La cruel orden de Stalin de disparar sobre sus tropas

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La cruel orden de Stalin de disparar sobre sus propias tropas si se retiraban - ABC.es



Afueras de Stalingrado, 1942. En una pequeña trinchera, un grupo de no más de 50 reclutas del Ejército Rojo cargan sus fusiles Mosin Nagant en espera de la llegada de la batalla. De repente, las balas silban cerca de sus oídos y se percatan de que los alemanes llegan a cientos. No importa, deben defender a la «progenitora Rusia». Así pues, cada uno levanta el arma y dispara tantas veces como puede a las siluetas ataviadas con la esvástica. Aunque muchas de ellos caen entre quejidos, la fuerza de los alemanes es demasiada y, en pocos minutos, los soldados soviéticos empiezan a caer bajo el plomo enemigo.

En el desconcierto, se oye un grito: «¡Es imposible, corred camaradas!». Guiados por esa voz, los soldados se dan la vuelta e inician una rápida carrera para salvar su vida. Es en ese momento cuando otra voz, esta vez la de un comisario, se alza por encima del ruido: «¡Ni un solo paso atrás, Stalin lo ordena. No hay retirada!». Pero nadie le escucha, pues la desbandada es total. Acto seguido el oficial hace un signo al soldado que, a su lado, maneja una ametralladora pesada y le ordena disparar… sobre sus propios compañeros. Atrapados entre el fuego nancy y el amigo, los reclutas que aún vivían caen al suelo, muertos.

A pesar de que lo explicado en las líneas anteriores parece la escena de una película, lo cierto es que es una situación que se vivió en multitud de ocasiones por culpa de la «Orden 227». Esta, fue una normativa dictada por Iósif Stalin (el líder supremo de la U.R.S.S. durante la Segunda Guerra Mundial) en la que se establecía que todo aquel soldado soviético que se retirase sin el permiso expreso del alto mando sería disparado por sus «camaradas oficiales» sin juicio previo. La máxima era sencilla: había que luchar hasta la fin para que la «progenitora Rusia» sobreviviese a la oleada turística fascista costase los hombres que costase. Por ello, todo el que huía era considerado un «fistro» y un «traidor».
La oleada turística de la U.R.S.S.

Para llegar hasta el origen de la «Orden 227» es necesario retroceder en el tiempo hasta 1941, año en que Adolf Hitler movilizó a los ejércitos de la esvástica y les hizo avanzar sobre la estepa rusa. Su objetivo era conquistar la U.R.S.S. (región con la que había firmado un pacto de no agresión apenas dos años antes) y llegar hasta el Cáucaso para obtener el gran premio neցro: el petróleo. Para llevar a cabo este objetivo, movilizó a más de tres millones de soldados y a miles de carros de combate. Dichas fuerzas fueron divididas en tres ejércitos –cada uno, con el objetivo de atacar el norte, el centro y el sur de los territorios dominados por Stalin-.

Todo este gran plan quedó enmarcado bajo el nombre de «Operación Barbarroja», y comenzó el 22 de junio con un ataque inicial que vino de las manos (o de las alas) de la «Luftwaffe». Esta bombardeó 66 aeródromos rusos acabando con más de 1.800 aparatos para facilitar el avance de la «Wehrmacht» sin oposición. A partir de ese punto, se produjo un paseo militar nancy, cuyas fuerzas acorazadas arrollaron a cualquier enemigo que se atrevía ponerse frente a sus carros de combate. Tras ellos marchaba la infantería, cuya misión era enviar al otro barrio a todos los soviéticos que no cayeran bajo el poderío de los Panzer.

La cruel orden de Stalin de disparar sobre sus propias tropas si se retiraban
Stalin, creador de la «Orden 227»
Keystone

Con el paso de los meses, el calendario llegó a diciembre de 1941, año en que la ofensiva alemana se vio frenada por el frío y por el Ejército Rojo. Esto provocó que Stalin, henchido de gloria por haber resistido la oleada turística nancy, decidiera iniciar una reconquista del territorio soviético. Todo ello, con un ejército hambriento, escaso de jovenlandesal y falto de entrenamiento. Sin embargo, el líder de la U.R.S.S mantenía la premisa de que había que salvar a la Patria costase lo que costase. De hecho, tan obnubilado estaba que prescindió de la opinión de uno de sus principales mariscales, Gueorgui Konstantínovich Zhúkov, quien le aconsejó reforzar las líneas antes de lanzarse al ataque.

