Genesis de la revolucion de 1868 (ojo super tocho inside)

La verdad me siento muy sencilla al leeros, porque me doy cuenta que quizás no se tanto como pensaba, pero yo he estudiado que la monarquía absoluta en España fui introducida con los borbones, y antes de eso el rey tenía mucho menos poder, especialmente en Aragón, porque era una corona pactista, incluso el justicia de Aragón podía tener más poder de decisión que el propio monarca. Y el carlismo se oponía al liberalismo porque el liberalismo abogaba por la eliminación de los fueros, porque a esos territorios no les afectó los decretos de nueva planta, porque los fueros eran considerados por muchos liberales como algo medieval y anacrónico. El carlismo parece que defendía los valores de los borbones.

En el caso de Aragón, no se puede negar que los fueros eran ultragarantistas PARA NOBLES E HIJODALGOS; las gentes del común no podían recurrir a ningún Justicia (que, por cierto, ya había sido neutralizado como poder autónomo por Felipe II).

El carlismo defendía el orden económico del Antiguo Régimen, que no los privilegios señoriales (por cuya pérdida nadie soltó una lágrima y cuya recuperación no figuraba en ningún programa).

Dicho orden consistía básicamente en que las propiedades se encontraban principalmente en un régimen similar a los mayorazgos: no se podían vender, tras*mitir o embargar; únicamente eran negociables las rentas que generasen, pero no la propiedad en sí. Los grandes propietarios eran los concejos, las instituciones eclesiásticas y la nobleza (los liberales expropiaron sólo a los dos primeros) y estaban arrendadas a colonos con contratos de larga duración (del orden de los cincuenta años) que permitían el desarrollo de un proyecto de vida y de familia por parte del arrendatario, a cambio de unas rentas que solían ser proporcionales a la cosecha (diezmos) y pagaderas en especie en lugar de en metálico.

Con esas rentas se sufragaban escuelas, hospitales, hospicios, sopas bobas, arreglo de caminos y puentes, ... Lo que hogaño llamaríamos seguridad social y obras públicas (la parte del león del gasto en un estado actual). Con ese esquema de propiedad, el gobierno central se ocupaba del ejército, de la política exterior, de los gastos de la propia Corte (y poco más) y los impuestos que recaudaba eran bastante menores que en la actualidad (lo más parecido al actual IVA era una alcabala del uno por ciento; sí, un hermoso 1%). Las cosas se empezaron a torcer con lo del despotismo desilustrado: el gobierno quería meterse en charcas ajenas pero no tenía fondos para hacerlo, pajarracos varios como Floridablanca o Jovellanos ya empezaron a apuntar hacia la desamortización como forma de conseguir dinero para el Leviatán estatal que se estaba empezando a construir (por supuesto, sin afectar a las propiedades de la nobleza de la que eran miembros).

Esto era lo que defendían los carlistas, frente al atraco a mano armada de los liberales que dejó a millones de colonos con una mano delante y la otra detrás, sin hospitales, ni hospicios donde caerse muertos, ni conventos a los que acudir a tomar la sopa boba.

Especialmente dañinas fueron la monetarización de los arrendamientos (el pago en moneda en lugar de en especie sobre lo cosechado, suponía la ruina y el desalojo para los arrendatarios en cuanto llegase una cosecha mala), el servicio militar obligatorio (un impuesto en sangre que privaba a las explotaciones familiares de la mano de obra juvenil especialmente productiva) y el desmantelamiento de toda forma de lo que hoy llamaríamos "estado de bienestar".

Todo ello con la única finalidad de conseguir dinero con el que pagar la deuda pública.

El único efecto positivo de la desamortización tuvo lugar en las ciudades (y eso explica que las ciudades fuesen liberales, mientras que el campo fue mayoritariamente carlista) que vivían constreñidas por cinturones de conventos que les impedían crecer. Una reconversión de los conventos urbanos en solares para viviendas era necesaria; habría tenido sentido asociar las casas resultantes (en régimen de alquiler) a sufragar los gastos de escuelas y hospitales. Pero la única finalidad era sacar pasta rápida para pagar la deuda pública y que salga el Sol por el oeste.
 
