le hubieran estudiado en vida- habrían corroborado los beneficios que el vino tinto tiene en el ser humano. Y es que, este anciano de Vigo falleció la semana pasada a los 107 años después de toda una existencia bebiendo únicamente este tipo de alcohol. Aunque, eso sí, elaborado por él en su «destilería» privada sin ningún conservante. Hace algunas jornadas, su familia le dio su último adiós en el cementerio de Alcabre (en Pontevedra) después de que no pudiese recuperarse de su última neumonía.
Su historia fue dada a conocer el pasado 26 de enero por « La voz de Galicia» y, desde entonces, se ha vuelto viral en las redes sociales. Y lo cierto es que no es para menos pues, según explicaba uno de sus hijos, Manuel Docampo, su padre no probó ni gota de agua a lo largo de sus últimos años de vida. «Cuando estábamos en casa, entre él y yo podíamos bebernos más de 200 litros al mes», señalaba en una entrevista en exclusiva al diario español. Su amor por este tipo de bebida no tenía límites. De hecho, era capaz de meterse entre pecho y espalda hasta un litro y medio al día. Tampoco solía rechazar un chupito de aguardiente con el desayuno para despertarse con energía.
Todo este alcohol le mantuvo siempre joven y sano pues -hasta sus últimos años- tuvo una salud envidiable. Así lo demuestra el que no tuviese necesidad de tomarse un antibiótico hasta los 103 años. No obstante, pasar el centenar de primaveras -como es lógico- fue mellando su ánimo. Tal solo dos años después, sus hijos le sacaron de la residencia en la que vivía para cuidar de él y poder pasar juntos sus últimos momentos en este mundo. Al final, su momento llegó después de sufrir una severa neumonía contra la que no pudo luchar.
Antonio Docampo García, tal y como determina «La voz de Galicia», vino a este mundo en Ribadavia (al suroeste de Orense) hace 107 veranos. Picapedrero desde los 9 años, nuestro protagonista terminó alistándose en la Guardia Civil y, allá por 1936, luchó en la Guerra Civil por el bando franquista. Para su desgracia, durante la contienda tuvo que lamentar la fin de su hermano. Uno de los momentos más tristes de su vida, según dijo en su momento. Con todo, pudo cobijarse en el amor de su esposa, a la que volvió a ver tras la lucha.
Posteriormente dedicó su vida a cultivar uvas y producir vino. Una actividad que le permitió apartar un buen pellizquito para él. En ese momento fue cuando empezó a meterse entre pecho y espalda un litro y medio de vino en cada comida. Aunque siempre de lo que producía, una bebida que -aunque solía estropearse en pocos días- era sumamente natural. Es seguro que eso no fue un problema, pues -con el saque que tenía para el tinto- muy probablemente el brebaje no tenía tiempo para avinagrarse.
Su historia fue dada a conocer el pasado 26 de enero por « La voz de Galicia» y, desde entonces, se ha vuelto viral en las redes sociales. Y lo cierto es que no es para menos pues, según explicaba uno de sus hijos, Manuel Docampo, su padre no probó ni gota de agua a lo largo de sus últimos años de vida. «Cuando estábamos en casa, entre él y yo podíamos bebernos más de 200 litros al mes», señalaba en una entrevista en exclusiva al diario español. Su amor por este tipo de bebida no tenía límites. De hecho, era capaz de meterse entre pecho y espalda hasta un litro y medio al día. Tampoco solía rechazar un chupito de aguardiente con el desayuno para despertarse con energía.
Todo este alcohol le mantuvo siempre joven y sano pues -hasta sus últimos años- tuvo una salud envidiable. Así lo demuestra el que no tuviese necesidad de tomarse un antibiótico hasta los 103 años. No obstante, pasar el centenar de primaveras -como es lógico- fue mellando su ánimo. Tal solo dos años después, sus hijos le sacaron de la residencia en la que vivía para cuidar de él y poder pasar juntos sus últimos momentos en este mundo. Al final, su momento llegó después de sufrir una severa neumonía contra la que no pudo luchar.
Antonio Docampo García, tal y como determina «La voz de Galicia», vino a este mundo en Ribadavia (al suroeste de Orense) hace 107 veranos. Picapedrero desde los 9 años, nuestro protagonista terminó alistándose en la Guardia Civil y, allá por 1936, luchó en la Guerra Civil por el bando franquista. Para su desgracia, durante la contienda tuvo que lamentar la fin de su hermano. Uno de los momentos más tristes de su vida, según dijo en su momento. Con todo, pudo cobijarse en el amor de su esposa, a la que volvió a ver tras la lucha.
Posteriormente dedicó su vida a cultivar uvas y producir vino. Una actividad que le permitió apartar un buen pellizquito para él. En ese momento fue cuando empezó a meterse entre pecho y espalda un litro y medio de vino en cada comida. Aunque siempre de lo que producía, una bebida que -aunque solía estropearse en pocos días- era sumamente natural. Es seguro que eso no fue un problema, pues -con el saque que tenía para el tinto- muy probablemente el brebaje no tenía tiempo para avinagrarse.