Se pueden proponer todo tipo de utopías donde los seres humanos se auto-organicen armoniosamente, pero el hecho innegable es que esto nunca se ha concretado (el problema de raíz es el expresado en la Torre de Babel), y todo se resume en que los más fuertes (individualmente o en grupo) coaccionan a los más débiles. Es decir, una lucha constante por la supervivivencia, y una lucha que no se puede ganar. Sin Dios solo se tiene el reino de la fin en todos sus aspectos (fin, sufrimiento, guerra, etc). Estas dos únicas opciones es lo que se detalla en los primeros capítulos del Génesis, en el episodio del Edén.