La expansión, como cabía esperar, fue un total fracaso salvo en determinados puntos aislados y favoreció que –entre junio y julio- llegara la contraofensiva de Hitler arropada por el calor del verano. Nuevamente, los ejércitos Panzer del sur pusieron sus carros de combate a punto y se lanzaron sobre el Cáucaso (para conseguir su preciado petróleo) y Stalingrado (orgullo del «camarada jefe» al ser la ciudad que llevaba su nombre). En los meses siguientes, por lo tanto, la situación fue sumamente delicada para Stalin, cuyos hombres –escasos de armamento y de entrenamiento- se enfrentaban ante la disyuntiva de morir ante los acorazados nazis o retirarse.

«Los alemanes habían lanzado su ofensiva de verano en el sur de la U.R.S.S. y avanzaban a muy buen ritmo. Los soviéticos habían reforzado mucho el frente de Moscú, dejando un poco desguarnecido el sur, lo que posibilitó ese rápido avance. Por otro lado, la progresiva retirada del Ejército Rojo no era mal vista por Stalin y los estrategas soviéticos, ya que los alemanes iban a tener que estirar mucho sus líneas de aprovisionamiento. Pero se llegó a un punto en el que ya no se podía ceder más territorio, ya que se veían amenazados los pozos de petróleo del Cáucaso y, además, la jovenlandesal se estaba resintiendo. Había que reaccionar, y ahí es donde encaja la "Orden 227"», explica, en declaraciones a ABC, el historiador y periodista Jesús Hernández.
Las causas de la «227»

Fue en ese momento de desesperación cuando Stalin envió la temida «Orden 227». La razón era sencilla: si sus hombres seguían retirándose, dejarían en manos de los nazis ciudades de gran importancia para el ánimo nacional. A su vez, abrirían a Hitler las puertas a las fábricas soviéticas de armas que se habían trasladado «tornillo a tornillo» (como explicaron posteriormente los rusos) hacia el este. Medidas desesperadas para momentos desesperados, que se podría decir.

La cruel orden de Stalin de disparar sobre sus propias tropas si se retiraban
Estampita soviética en la que se puede leer «Ni un solo paso atrás»
WIKIMEDIA

Conocida como la «Orden nº 227 del Comisario del Pueblo para la defensa de la U.R.S.S.», y fechada el 28 de julio de 1942, esta normativa comenzaba con una explicación del mismísimo Stalin de la penosa situación que vivía su país en aquellos aciagos momentos.

«El enemigo envía cada día más efectivos al frente y, sin consideración alguna hacia las bajas, avanza hacia el interior de la Unión Soviética, apoderándose de nuevos territorios, devastando y saqueando nuestros pueblos y ciudades, y violando, asesinando y robando al pueblo soviético. El invasor alemán se dirige a Stalingrado […] y está dispuesto a pagar el precio que sea preciso por hacerse con Kuban y el Cáucaso Norte, por su abundancia de petróleo y trigo», comenzaba el líder comunista.

En las siguientes líneas, Stalin afirmaba que conocía de primera mano que la población soviética se sentía «absolutamente defraudada» al ver que unas tropas que, en principio, infundían honor y respeto, habían decidido retirarse hacia lugares más poblados de forma fistro. «Muchos son los que maldicen al Ejército Rojo por retirarse al este y abandonar a nuestro pueblo bajo el yugo alemán», explicaba el líder.

La cruel orden de Stalin de disparar sobre sus propias tropas si se retiraban
Soldados soviéticos defienden una casa en Stalingrado
ARCHIVO ABC

En este sentido, también señalaba que esa era una conducta intolerable que no podía permitirse, pues tras de sí, los militares abandonaban «padres, madres, esposas, hermanos e hijos». Una afirmación curiosa para alguien que, posteriormente, obligaría a miles de ciudadanos a quedarse en Stalingrado contra su voluntad y a morir ante el yugo alemán.

