En mi caso amor virtual, lo que se dice amor virtual, o al menos lo de las hormiguitas por el estómago y tal sólo lo he sentido por Campana :fiufiu: Quicir que nunca me he enamorado de nadie por internet.
Pero sí he tenido dos relaciones muy intensas y diferentes con dos hombres que conocí en los canales del irc. El primero ha sido con diferencia el amor de mi vida, la persona de quien más enamorado he estado, la relación que más daño me ha hecho, la relación en la que más daño he hecho y la que me obligó a plantarme, quedarme quieta y empezar a mirar hacia el abismo interior para sacar lo bueno que hay en mí debajo de todo lo malo que rezumaba.
Me llamó la atención el nick tan rockero que tenía y fui yo la que entré en conversación con él. Teníamos en común los mismos gustos musicales, un sentido del humor entre irónico y neցro y que vivíamos a unos 30 km el uno del otro. Al poco decidimos conocernos, quedamos en un bar de música blues, nos tomamos unas cervezas, tarareamos todo el repertorio de música que nos sabíamos y una cosa llevó a la otra. Llevó a otra cita, quiero decir y luego a otra, y a otra. Él era espantosamente joven, algo así como 14 años más joven que yo. Su progenitora, curiosamente, había sido compañera mía de carrera. Al cabo de 3 meses de ir viéndonos de vez en cuando, muchas cervezas, algún concierto, mucha música y algún porro nos encontramos mirándonos con ojos distintos, tan distintos que acabamos metidos en un cajero automático amando como conejos a los que se les acaba el mundo (todavía estoy a la espera de ver ese video en youtube :
: )
La relación duró 2 años. El tenía novia y le costaba dejarla. Es un capricornio de los pies a la cabeza, todo prudencia y "bienquedez". Lo dejamos correr hasta que él hubiera arreglado sus asuntos. Al cabo de un mes corríamos otra vez el uno en los brazos del otro. Recuperé las viejas costumbres juveniles de ir de vacaciones en tienda de campaña, dejar de quedar durante las fechas de exámeness, alir viernes y sábado por la noche a emborracharme y pasar el domingo tirada en casa con una resaca horrible, meterme nuevamente en pleno chupinazo, resistir 7 días de sanfermines. Por amor probé el montañismo, el esquí, hice parapente... conocí docenas de grupos de rock de los que giraban en garitos infames. Todo muy intenso y gratificante.
Al año y medio yo seguía absolutamente loca por él y él empezó a llevar mal la relación. No era sólo la diferencia de edad y la cara que le ponía su progenitora cada vez que le decía que venía a pasar el fin de semana conmigo, también pertenecíamos a mundos diferentes. El era joven, sí, pero en su interior emergía ya un adulto conservador, apoltronado y conformista. Amante de las buenas costumbres, el orden y la ley. Yo era bastante mayor que él pero las buenas costumbres, el orden y la ley me las pasaba por el arco del triunfo. Empezó un tira y afloja perverso. El ya había tomado la decisión de no querer continuar pero no se atrevió a ejecutar la pena así que pensó que sería mejor que lo hiciera yo; me plantaba cuando faltaban 5 minutos para quedar, si me enfadaba porque no me había avisado me decía que sí lo había hecho, me decía que era una histérica y que era normal que decidiera quedar con los amigos cuando ya habíamos hecho planes para pasar un fin de semana fuera. Por supuesto llegué a ser una histérica, pero no por mucho tiempo.
Una mañana que estaba ojeando la Vanguardia leí en la contraportada una entrevista a Walter Riso, un psicólogo argentino que había escrito un libro titulado "¿Amar o depender?" en la que hablaba de distintos tipos de dependencia. Me vi tan identificada que ese mismo día pedí tiempo muerto. Compré el libro de Riso, que me creó más confusión que otra cosa pero que me llevó a otro libro de título infame pero de contenido alquímico para mí "Como mejorar su autoestima" (si algún libro puede tener peor título que ese... para mí, que odiaba los libros de autoayuda, de hecho aún sigo sin tenerles mucha simpatía en general)
Pasé más de un més dedicada al autoanálisis con unos resultados sorprendentes. Lloré los 7 mares y alguno más, me peleeé y me reconcilié virtualmente con mi progenitora, hice las paces con por lo menos 6 alter-egos que vivían (y viven) dentro de mí. Un sábado de madrugada me llamó, no recuerdo para qué pero su idea era montar una nueva bronca. No sentí ni angustia, ni miedo, ni enfado. Le dije que habíamos terminado para siempre, colgué el teléfono y no tardé ni 2 minutos en volverme a dormir.
Le seguía queriendo con todo mi ser pero ni él ni yo merecíamos bailar siempre con lo peor de nosotros mismos. Seguí estando enamorada de él durante un par de años más, hasta que conocí a mi siguiente pareja, o incluso puede que más tiempo. Si echo la vista atrás sigo estando enamorada. Nunca ha habido otros ojos como los suyos, ni otra sonrisa, ni otro pelo ni otro cuerpo, nunca ha habido otros gestos ni otra voz, ni otra risa ni otras bromas. Pero nunca, nunca me he arrepentido de dejarle.