Precisamente. Por que afirmo que no se, creo en Dios.
Yo manifiesto y me declaro ignorante, y por ello deseo conocer la verdad acerca de Dios. Así, en la medida que avanzo en la cuestión voy conociéndola. En cambio Ud ya ha decidido que la búsqueda de Dios es propio de necios e ignorantes y por tanto la desecha. En la medida que se ocupa en buscar alternativas que respondan a la cuestión divina se separa del conocimiento de la misma.
No te confundas. Yo busco respuestas, no busco a Dios, esa es la diferencia.
Si las respuestas conducen a la Ignorancia o al Sometimiento ("ten fe"), a todo eso lo llamo por su nombre, no uso trucos.
Cuando no se sabía por qué se movían los planetas, se le atribuía a los dioses. Incluso el gran Kepler se dedicó a deducir las leyes del movimiento y no a su causa. Es la atracción entre dos cuerpos con la fórmula de la Gravitación Universal la que permite deducir el movimiento y predecirlo. Al revés también funciona, y visto un movimiento de un objeto estelar, se deduce su masa.
Tu lo que quieres es que yo ponga al Dios al final, en la pregunta ¿Y qué shishi es la “Gravitación Universal”? Diciendo “la hizo Dios, claro”, pues no, lo que hay en la respuesta es Ignorancia, también en mayúsculas. Todos los sabios que le dieron una cualidad divina al movimiento de los planetas, eran ignorantes ¿O no?.
Al final, la gente como tú le acaba dando un significado ontológico al Ser “mi Ignorancia es el Ser”. Es que no falla.
Regodearse en la ignorancia es de necios: “ Por que afirmo que no se, creo en Dios”, te lo respeto, pero es incompatible con mi forma de ser y compatible con la definición del diccionario acerca de la necedad, sin ánimo de ofender.
¿Quién es el necio el que confiesa el vacio de su ignorancia y se afana en llenarlo de respuestas, o quién ya está lleno de si mismo y con ello se cierra la puerta al conocimiento?
Hay dos clases de ateos y de agnósticos, los que lo son por ignorancia, es decir aquellos que como Tomás no creen si no ven y los que lo son por decisión, es decir aquellos que de antemano niegan la posibilidad cerrándose así la puerta del conocimiento de la verdad. Los primeros los son desde una certeza, la ignorancia manifiesta, que no es mala en si misma pues puesde superarse mediante la búsqueda de respuestas. Pero los segundos lo son desde un prejuicio, cosa que no puede superarse mientras el prejuicio no se rompa.
“El conocimiento de la verdad”, supongo que referido a la metafísica, a aquello que nos tras*ciende y para lo que no tenemos posibilidad de medir con sensores. Esa verdad no es de mi incumbencia (la doctrina actual de la iglesia dice lo mismo, “compatibles, más no miscibles”). El conocimiento de esa verdad no científica es una pérdida de tiempo.
Esto es como si me sorprendes sentado en una silla, ante un hormiguero. He decidido interesarme por ellas, las hormigas, más no haré por hacerme notar. De vez en cuando agitaré una ramita y alguna de ellas se interesará. Salvaré a las que me rindan pleitesía, incluso si son “malas” (y se arrepienten, claro) y luego, en el día de un juicio, quemaré casi todo y me llevaré a las elegidas a un terrario, donde las inflaré a lo que más les guste. Pensarías, como poco, que es una excentricidad. Pues es la “explicación” que le das tú a la cuestión de por qué somos en vez de no ser: una excentricidad, un capricho del que nos crea para que no podamos sentirlo y nos torturará en base a unas normas que mayormente ya teníamos sin ellos, los dioses.
Si además te digo que me he enviado a mí mismo al hormiguero para autosacrificarme pero sin ser yo mismo, yo pero como que no soy yo, ya pensarías seriamente en que estuviera tocado.
Pongamos por caso la paradoja del gato de Schrödinger. Un verdadero científico tendrá en cuenta que el gato puede estar vivo o muerto y desde ahí profundizará en el conocimiento de la realidad cuántica. En cambio un necio afirmará de antemano que el gato está vivo o muerto porque el animal no es un sistema cuántico y de esta forma obviará el conocimiento de dicha realidad.
No tienes ni idea.
La Interpretación de CopenHague explica que ese gato está “vivomuerto” y que su estado es una función de onda que colapsa cuando el observador abre la caja. Decir “puede estar vivo o muerto” es incorrecto, pues está ambas cosas a la vez (si realmente es una gato cuántico, uno normal, pues no). Aunque parezca demencial, la mecánica cuántica es así de rara y está más que probado que así es la realidad de lo muy pequeño.
Interpretación de Copenhague - Wikipedia, la enciclopedia libre
Cuántica sin fórmulas - El Teorema de Bell - El Tamiz
Es típico de creyentes sometidos, con comodín del dios para la Ignorancia, suponer que sus interlocutores no creen en los dioses por ignorancia. No lo podeis evitar. Y encima me sacas un tema científico, un área en donde la gran mayoría de personas se manifiestan no creyentes, por algo será.
En todo caso le recomiendo que no ceda Ud en su prejuicio. No le ceda ni un átomo de su ser a Dios, pues éste tiene la costumbre de colarse por el más pequeño de los resquicios.
Un saludo
Gracias, eso haré, no recurriré a la ontología como truco para calmar mi miedo a la fin, me enfrentaré a eso como un machote y no como un acojonado que encima necesita a otros acojonados que le refuercen la idea. Suerte en tu labor evangelizadora, eres malísimo en ésto.