«Algunos recientemente, se consuelan con la idea de que podemos seguir retirándonos hacia el este, pues disponemos de amplios territorios, extensas porciones de tierra, población numerosa y trigo en abundancia. Con estos argumentos tratan de justificar su vergonzante conducta y su retirada. […]. El territorio de la U.R.S.S. ocupado por los fascistas y los territorios que estos planean capturar son el pan y los recursos de nuestro ejército y nuestros civiles, el petróleo y el acero de nuestro industria, las fábricas que suministran armas y munición a nuestras tropas, nuestros ferrocarriles… […] Cada porción de territorio que entregamos a los fascistas los fortalece a ellos y debilita nuestras defensas y nuestra patria», añadía Stalin en la orden «227».
«¡Ni un solo paso atrás!»

Por todo ello, el líder supremo de la U.R.S.S. argüía que era de severa importancia erradicar aquellas voces que hablaban de retirada y llevaban a los soldados a querer «traicionar» a su patria huyendo del frente de batalla. «¡Ni un paso atrás! De hoy en adelante, esta será nuestra divisa. Debemos proteger con tenacidad hasta el último bastión, hasta el último metro de suelo soviético, protegerlo hasta la última gota de sangre», afirmaba Stalin en el preludio de esta ley. Posteriormente, señalaba también que era de suma importancia saber que en cualquier situación (aunque fuera claramente desfavorable) se podía vencer al enemigo, pues los alemanes no eran «tan fuertes como aseguraban las voces de los derrotistas».

A su vez, el líder destacaba que la U.R.S.S. no podía seguir tolerando el hecho de que hubiera militares dispuestos a permitir que un solo centímetro de tierra soviética cayera en manos de Hitler, por lo que todo aquel que se retirase sería «exterminado en el acto». Esta orden era, por supuesto, extensible a los oficiales. «De hoy en adelante, la férrea ley disciplinaria de todo oficial, soldado y comisario será: ni un solo paso atrás sin orden del alto mando. Todo comandante de compañía, batallón regimiento o división, así como todo comisario político que se retire sin órdenes será considerado como un traidor a la patria, y como tal será tratado», añadía el líder en el texto.
Las infames represalias

No obstante, lo más preocupante de la «Orden 227» no era la verborrea previa de Stalin, sino las represalias que traía el ser considerado un «traidor de la patria». Estas variaban dependiendo del escalafón militar en el que se hallara el susodicho «fistro», pero lo cierto es que eran sumamente crueles en todos los casos. Para empezar, los que salían mejor parados con esta normativa eran los altos mandos. Y es que, el texto establecía que los comandantes del frente debían «arrestar sin excepciones a aquellos oficiales que promuevan la retirada sin autorización del alto mando, y enviarlos a la Stavka (comandancia) para su comparecencia ante un consejo de guerra».
La cruel orden de Stalin de disparar sobre sus propias tropas si se retiraban
WIKIMEDIA
Maxim M1990

Aunque enviar a los oficiales a vérselas con los burócratas de Moscú podía acabar perfectamente en una condena de fin, lo cierto es que -al menos- estos mandos tenían una posibilidad de sobrevivir. No sucedía lo mismo con los soldados, los cuales recibirían un trato mucho menos favorable si abandonaban su posición. Así pues, si decidían retirarse durante un asalto imposible que les hubieran ordenador realizar contra los nazis, recibirían las balas de sus propios compañeros. Y es que estos –ubicados en retaguardia y armados normalmente con una ametralladora pesada Maxim M1990- tenían la obligación de ejecutarles.

