Hay que atender a esos niños necesitados de sus desgarros anales provocados por los curas.
O las victimas de los coches bombas de "las religiones de paz".
Hay que matizar algunas informaciones.
No todos los curas son ******filos forzadores.
De hecho, algunos han sido quienes han denunciado estas conductas aberrantes con el ánimo de ponerles fin.
Es el caso de Carlo Maria Viganò, arzobispo interino de Ulpiana, quien acudió al Vaticano para informar de las conductas aberrantes del cardenal Theodore McCarrickr, autor de abusos demostrados, y del encubrimiento en que incurrió Tarsicio Bertone, secretario de estado de la Santa Sede.
A consecuencia de ese "tirar de la manta" Viganò fue expulsado del Vaticano y posteriormente excomulgado.
El Santo Padre se ha alineado con los verdugos, pero otros están con las víctimas.
Y en cuanto a los crímenes de la "religión de la paz" (todas las religiones tienen su historial criminal, y en este hilo he sido quien con mayor profusión ha denunciado los del catolicismo romano), toda religión abarca un arco tendido entre dos extremos que se contradicen: el misticismo y el fanatismo.
El místico reconoce el misterio divino que encierran todas las cosas.
El fanático se siente en posesión de una verdad que le autoriza a subordinar todo a ella, incluida la vida propia o de los otros, y que le legitima para imponerla con violencia.
TODAS las religiones han oscilado entre uno y otro polo:
- El cristianismo tuvo a los gnósticos del siglo II o los cátaros del siglo XIII como místicos, mientras que Inquisición, Cruzada o Don_Quijote (alias "el fari") representan su aspecto fanático.
- El Islam tuvo en el sufismo su polo místico, y en el salafismo su polo fanático.
- El judaísmo ha tenido en la Cábala su polo místico y en el talmudismo su polo fanático.
Podría seguir, pero creo que ceñirme a las tres religiones del libro vale como muestra.
El místico se afirma en la experiencia, mientras que el fanático lo hace en la creencia. Esa es la razón de que los místicos de TODAS las religiones hayan sido objeto de sospecha, cuando no de persecución o martirio.
El uso de la fuerza ha sido exclusivo de los fanáticos en todas las épocas, pero no puede concedérseles el ser la esencia de un credo.
Recuerdo cuando el 11-M de 2024 una alumna en clase exhibió una de las imágenes de la matanza de la estación de Atocha diciendo: "Esto es a lo que conducen las religiones".
Le fue respondido "La religión también puede ser un consuelo para las víctimas de este horror".
Así de paradójica es la realidad.