El recurso de defensa del discurso COMUNISTA es negar las acusaciones. El marxismo cultural no es ninguna teoría de la conspiración

frenlib

Madmaxista
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Los marxistas y gente ignorante que simpatiza con las ideas progresistas en general, en su incapacidad para debatir y argumentar en contra de las críticas puntuales hacia su ideología y manifestaciones recurren a la arrojadiza y fracasada frase negacionista: "el marxismo cultural no existe, es una teoría de la conspiración de la ultraderecha". De esta forma cierran infantilmente el diálogo dejando fuera toda posibilidad de debate y donde irónicamente desde un enfoque conspiracionista acusan a sus detractores y críticos de “ultraderechistas”, término por demás impreciso y abstracto en su propia definición política.

De la misma manera que desde antaño los comunistas niegan las razas humanas con la desgastada frase del antropólogo socialista Franz Boas: "las razas no existen, son una construcción social". Ahora los comunistas al verse atacados y acorralados en sus discursos se blindan con el recurso de la negación, negando la naturaleza de su propia ideología y omitiendo la historia y desarrollo del pensamiento marxista a través de las reformas ideológicas y adecuaciones políticas que distintos grupos marxistas han llevado a cabo desde el siglo XX hasta nuestros días. Las mal llamadas ideas “progresistas” no son una creación espontánea y apolítica de la sociedad moderna que busca moldear la cultura para acercarnos a una “sociedad ideal más justa”, por el contrario, esto es totalmente ajeno a la realidad. Los discursos progresistas se originaron en universidades y organizaciones de ingeniería social a través de planteamientos y análisis de autores marxistas desde el siglo pasado que buscaban y buscan cambiar la cultura y la estructura social, más específicamente la sociedad del llamado mundo occidental. Es un hecho histórico perfectamente documentado que data desde principios del siglo XX hasta la actualidad, por lo tanto negarlo es un despropósito que ofende al sentido común, es un insulto a la inteligencia.
Bien pero ¿por qué los comunistas y despistados lo llaman teoría de la conspiración?

En términos concretos, una teoría de conspiración es el conjunto suposiciones mediantes las cuales (sin ninguna evidencia) se pretende dar explicación a un acontecimiento o una serie de acontecimientos de enorme trascendencia para la historia política, social y económica de un país o del mundo, tras los cuales suele estar un grupo secreto de gran poder.

Esto definitivamente no encajaría en la pretensión de los comunistas y despistados de etiquetar como “teoría de la conspiración” a una realidad socio-cultural y política cuya historia y naturaleza se encuentran documentadas y cuyas fuentes que respaldan esta realidad son abiertamente públicas y se pueden consultar. No son fuentes apócrifas ni surgidas de sitios conspiranoicos, son datos que pertenecen a la historiografía avalada académicamente.