Lo cierto es que Narváez en sus dos últimos años de vida tuvo una actividad frenética antirrevolucionaria y antimasónica, gozando de la confianza plena de Isabel II como nunca antes lo había hecho, de ahí que el último capítulo del citado libro biográfico se titule "fin en la Cumbre. El Séptimo y último Gobierno Narváez (1866-1868)", no sin razón desde luego, porque la fin le llego en la cumbre de su carrera política. Tuvo incluso un contencioso con los Rotschild y los Pereire cuando el gobierno pidió un crédito a estos, que al final no fue concedido porque el de Loja consideraba "irritante" que unos banqueros pidiesen a cambio de la concesión del empréstito inmiscuirse en los asuntos que él consideraba propios de su gabinete y de España (por ejemplo, la legislación sobre ferrocarriles).

También frustró la intentona de Agosto de 1867 cuando Prim estuvo a punto de desembarcar en Valencia, Narváez interrumpió su estancia en La Granja y se trasladó al Ministerio de la Guerra en la capital para dirigir desde allí las operaciones contra las partidas antidinásticas que se estaban formando.En menos de un día ya estaba solucionado y pudo telegrafiar a La Granja diciendo que los sediciosos habían sido vencidos. Por cierto, hubo muchas amnistías, así que de brutal represión nada de nada, más bien lucha contra los elementos revoltosos.

González Bravo llego a decir que sentía envidia de que pudiese mantener ese ritmo a sus 67 años.

También en la visita de los reyes de Portugal a España de ese año, Narváez tuvo un rifirrafe entre el rey y su ministro de negocios extranjeros, Casal Riveiro. Al parecer el rey Don Luis se barajaba por aquellas fechas como candidato al trono por los progresistas, y el rey durante la visita lanzó varias indirectas sobre ello, diciendo que le preocupaba la situación política de España, preguntas que incomodaron al Presidente del Gobierno, que no toleraba esas preguntas de un extranjero sobre su país, más aún cuando en la visita de los reyes de España a Portugal el año anterior el comportamiento había sido de lo más amistoso.
 
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Y ya me terminé el libro (escrito en un exquisito español, he aprendido muchas expresiones y palabras nuevas que me eran desconocidas
), una buena y completa biografía de un inexplicablemente infrarrepresentado Narváez.

De hecho ahora que me fijo en la wikipedia, incluso Espartero, Prim u O´Donnell tienen más artículos editados en otros idiomas que el que tiene el de Loja, cuando este último fue capital en el régimen isabelino.

Las izquierdas está claro que siempre han tenido control sobre la propaganda.
 
Al final la supuesta "revolución gloriosa" (nombre, por cierto, copiado de la sublevación protestante que en 1688 derrocó al rey católico Jacobo II Estuardo y llevó al poder a Guillermo III de Orange) resultó ser una vulgar traición contra la reina y la dinastía, usados como chivos expiatorios, por parte de los mismos espadones liberales que habían hecho y deshecho a su antojo durante las anteriores décadas.

"¡Viva España con honra!", decían la cuadrilla de Prim, Serrano, Topete, Sagasta, Cristino Martos y Ruiz mujercita, como si no hubiesen sido hasta poco antes los principales beneficiarios del régimen que se disponían a derrocar.
 
Pues si, y de hecho si Narváez hubiese vivido más tiempo al final los revolucionarios acabarían cansándose. O´Donnell se murió un año antes y aunque él se había retirado por completo de la política en 1866 autoexiliándose a Bayona, su neutralidad era bastante relativa puesto que en caso de tentativa contra la reina, el no habría defendido a Isabel II.

La unión liberal se unió en 1868 a la revolución, es probable que O´Donnell hubiese hecho lo mismo, pero nunca lo sabremos. Lo cierto es que era Narváez el que puso orden en el país entre 1866 y 1868, odiaba bastante a Prim por cierto.
 
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Narváez no encontró un sucesor a su altura que fuera capaz de pilotar la nave del Estado con pulso firme.

Ni siquiera se podía contar con Cánovas que por aquel entonces estaba también en la Unión Liberal.
 
Al final la supuesta "revolución gloriosa" (nombre, por cierto, copiado de la sublevación protestante que en 1688 derrocó al rey católico Jacobo II Estuardo y llevó al poder a Guillermo III de Orange) resultó ser una vulgar traición contra la reina y la dinastía, usados como chivos expiatorios, por parte de los mismos espadones liberales que habían hecho y deshecho a su antojo durante las anteriores décadas.

