El caso conocido como Peseta connection está muy relacionado con el informe Navajas.
Nos encontramos con una vía de contrabando de tabaco –después se supo que también droja- entre Berlín y Burdeos, ciudad esta última a partir de la cual se perdía la pista.
En este tráfico se hallaban involucrados agentes de la aduana francesa, miembros de los servicios secretos, la mafia gallega y ETA.
La investigación, llevada a cabo por el juez francés Germain Sengelin y el fiscal suizo Jorg Schild, se topó con un muro poderoso: además de la corrupción de los aduaneros franceses, había miembros de los servicios secretos franceses y suizos que se habían infiltrado en ETA mediante esta red, pero acabaron (si es que no habían empezado ya por ahí) sucumbiendo ante la tentación del dinero.
“Sengelin –escribe Peru Egurbide- ha conseguido pruebas de que el comercio ilícito atrae a funcionarios corruptos, servicios secretos y organizaciones terroristas, que aparecen asiduamente mezclados en las tramas del contrabando. Muchos de los nombres que encontró en investigaciones anteriores vuelven a aparecer ahora, en esta peseta connection que une Galicia con Basilea”.
En 1988, un tribunal de París sobreseyó la causa. Un año después se reabrió la investigación a partir de tres personajes:
Marcial de la Isla, es decir, Marcial Dorado, capo de la mafia gallega
Joseph Arrieta, relacionado con Marcial Dorado. Según indica Belvedere en neցro sobre neցro, podría tratarse de José Miguel Arrieta Llopis, el mismo que con Gracia Morcillo entregaba cocaína en Milán a la camorra.
Michael Hangii.
Ya es evidente, en 1989, la conexión con la coca, entre otros motivos por la implicación de Faustino Orbegozo, detenido en 2005 por dirigir una trama de tráfico de cocaína desde San Sebastián, por el puerto de Barcelona.
La historia comienza en los años 70. El origen de los envíos estaba en Basilo AG, empresa donde trabajaban Patrick Laurent –antiguo contrabandista en Brasil- y el suizo Jorg Kastl - condenado en 1985 por un tribunal de Florencia por su participación en el lavado de dinero de la mafia italiana procedente de la venta de heroína-. Basilo AG era una sociedad vinculada a los negocios del multimillonario Adolph Weitnauer, muy bien relacionado con los servicios secretos suizos.
El receptor de los envíos era Paul Errandonea, contrabandista vasco francés, ya fallecido. Los compradores de la mercancía eran los franceses Claude Cabot –muy amigo de Laurent- y Jacques Berthelot, quienes, como confirmó la secretaría de la Presidencia de la República, trabajaban en una misión de infiltración para la Direction du Surveillance du Territoire (DST), el servicio francés de contraespionaje.
Se trataba probablemente, según Sengelin, de una operación de infiltración sobre una red de contrabando que servía para abastecer de armas a los terroristas vascos. Pero resulta difícil distinguir entre lo que es la teórica misión y lo que es el afán de lucro personal de los infiltrados.
En 1978, André Pignot, entonces director general de Aduanas de Francia, y su adjunto, Roger Saint-Jean, detuvieron en Burdeos a un aduanero llamado Henri Touton, acusándole de ser el “topo” que favorecía el tráfico de armas para ETA. De inmediato, un dirigente de la Aduana alemana comunicó a Sengelin que el “topo” no era Touton, sino Roger Saint-Jean, el director adjunto de Aduanas.
En 1988, un tribunal de París sobreseyó el procesamiento de los principales acusados.
Según Saint-Jean, ya fallecido, el “Simón” que buscaban los alemanes y el espía Claude Cabot eran la misma persona, pero según la DIST, con la que colaboraba Cabot, el verdadero Simón era un millonario llamado Goldersberg, quien en una entrevista dijo: "A un hombre que tiene dinero, nadie le niega nada". No le faltaba razón, por desgracia.
Un año más tarde, en 1989, se reabre el caso. Al estallar la Peseta connection -"un fabuloso chorro de dinero sucio que llega a Suiza desde España"-, el juez Sengelin volvió a encontrar "a las mismas personas bajo la misma protección".
Es aquí cuando entran en juego el gallego Marcial de la Isla, los vascos José Arrieta y su hermano Martín (encargados de tras*portar el dinero a través de Francia) y el suizo Michael Hanggi, que recibía el dinero en Basilea y lo lavaba a través de su empresa, Porespa, SA, situada justo debajo de una oficina de Patrick Laurent y atendida por la misma secretaria que esta. Al ser detenido en Basilea, Arrieta se disponía a entrevistarse con Jorg Kastl y su socio, Gugliemo Chiavi. Junto con los suizos, reaparece el amigo de Laurent y colaborador del contraespionaje francés, Claude Cabot, asistente a una reunión sobre el contrabando, a la que también asistieron Kastl y un representante de Laurent.
El meollo de la cuestión es que el dinero tras*portado por el etarra Arrieta y lavado en Suiza por Hanggi –quien, después de cambiarlo por dólares, depositaba estos en la Union des Banques Suisses, en Basilea, para ser tras*feridos posteriormente a Liechtenstein- no procede solo del contrabando de tabaco, sino del narcotráfico. Colombia, Panamá, los armadores griegos y la mafia gallega entran en escena.
Trazado en neցro :: - ETA y mafia gallega. Peseta connection