El marxismo cultural, o también, neomarxismo, nueva izquierda, liberalismo cultural, o izquierda cultural, es una corriente ideológica que interpreta y aplica conceptos marxistas en términos socioculturales en lugar de económicos, utilizando una síntesis de las ideas de Karl Marx y de Sigmund Freud. Comenzó formalmente con la fundación de la neo-marxista Escuela de Frankfurt, en Alemania, en 1924. A partir de los años 1960 se fue extendiendo por todo Occidente, y en menor medida fuera de él. Esta interpretación creó un conjunto de ideas surgidas como forma de subversión contra diversos valores tradicionales y otros elementos fundamentales de la sociedad occidental como la familia, la religión, la sexualidad, la raza, el nacionalismo e incluso el arte, a los que considera "atrasados", "obsoletos" u "opresivos". El rasgo característico de este ‘nuevo comunismo' es que reduce toda realidad a un fenómeno cultural, ya que con ello puede intervenir para modificarla. Esta subversión cultural se disfrazó bajo el eufemismo de Teoría Crítica cuya metodología es aplicar una "crítica" en base a la "deconstrucción" de las que considera "construcciones culturales" y poder así atacar y erradicar cada uno de los aspectos, características e instituciones propios de la sociedad occidental-europea a la que considera y señala como "opresiva". Para ganar su creciente influencia sus discípulos han buscado obtener el control de todas las instituciones culturales como escuelas, universidades, medios de comunicación y la industria del entretenimiento. Por ejemplo, en los años sesenta el activista Rudi Dutschke, fuertemente influido por las ideas de Antonio Gramsci propugnó abiertamente subvertir a la sociedad infiltrándose en instituciones como estrategia para establecer las condiciones para la revolución, lo que denominó como la "marcha larga a través de las instituciones". El término "marxismo cultural" no se libra de controversias y confusiones ya que si se toma en cuenta que la característica fundamental de la doctrina marxista era su énfasis en la economía y el materialismo, es decir, la economía como determinante de todo lo demás, y que para Marx, el papel de la cultura y las ideas era secundario y sólo resultado de la estructura económica, entonces este "marxismo cultural" sería una contradicción en los términos: no sería realmente "marxista" y los actuales "marxistas culturales" habrían sido atacados por el mismo Marx. Sin embargo, aunque pueda parecer terminológicamente contradictorio, lo cierto es que esta nueva doctrina continuó con la narrativa marxista fundamental de que "la historia es la lucha entre opresores y oprimidos", para alcanzar, con distintos medios, muchos de los objetivos del marxismo original.

A esta evolución del pensamiento marxista se le conoce como marxismo cultural, que independientemente de lo que planteaba Marx, sus seguidores revolucionarios (y abiertamente comunistas) creían y creen que el objetivo marxista de un mundo ideal libre de todo tipo de explotación y desigualdades puede conseguirse por medio de otros enfoques y estrategias revolucionarias. Esto no es en absoluto una suposición, todos estos planteamientos e ideas fueron publicadas por autores comunistas y pueden consultarse abiertamente, un hecho que invalida axiomáticamente la acusación de ser una “teoría de la conspiración”.

El abandono que los comunistas hicieron de su lucha en el plano económico (obrero-capital) para combatir en el plano cultural, está documentado en las bases ideológicas, preceptos y activismo intelectual de la Escuela de Frankfurt, ésta afirmación no es una teoría y tampoco son interpretaciones “ultraderechistas” o lo que signifique dicho término. La existencia histórica y las motivaciones de la Escuela de Frankfurt no son una suposición sin fundamentos ni evidencias como el afirmar que en el área 51 hay naves alienígenas o que hay una red de pederastas en Hollywood (aunque en esto último haya elementos que lo indiquen como una alta probabilidad), la escuela de Frankfurt es por el contrario, un hecho histórico, se saben los nombres de sus fundadores e integrantes y la literatura generada por los mismos se puede consultar.

No me extenderé relatando la historia de esta escuela de pensadores sociales, iré al grano. En el marxismo económico, las leyes de la historia requieren la eliminación de los propietarios de los medios de producción y la expropiación de dichos medios por el Estado. En el marxismo cultural, quienes deben desaparecer son todas aquellas personas que conservan patrones culturales europeos. Las personas de cultura occidental son por definición una clase opresora y malévola por naturaleza, independientemente de su situación económica. En contraste, la nueva clase oprimida y buena por naturaleza está constituida por todos los individuos no occidentales, como neցros o chicanos. Esta última posición retoma claramente la idea del buen salvaje de Rousseau. A las razas no europeas hay que añadir grupos como los gayses y las feministas.

Como conclusión, podemos ver que los marxistas post-leninistas no se autodefinen como “marxistas culturales” sino simplemente marxistas, comunistas o socialistas. Para ellos tampoco es necesario agregar el prefijo ‘neo’, aunque en la práctica sus ideales sean una evolución del marxismo, ellos se siguen considerando marxistas sin más. Los marxistas clásicos rechazan a los nuevos marxistas, pero sea como fuere, quienes dominan el campo cultural en occidente se autodefinen como marxistas, de tal forma que discutir si llamar a su ideología “marxismo cultural” o “marxismo” sin más, resulta totalmente irrelevante. Y peor aún resulta negar que la ideología marxista domina los aspectos socio-culturales del mundo occidental, negar la realidad es completamente absurdo.