"¡Viva España con honra!", decían la cuadrilla de Prim, Serrano, Topete, Sagasta, Cristino Martos y Ruiz mujercita, como si no hubiesen sido hasta poco antes los principales beneficiarios del régimen que se disponían a derrocar.


"Nemo dat quod non habet"

No se da lo que no se tiene, poca honra podrian traer a España esos traidores
 
Narváez no encontró un sucesor a su altura que fuera capaz de pilotar la nave del Estado con pulso firme.

Ni siquiera se podía contar con Cánovas que por aquel entonces estaba también en la Unión Liberal.

Al menos Cánovas tuvo la deferencia de no retraerse y estar dentro de la legalidad con un escaño en el congreso. En 1868, además de Cánovas por la Unión Liberal y un par demócratas y progresistas, el resto de las Cortes estaban compuestas por neocatólicos y otras fracciones del moderantismo. Todo ello debido al retraimiento de los Olózaga, Serrano y compañía y a su enconada negativa de entrar en la legalidad constitucional.

Pero sí no encontró sucesor. Aquí le vemos cual Bismarck dando bastonazos a los revoltosos (parece de antes de la Noche de San Daniel, cuando algunos indeseables se dedicaban a perseguirle insultándole).

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Pues si, y de hecho si Narváez hubiese vivido más tiempo al final los revolucionarios acabarían cansándose. O´Donnell se murió un año antes y aunque el se había retirado por completo de la política en 1866 autoexiliándose a Bayona, su neutralidad era bastante relativa puesto que en caso de tentativa contra la reina, el no habría defendido a Isabel II.

La unión liberal se unió en 1868 a la revolución, es probable que O´Donnell hubiese hecho lo mismo, pero nunca lo sabremos. Lo cierto es que era Narváez el que puso orden en el país entre 1866 y 1868, odiaba bastante a Prim por cierto.


O'Donnel dijo que con los progresistas no iria ni al cielo.

Es cierto que tardo en descubrir la falsedad de Prim al que protegio bastantes veces desde el gobierno, pero el y Narvaez nunca traicionarian a la reina.
 
Salcedo Olid no lo tiene claro. Además de que el Duque de tetúan tenía ya poco control sobre su partido en 1867, en sus últimos tiempos no tenía demasiada devoción por la reina ni deseos de defenderla. Si no se decidía a apoyar las tentativas revolucionarias no era por amor y lealtad a Isabel II. Se sabe que estaba dispuesto a hacerlo en el caso de que se encontrara un sustituto adecuado, que permitiese remover los "obstáculos tradicionales" contra los que se alzaban aquellas.

Y cita un libro de J.L Comellas, "la política interior..." página 622
 
Para que no todo sean ditirambos hacia la reina por mi parte hay que reconocer que tuvo gran parte de culpa en los acontecimientos.

Sobre ella refiriendose a la carga del gobierno de España dijo Galdos "pesada carga para tan dulce mano" y eso fue lo que la perdio, no recuerdo ahora el nombre del general antiguo carlista en los ultimos meses le dijo quienes estaban implicados en la conspiracion y cuales eran sus planes a lo que la renia pregunto "Bien ¿y cual es la solucion? el general le respondio que ahorcar a todos los traidores y ella dijio "Que barbaridad, eso yo no lo hare aunque me cueste la corona" y asi fue le costo la corona.

La corona era de ella, pero ademas de su corona estaba en juego el destino de España, la reina debio superar sus escrupulos y aplicar mano dura, y quizas asi le recordariamos con amor, ¿Quien se acuerda de los que Isabel la Catolica mando al patibulo? ¿Alguien reprocha a Carlos I el ejecutar a los comuneros? o en tiempos mas cercanos ¿Es impopular Espartero por mandar acabar a Diego Leon y compañia? ¿Alguien recuerda las sentencias de fin que firmo Castelar?