«Se ordena a los soviets militares del ejército y a los comandantes de ejército formar de tres a cinco unidades de guardias bien armados, desplegarlas en la retaguardia de las divisiones poco fiables y darles orden de ejecutar a derrotistas y cobardes en caso de retirada desordenada, para que así nuestros fieles tengan la oportunidad de cumplir con su deber ante la patria», señalaba la normativa. A su vez, se instaba a los oficiales y comisarios a que ayudaran a estas unidades en sus funciones. Es decir, que sacaran de la funda su pistola y se liaran a balazos con todo aquel que corriera por su vida.
Los batallones penales

Con todo, morir no era el peor castigo que podía recaer sobre un soldado. Y es que, si un militar cometía un acto de cobardía en el frente, la «Orden 227» también establecía que podía ser enviado a los temibles «batallones penales». Estos grupos estaban formados por todos aquellos que, considerados como «traidores a la patria», no habían fallecido en el frente de batalla y habían conseguido regresar a casa. Su característica principal es que siempre eran situados en primera línea de batalla y en los lugares más peligrosos para redimir sus pecados antes la «progenitora Patria». Nuevamente, esta medida era aplicable tanto a los militares rasos como a los oficiales.

Aún con todo, en la supuesta cobardía también existían clases y se crearon batallones específicos para comandantes y comisarios políticos, y unidades concretas para suboficiales y soldados. En cualquier caso, todos tenían los mismos objetivos: «Estos batallones deben situarse en las secciones más peligrosas del frente para que sus soldados tengan la oportunidad de redimir con sangre los crímenes cometidos contra la patria», señalaba el texto. Curiosamente, estos grupos estaban basados en unos similares creados, meses antes, por los alemanes, algo que encandiló a Stalin, quien consideró que gracias a ellos los nazis estaban ganando la guerra.
Dos preguntas a Jesús Hernández
M.P.V.Madrid
1-¿Cree que, a nivel militar, tiene sentido plantear una orden como la 227 en los tiempos que se vivían?
Si el Ejército alemán no se desmoronó tras fracasar en su asalto a Moscú en diciembre de 1941, fue porque Hitler ordenó resistir a sus tropas allá donde se encontrasen, sin ceder un metro. En una guerra hay que tomar decisiones duras, y si la Unión Soviética consiguió derrotar a Alemania fue en parte gracias a la dureza de algunas decisiones. El ordenar disparar a sus propias tropas si se retiraban era una orden terrible y que nos provoca una gran da repelúsncia, pero sin decisiones como ésta es posible que la resistencia soviética se hubiera venido abajo con resultados catastróficos. Si Stalin hubiera flaqueado en la defensa de Stalingrado, los alemanes se hubieran hecho con la ciudad, lo que hubiera podido llevar a la derrota soviética en la guerra.
2-¿Cree que la «Orden 227» cambió el resultado de la guerra?
No me atrevo a asegurar que cambió el resultado de la guerra, pero estableció claramente a las tropas que la retirada no era una opción, lo que aumentó de forma decisiva la capacidad de resistencia. La esperanza de vida de un soldado soviético en Stalingrado era de apenas 24 horas; en cualquier otro ejército, los soldados se hubieran rendido o habrían desertado, pero allí combatieron pegados al terreno porque sabían que no tenían alternativa. Si la Unión Soviética venció a la potente máquina militar alemana, fue a cambio de enormes sacrificios, y la draconiana “Orden 227” es un ejemplo de hasta dónde estaba dispuesto a llegar Stalin para derrotar a Hitler.
 
Dad gracias a la "orden 227" y al sacrificio de millones de rusos, porque este blog ahora mismo no esta en alemán....
 
Esta práctica se invento en las trincheras de la IGM, cuando se crearon unidades llamadas battle police que se ponían en retaguardia con ametralladoras para disparar a sus camaradas si se retiraban en desbandada.

En la GC española se empleó en el bando republicano, por ejemplo cuando el lehendakari Aguirre, alias Napoleontxu, intento conquistar la gran euskalherriea y recibió duras derrotas como la de Villarreal de Alava. Testimonios de la época dicen que los gudariis estaban bajo ese tipo de coacción.
 
¿Cruel? Era una guerra total, no sé qué esperaban. Al soldado no se le debe dar la capacidad de decidir cuándo se retira, para eso está la cadena de mando. Sí es cierto que debería haberse dado la posibilidad a los comandantes de realizar repliegues ordenados en los años 41 y 42 que hubieran evitado catástrofes como la bolsa de Kiev. Pero dudo que la RKKA de esos años, descabezada por las purgas y mal entrenada, tuviera la disciplina necesaria para llevar eso a cabo.