Como esto no es ninguna teoría de la conspiración, puedo y dejo a continuación las fuentes bibliográficas más destacadas de los autores del marxismo cultural y la Escuela de Frankfurt. No es mi problema si a estas alturas todavía hay algún despistado con problemas cognitivos o tiene pereza para leer e investigar.

Herbert Marcuse

Obras:

Tumba de Herbert Marcuse

H. Marcuse y los orígenes de la teoría crítica (2010)

Entre hermenéutica y teoría crítica. Artículos 1929-1931 (2011)

Sobre Marx y Heidegger. Escritos filosóficos 1932-1933 (2016) (Editorial Biblioteca Nueva, Madrid)

Acerca de los fundamentos filosóficos del concepto científico-económico del trabajo (1933)

The Struggle Against Liberalism in the Totalitarian View of the State (1934)

Razón y revolución (1941)

Eros y Civilización (1955)

El marxismo soviético (1958)

El hombre unidimensional (1964)

Tolerancia represiva (1965)

Cultura y Sociedad (1967)

Acerca del carácter afirmativo de la cultura (1936)<ref>

El final de la Utopía (1967)

La sociedad industrial y el Marxismo (1968)

Un ensayo sobre la liberación (1969)

Psicoanálisis y política (1969)

Ética de la Revolución (1970)

La Sociedad Opresora (1972)

Contrarrevolución y Revuelta (1972)

The Aesthetic Dimension (1977)

La agresividad en la sociedad industrial avanzada y otros Ensayos (1979)

Protosocialism and Latecapitalism. Toward a theoretical synthesis Based on Bahro's Analysis

Guerra, tecnología y fascismo. Textos Inéditos. (2001)

Citas relevantes que describen a la perfección las ideas del marxismo cultural, no hay conspiración alguna:

Las 23 mejores frases de Herbert Marcuse



Antonio Gramsci

Obras:

Los 32 Cuadernos de guandoca, de complejas 2848 páginas, no fueron destinados a la publicación. Contienen reflexiones y apuntes elaborados durante su reclusión y se iniciaron el 8 de febrero de 1929 para ser definitivamente interrumpidos en agosto de 1935 a causa de la gravedad que había alcanzado su estado de salud. Su cuñada Tatiana Schucht los numeró sin tener en cuenta su cronología cuando los sustrajo, con ayuda de Piero Sraffa, de las inspecciones policíacas para entregarlos al banquero Raffaele Mattioli, secreto financiador de las redacciones de Gramsci, el cual las confió en Moscú a Palmiro Togliatti y a los otros dirigentes comunistas italianos.



Tras diversas discusiones los Cuadernos fueron revisados por Felice Platone y publicados por la casa editora Einaudi junto a sus Cartas de la guandoca remitidas a los familiares en seis volúmenes ordenados por temas homogéneos, bajo los títulos:

El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce (1948)

Los intelectuales y la organización de la cultura (1949)

Il Risorgimento (1949)

Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno (1949)

Literatura y vida nacional (1950)

Pasado y Presente (1951)

En 1975 los Cuadernos fueron publicados en su original italiano en edición de Valentino Gerratana según el orden cronológico de su elaboración. Y también fueron recogidos en volumen todos los artículos escritos por Gramsci en Avanti!, en Grido del Popolo y en L'Ordine Nuovo. En idioma español esta edición crítica de Valentino Gerratana se publicó en México, en el año 2000.

En 2013, recopilados por Diego Bentivegna, se publica una recopilación de sus Escritos sobre el lenguaje (Buenos Aires: Eduntref), tema que fue preocupación constante en su obra desde sus tiempos de estudiante y discípulo avanzado de Matteo Bartoli en Turín.

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