Ejecutar a Serrano, Dulce, Prim y compañia seria algo que los españoles le agradeceriamos eternamente, pero es algo que la magnanima Isabel II nunca haria. Y desde mi punto de vista es el reproche que se le puede hacer. El exceso de su mayor virtud, es al mismo tiempo su mayor defecto

---------- Post added 14-jun-2017 at 00:52 ----------

Salcedo Olid no lo tiene claro. Además de que el Duque de tetúan tenía ya poco control sobre su partido en 1867, en sus últimos tiempos no tenía demasiada devoción por la reina ni deseos de defenderla. Si no se decidía a apoyar las tentativas revolucionarias no era por amor y lealtad a Isabel II. Se sabe que estaba dispuesto a hacerlo en el caso de que se encontrara un sustituto adecuado, que permitiese remover los "obstáculos tradicionales" contra los que se alzaban aquellas.

Y cita un libro de J.L Comellas, "la política interior..." página 622

En los ultimos tiempos estaba resentido con la reina, injustamente por cierto, pero los historiadores contemporaneos relatan como rechazo todos los acercamientos de los progresistas.

Lo del control del partido es algo que merece una reflexion, los partidos del XIX no eran como los de hoy en dia con una extructura organica de toma de decisiones, eran partidos personalistas, se gobernaban por la autoridad jovenlandesal del lider, que recibia lealtades y tambien las perdia, por eso el control de Narvaez sobre los moderados era muy relativo, los politicos cambiaban de partido facilmente, entre otras cosas porque no habia diferencias ideologicas notables.
 
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Pues tienes mucha razón, Narváez y la reina se pasaron de blandos y ello propició que los cobardes que no tuvieron bemoles de decirles a ambos a la cara las cosas que oímos ahora de la mano de gente como Reverte (ninfómana, espadón brutote y sin cultura), lo publicasen postrimeramente, causando un deterioro de la imagen de las figuras clave del régimen isabelino, o el más completo olvido (¿Quién shishi sabe quién es Alejandro Mon? ¿Por qué la gente recuerda antes a los huevones del caballo de Espartero que a este ministro industrioso y servicial a España?).

Por otro lado, fusilando a los cabecillas, efectivamente la revolución se habría ido al traste, pero provocaría quejas de naciones masónicas como Inglaterra y su pilinguita Portugal, países entre otros que eran refugios para estos revolucionarios. El gabinete Narváez tuvo que llamar varias veces al orden a los ministros portugueses para que hiciesen algo con ellos, por ejemplo, desterrarles a Madeira.
 
Pues tienes mucha razón, Narváez y la reina se pasaron de blandos y ello propició que los cobardes que no tuvieron bemoles de decirles a ambos a la cara las cosas que oímos ahora de la mano de gente como Reverte (ninfómana, espadón brutote y sin cultura), lo publicasen postrimeramente, causando un deterioro de la imagen de las figuras clave del régimen isabelino, o el más completo olvido (¿Quién shishi sabe quién es Alejandro Mon? ¿Por qué la gente recuerda antes a los huevones del caballo de Espartero que a este ministro industrioso y servicial a España?).

Por otro lado, fusilando a los cabecillas, efectivamente la revolución se habría ido al traste, pero provocaría quejas de naciones masónicas como Inglaterra y su pilinguita Portugal, países entre otros que eran refugios para estos revolucionarios. El gabinete Narváez tuvo que llamar varias veces al orden a los ministros portugueses para que hiciesen algo con ellos, por ejemplo, desterrarles a Madeira.


Lo que paso con la imagen de la reina y de todos los protagonistas del periodo isabelino es que de la pelicula de su vida solo quedo la foto fija que hicieron sus detractores a finales del 68, eso es lo que quedo.

Y quedo porque las autoridades de la restauracion no quisieron limpiar esa imagen, prefirieron dejar estar el asunto asi y no removerlo, de las muchisimas ingratitudes que recibio la reina la mas grave es la de su hijo, que debia a su progenitora la corona, y que no fue capaz de imponerse a Canovas para limpiar la imagen de su progenitora.

La estancia de Isabel II en España reinando su hijo fue un cumulo de humillaciones para ella, prohibiendole vivir en Madrid y por eso tras un año en Sevilla se volvio a Paris para solo hacer cortas visitas al reino de su hijo
 
@Redbull Vol. II El masónico Pacto de Ostende podía haberse firmado en cualquier lugar, pero precisamente lo hacen en una ciudad belga sin vinculación alguna con la España del XIX ¿Es casualidad que se celebrara 12 años después del Manifiesto de Ostende? Dicho manifiesto era una declaración de intenciones de EEUU a España sobre Cuba: venta o guerra.
 
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