El engaño New Age (y la supresión del sagrado masculino)


Lo creas o no, lo es. En el hinduismo se muestra con el concepto de Maya. Todo es Mente.

Pero entiendo que desde dentro es difícil entenderlo. Es como decirle a un pez que se dé cuenta de que está en el agua. Hasta que no sale de ella, no experimenta el contraste para poder diferenciar lo que es el agua.
 

Es uno de los principios herméticos, si no el primero.

Y no lo digo por eso, sino porque es constatable a través de la experiencia.

La materia, es como la materia de un sueño. Aparenta solidez, pero es energía en vibración. Esto se puede llegar a VER. Y al igual que en un sueño, está hecha de consciencia.

Esto significa que a mayor estado de consciencia, la realidad manifestada es literalmente distinta. De ahí que se hable de un Edén, de un estado original en armonía, sin división entre consciente e inconsciente. Como el sueño lúcido, al ser consciente de estar soñando, puedes crear a voluntad.

Supongo que suena a ciencia-ficción, pero ese es el MENSAJE.

Si te parece cosa gnóstica, supongo que es cosa tuya. Yo desde luego no soy relativista jovenlandesal, todo lo contrario. Pero sí considero este plano o estado de consciencia como algo a trascender, y que existen otros planos o estadíos de consciencia más elevados.

Todo esto se puede VER con enteógenos, por ejemplo. Pero también cada uno es libre de considerar que pueden ser experiencias engañosas, o que uno ve lo que quiere ver, o que incluso es manipulado por entidades... a lo mejor estoy completamente equivocado y engañado, y en realidad influyo negativamente y confundo a otros incluso creyendo honestamente que esa es la Verdad. Cada uno ha de discernir por sí mismo. Y en eso estamos todos. O deberíamos.
 

Bueno, yo creo que no solo es cosa del cristianismo, sino también del hinduismo y otras religiones orientales. El hinduismo específicamente habla del sueño de Brahma y de que la realidad de las formas es Maya, una ilusión. Y todas en sí buscan una trascendencia del ser, un regreso hacia una esencia espiritual más pura.

Entiendo perfectamente el punto de vista de reconciliar lo material y lo espiritual. Pero me cuesta comprender por qué cuando uno dice que la realidad es una ilusión, una proyección mental, se interpreta que entonces se desprecia lo terrenal. Supongo que es una especie de mecanismo de defensa. Yo no veo problema en ello, es más, cuando se entiende, resulta bastante liberador, porque a fin de cuentas no somos este muñequito parlante.

Lo que aquí tenemos, y para lo que encarnamos, bajo mi punto de vista son experiencias para extraer conocimiento de ellas y evolucionar a nivel de consciencia. Son para aprender determinadas cosas a través de la experiencia, como una especie de realidad virtual interactiva.

Y en este estado de separación, de olvido de quiénes somos y dónde estamos, en esta realidad dual, estamos para tomar conciencia de lo que es y lo que no es, para aprender a reconocer la diferencia. El Bien y el Mal. La LUZ y la Oscuridad. A través del contraste y en carne propia. Y es bastante duro porque uno cree ser el personaje, que está atado al tiempo, y que teme la fin. Y que dicha ignorancia alimenta en consecuencia una realidad hostil, en la que ha de aprender que existe una parte depredadora y verdaderamente chunga que procede de la inconsciencia, de los instintos básicos, y que se ha de domar para no desviarse del camino.

Claro que de ahí al puritanismo y la represión va un trecho. Yo siempre hablo de equilibrio. Pero eso es lo difícil, lograr ese equilibrio. Contemplar las dos caras sin perder la perspectiva de la totalidad.

El diablo siempre es representado con cuernos. Y, de hecho, es un gesto que les encanta hacer a nuestros amigos masones. Y es porque representa la dualidad, donde gobierna el Mal. Todo nace de la ilusión de separación. No hay división con el Creador. Pero para reconocerlo en uno, uno ha de alinearse con el ESPÍRITU. Y eso implica, primero, discernimiento para reconocer el Bien y el Mal. Y, segundo, la fuerza de voluntad para elegir lo correcto, sin dejarse desviar por la tentación de hacer lo incorrecto.

Y cuando explicas esto y ves cómo te miran, entiendes que en realidad, en el fondo de sí mismos, la mayoría no desean asumir esa responsabilidad por lo que implica. En realidad quieren una Matrix que les diga lo que tienen que hacer. Y eso también es duro. Porque, por otro lado, entiendes que así sea.

El humano, por lo general, es como alguien agarrándose a la miseria por miedo a perderlo todo, cuando en realidad si soltara esa miseria obtendría TODO a cambio. Eso es el ego, aferrándose a sí mismo, y a la idea de la materia.

Aquí todo es efímero, todo perece. El tiempo devora a sus hijos.
 

La Sabiduría se encuentra en el Silencio.

Recuerda el Poimandres.
 

¿Y no te parece que es precisamente esa lucha, ese conflicto entre lo interno y lo externo, lo que inicia el camino espiritual? Si no la hubiera, tampoco se produciría inquietud, no habría una necesidad de liberación del espíritu al sentirse atrapado en la materia, y no se cuestionaría la naturaleza de la realidad. Lo que en las películas de Matrix simboliza la pastilla roja.

Si despertamos es precisamente porque algo no nos cuadra, nos rechina... "como una astilla clavada en tu mente".
 

El Bien es la verdad, la verdad pertenece al universo espiritual, por tanto solo es accesible a través de la sabiduría, que pertece al alma, y no de los sentidos, que pertenecen al cuerpo material.

La manera de conectar con tu alma y por tanto acceder a tu sabiduría es a través de la meditación. Desconectar tus sentidos para elevarte sobre la materia y entrar en un estado similar al del sueño lúcido. Y para meditar es necesario el silencio.
 

La Materia es fruto del amor del Creador, y como tal debe ser apreciada y respetada. Lo que no significa que haya que someterse a ella. Al igual que a los niños se les ama pero se les disciplina, también nuestra parte material tiene que ser disciplinada para mantenerla en el debido equilibrio. Si no disciplinas a los niños, se convierten en demonios malcriados.

Las doctrinas que sitúan el origen del Mal en la materia son erróneas. El origen del Mal está en fallas espirituales que se manifiestan en desequilibrios en nuestra relación con la Materia. Los pecados capitales tienen su germen en la corrupción de las virtudes espirituales. La materia en esas circunstancias se convierte en un elemento tras*misor y manifestador de esa corrupción del Alma. Sin embargo, en un Alma equilibrada, la materia se convierte también en un elemento tras*misor y manifestador de esa elevación espiritual.

La Materia, como elemento creado, es la manifestación de lo mejor y de lo peor de su creador. Debemos esforzarnos porque nuestras creaciones sean manifestación de lo mejor de nosotros mismos.
 
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