Otra vez este tema, a mí ya me da pereza volver a hablar otra vez de lo mismo.
Los seres humanos han consumido gluten desde que empezaron a cultivar la cebada y el trigo hace 10.000 años. El pan ha sido un alimento básico durante miles de años y durante todo ese tiempo no existió obesidad en la población.
La epidemia de rellenitos es un fenómeno reciente de las últimas décadas y es consecuencia del sedentarismo y de la industrialización y el procesamiento artificial de los alimentos, que ya no son producidos de forma natural porque sale más rentable inflarlo todo de cosa aunque a largo plazo te destroce la salud. Porque en esta sociedad enferma en la que vivimos lo único que importan son los beneficios a corto plazo.
El pan como la gran mayoría de alimentos hace mucho tiempo que no se hace de forma natural. El trigo ha sido seleccionado y modificado genéticamente y se usan levaduras artificiales, impulsores y acelerantes para sacar el pan en el menor tiempo posible. Usar las variedades de trigo que cultivaban nuestros antepasados no es rentable porque su rendimiento es menor. Respetar el proceso natural de fermentación de la masa del pan tampoco es rentable porque es demasiado lento. El problema es que si no dejas que los fermentos se tomen el tiempo necesario para hacer su trabajo, que es digerir el gluten rompiendo las cadenas de proteínas para transformar la estructura del gluten y convertir el pan en un alimento nutritivo y digestible, el resultado es un pan procesado, mal fermentado y que te hará una bola en el estómago provocando indigestión, gases, inflamación, mala absorción de los nutrientes y a largo plazo muchos problemas de salud.
Por tanto sí, son problemas provocados por el gluten, pero la culpa no es del gluten en sí sino del procesamiento artificial del pan. Es como si te comes un pez globo, te envenenas y le echas la culpa al pez. Pues no, la culpa es del chef que preparó el plato. Pero la propia industria alimenticia que nos envenena se aprovecha de la ignorancia de la gente para apiolar dos pájaros de un tiro y además colarnos todo el marketing del "gluten-free". Y ahí va un montón de gente a comprar esos productos pagando un precio superior por ellos, cuando en realidad la gran mayoría no tienen ningún problema de intolerancia al gluten como les quieren hacer creer. Es todo marketing y una gran mentira. Como las compañías farmacéuticas que crean primero la enfermedad y a continuación te venden la banderilla que resulta ser peor que la supuesta enfermedad.