La 2a parte.
Durante un tiempo fui asidua a un canal de irc que se llamaba #trivia. Además de las consabidas partidas de trivial era un sitio muy divertido para charlar. Participaba también un chico de Bilbao que me dijo un día que se trasladaba a Barcelona a vivir. Le propuse quedar un día y enseñarle Barcelona por encima. Quedamos en la plaza España, en un lugar concreto. Nunca había visto ninguna foto suya así que no sabía cómo reconocerle. Llegué al lugar que habíamos quedado con el coche y vi un hombretón guapo a rabiar que se acercaba con una amplia sonrisa, abrí la puerta del coche y le dije - Hola, no sé si eres el que vengo a buscar pero no importa, sube.
Al cabo de la semana él seguía buscando piso para compartir y le propuse instalarse en mi casa mientras lo encontraba. El roce hace el cariño y a los días y a los días compartíamos factura de la luz y cama. El dejó de tener prisa por buscar piso. n día le dije el temible - Tenemos que hablar - y le expliqué mi punto de vista, que prefería que buscara piso y seguir con nuestra historia cada uno en su casa. Le pareció bien. Era un hombre tranquilo al mejor estilo John Wayne. Continuamos juntos más de un año viéndonos los fines de semana y hablando por teléfono entre semana. Un día de verano me dijo que se había enamorado de su compañera de piso y que ella era ultracelosa por lo que además de dejarlo tampoco podríamos vernos ni apenas hablar por teléfono. A mí me dolió porque estaba viviendo una historia de amor tranquila y sosegada en lo emocional y muy gratificante en lo sensual pero ¿qué se le iba a hacer? si el amor se va, se va. El entró en una dinámica de amores perros con su compañera de piso hasta el extremo que ahora forma parte de la sección misógina, fue a dar con doña histeria pobrecico mío. Yo podría haber seguido con nuestra relación LAT (live apart together) el resto de mi vida pero sobre el corazón es difícil mandar y él no gobernaba el suyo. Seguimos siendo muy amigos y nos llamamos y nos vemos de vez en cuando.