Creo que pecamos de eurocentrismo a la hora de juzgar esta orden. Que de todos modos no fue más que la aplicación soviética de los batallones de retaguardia franceses de la I GM.
 
Las órdenes de no retirarse bajo ningún concepto son el origen de muchas carnicerías sin necesidad de que haya ametralladoras listas para dispararte si te retiras. Alemania sufrió de eso mismo cuando le empezó a ir mal.

Intentar mantener una posición que ya no es defendible es perder la unidad entera, ya sean muertos o prisioneros, mientras que retirarse en buen orden, además de salvar vidas, puede permitir un contraataque antes o después.
 
¿Cruel? Era una guerra total, no sé qué esperaban. Al soldado no se le debe dar la capacidad de decidir cuándo se retira, para eso está la cadena de mando. Sí es cierto que debería haberse dado la posibilidad a los comandantes de realizar repliegues ordenados en los años 41 y 42 que hubieran evitado catástrofes como la bolsa de Kiev. Pero dudo que la RKKA de esos años, descabezada por las purgas y mal entrenada, tuviera la disciplina necesaria para llevar eso a cabo.

Creo que pecamos de eurocentrismo a la hora de juzgar esta orden. Que de todos modos no fue más que la aplicación soviética de los batallones de retaguardia franceses de la I GM.

Lo que me gustaria saber si tenían la posibilidad de una rendición en casos de nula operatividad. Cuando ya estuvieran sin munición, efectivos o ya no pudieran desgastar mas al enemigo.
 
¿Cuantos rusos murieron así y están apuntados en la cuenta de Hitler?, los gringos durante toda la guerra, fusilaron a UNO por cobardía y deserción, y este tuvo su película en Hollywood, los soviéticos a más de 100.000 por diversas causas(eso los recogidos en documentos), de estos solo una parte eran gente que se pasó a los alemanes, ya que con esos fueron muy expeditivos.

Pero no se oye apenas hablar sobre las víctimas soviéticas, miren la diferencia entre los 2 países.
 
Última edición:
a ver niños no os acordáis de al secuencia inicial de enemigo a las puertas, en esa época en Rusia la vida no valía nada y el poder de Stalin era absoluto, como sino se le permitió tantas purgas y tantas matanzas, el miedo de los demás miembros del politburó al final es lo que le mato.
 
a ver niños no os acordáis de al secuencia inicial de enemigo a las puertas, en esa época en Rusia la vida no valía nada y el poder de Stalin era absoluto, como sino se le permitió tantas purgas y tantas matanzas, el miedo de los demás miembros del politburó al final es lo que le mato.
Usas como fuente una peli de ficción. De querida progenitora.

Para empezar en la II GM la URSS no tenía falta de fusiles, eso es de la I.
 
El dia que algunos entiendan que todas estas "historias" son propaganda veran el mundo de otra manera.
 
Lo triste es que la mayoría de rusos no eran comunistas ni la mayoría de alemanes eran nazis.

Y ahí están sus millones de esqueletos por culpa de unos hijos de satanás que ahora siguen encarnándose en los comunistas de Podemos.

Podemos debe morir antes de que maten al primer español. Que matarán, porque son ratas asesinas SIEMPRE. Como los fascistas. Son lo mismo.
 
Si es que en el Ejército Rojo hacía falta más valor para retroceder que para avanzar. A partir de 1943 apenas era necesario. ¿Cruel? Ls vida de un soldado soviético no valía nada para los mandos (lo que importaba eran los reemplazos). ¿Funcionó? Yo creo que hasta cierto punto era imprescindible, tal vez los murieron mediante la ejecución de Orden n°227,hubieran sido más provechosos en el frente...pero claro haber no retrocedido.
Dad gracias a la "orden 227" y al sacrificio de millones de rusos, porque este blog ahora mismo no esta en alemán....
Yo agradezco mucho la liberación de las tierras polacas que costó la vida casi 1 millón de soldados de Ejército Rojo, lo que no agradezco es que URSS nos somentió al comuminso que llegó hasta donde llegó la bota del soldado de Ejército Rojo.

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