No hubo malformaciones fetales en ratas. Sí en conejos.
Sin embargo sí hubo otros daños fetales en ratas: fin y reabsorción de fetos:
(pág. 276)
Fetal resorptions after thalidomide administration in CF1 mice were more
frequent (15.5%) than in the control group (4.9%). Statistical analysis indicated
that this difference was significant (P = 0.01).
Sí, en ratas con déficits nutricionales: In Long-Evans rats, rendered hypovitaminotic by diets deficient in riboflavine, pantothenic acid, or α-tocopherol, the embryotoxic effect was enhanced by the daily peroral administration of 150 mg/kg of thalidomide during pregnancy, as evidenced by the increased number of fetal resorptions or malformations.
Ahora sí, genio, pero cuando se comercializó la talidominda no era el caso.
Claro, claro.
Corría el año 1953, una compañía farmacéutica suiza, Ciba, acababa de sintetizar una nueva sustancia cuyas consecuencias jamás imaginaron, la talidomida. Después de un periodo de pruebas extenso, no completaron su desarrollo al no encontrarle efectos farmacológicos apreciables. Sin embargo, otra compañía alemana, Chemie Gruenenthal asumió la responsabilidad de continuar el desarrollo de esta sustancia en 1954.
Según la propia compañía alemana, realizaron experimentos con la talidomida en monos, un paso indispensable para la evaluación del fármaco antes de ser aplicado en el ser humano, y no se encontraron efectos secundarios. Tampoco en conejas, ratas y cortesanas embarazadas a las que se les suministró el medicamento durante varias semanas.
Leer más: La catástrofe de la talidomida
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De todas formas, ¿a donde quieres llegar? La extrapolación de resultados animales a humanos es un PROBLEMON en la investigación, lo sabe cualquier investigador que ha de apañárselas para que le aprueben el resultado porque se sabe de sobra que un resultado en un animal dice muy poco de ese mismo resultado en un humano y por eso después de la fase preclínica hay 4 fases con humanos. Y aun así, cientos de fármacos se retiran por efectos segundarios graves.