Hará unos diez años me compré una Kymco de 125 cc. de la que me deshice pasado un tiempo. Por circunstancias, me venía muy bien para no tirar tanto de coche.
En mi vida había subido en una moto. Lo más parecido, bicicleta. Durante unos meses fui un peligro público, hasta que poco a poco le cogí el truco. Me fui dos veces al suelo (sin consecuencias físicas) y en una ocasión casi me pongo de sombrero el scooter por intentar subirla a la acera desmontado y sujetando con la mano del acelerador. Aprendí a no pisar señales horizontales ni las franjas de los pasos de peatones porque las ruedas perdían todo el agarre. Aprendí a frenar con tacto. También cómo inclinarme en las curvas. Me quedé sin gasolina, se me descargó la batería, me metí por autovía con el ojo ciego bien apretado.
¿A dónde quiero ir a parar con este rollo,? Pues a que se me autorizó a manejar un vehículo de 150 kg para el que no tenía la menor habilidad ni conocimiento. Simplemente porque tenía el carnet de coche con cierta antigüedad. Me sabía las normas de circulación y punto. Algo sin el menor sentido, creo.
Y no me compré un scooter de doble rueda delantera y 400 cc con la misma homologación porque se iba de precio. Pero era igual de legal.
Algo se debería examinar. Aunque sea una prueba práctica muy básica. A ver cómo queda la cosa.
www.lavanguardia.com
