Si. El Concilio Vaticano II fue un error. Pero no el único error, el meollo de la educación era la Universidad y no estaba en manos de la Iglesia. La jerarquía de Roma puede criticar, aunque como comentas al final recapitulasen (como también hicieron con el Concilio), pero quién gobierna es Franco y la mayoría de la Iglesia española que era franquista, como la mayoría de españoles, lo apoyaban, aunque ahora haya gente que venda lo contrario.
Hay muchos factores la sucesión, la apertura al exterior, el boom turístico...
La desafección de parte del tradicionalismo por el maquinismo industrial parece un gol por la escuadra propagandístico por parte de la plataforma política revolucionaria de origen noreuropeo antihispano. Sin la maquinaria moderna y con la excusa de mantener cierta “pureza”, se desarma –pues se le despoja de las herramientas de proyección modernas, un armamento real- a la plataforma reaccionaria, tradicional, hispánica, como se quiera llamar. También influye el poder de cierta épica e imaginería de ejército sin armas, muy “humano”, a pecho descubierto.
La realidad es que hay ejemplos de constitución “tecnotradicionalista”: desde el ascenso de la reaccionaria e industrial Prusia, posteriormente Alemania, al caso de China, un imperio futurista que emerge de un mundo feudal agrario, incluso el ascenso de Stalin, que siempre fue bastante conservador y “rusista” frente a las tesis de otros como Trotsky.
Desde el solar patrio algunos lo entendieron como aquella tesis de Falange de hacer la revolución para traer la reacción; desde la izquierda hispanista tenemos el concepto de “Revolución española” de la Escuela de Oviedo (procatólica y que se opondría a la “Revolución francesa”, anticatólica), pero acaso el que mejor lo entendió fue nuestro gigante Ramiro de Maeztu, cuando decía que la Hispanidad sólo necesitaba adoptar y traer de fuera las soluciones de la esfera técnica e industrial, pero jamás de la esfera de lo humano. Y se hizo al contrario: se claudicó en lo humano (nos protestantizamos, empezando por la Iglesia con su Concilio Vaticano II) sin traer jamás lo técnico a la escala que merecemos. La Hispanidad sigue siendo un mundo agrario y de servicios y tiene una cita pendiente con la gran industria. ¿Para cuándo un Plata o un Guadalquivir como la Padania o el Rhur?
El hombre es más poderoso de lo que parece y las estructuras humanas subsisten en todo medio tecnomaterial, por avanzado que parezca. Se puede criticar la idea general de que el hombre perece ante la máquina: el hombre perce por la fin espiritual. Y se puede criticar que las máquinas no puedan producir geometrías humanistas.
En el “paisaje digital” de Internet, los usuarios –el paisanaje- se agrupan en eso que algunos llaman “cámaras de eco” o agrupaciones de usuarios de similar ideología, pero que no es más que una versión moderna del concepto de fuero (el foro como fuero): el hombre organizándose libremente en geometrías complejas frente a la dilución abstracta absolutista.
En el “paisaje analógico” de lo urbano y territorial, cuando la gran ciudad coloniza y engulle completamente el paisaje, más que anular lo rural, lo que ocurre es que lo reinterpreta. El neorruralismo tecnológico no es más que una forma natural de conciliar técnica y tradición. Puede interesar especialmente lo que ocurre en los cinturones y flecos de las grandes cosmópolis hispanas, por ejemplo la periferia madrileña en contacto con la Sierra o las vegas de los afluentes del Tajo, como espacio de investigación de estas nuevas geometrías.