Hace un par de años unos familiares me ofrecieron quedarme con la Picasso de su padre que había fallecido recientemente. Una 2.0 HDI de 90 CV, con 140.000 kms, hechos todos en carretera. Sólo la usaba para ir al pueblo o de vacaciones, puesto que en la ciudad donde vivía tenía una C15 para moverse. Todas las revisiones selladas en el servicio oficial. De chapa nueva y de motor en perfecto estado. Me costó 2000€. Trae todo lo que necesita. Motor eterno y duradero. Consumos ajustados, elevalunas, dirección, climatizador, ABS, airbag... Es del 2005. Ni etiquetas ni bananas. Para ir al pueblo y a la nave donde hago mis chapucillas, me sobra. Todo digital, que mola, pues parece un Casio f91w con ruedas. Desde que la tengo, le hago yo las revisiones y los mantenimientos. Aceites, filtros, discos, pastillas... Muy baratos los recambios. No necesitas nada más para viajar a gusto. Y carga, de corazones. He metido dentro una secadora, un frigorífico, palés, bicicletas.... Etc.
Que es antiestética, pues como pegar a un padre con un calcetín rezumado en la cara, pero resultona a más no poder, a la par de fiable, de barata y cómoda. Para ir a velocidades legales, de sobra, sin pantallas táctiles ni bananadas. Si no se ve el display, lo extraigo, quito la bombilla fundida, la pongo nueva y vuelve a la vida.
Me bajé el libro de taller y soy mi propio servicio oficial.
Eso es un coche, no las lavadoras con ruedas que hay ahora. Sin una pantalla táctil y sin problemas de actualización y con una autonomía acorazonante. Me he llegado a hacer 1000 kms con un depósito de gasoil.