La verdad es que en el norte todos los que rondamos los 50 o más y vivíamos en casa independiente nos hemos criado así.
No era cuestión de tener dinero. La mayoría de las casas se diseñaban y construían sin calefacción, aunque hubiera dinero.
La vida se hacía en la cocina, donde estaba la "cocina económica", de hierro y obra, donde ardía leña o carbón todo el día. Emitía un calor brutal, que calentaba la cocina, siempre amplia, donde toda la familia hacia la vida cuando estaban en casa.
La muyer cocinaba, el hombre leía el periodico o hacía allí trabajos varios, incluso los hijos estudiaban allí, porque era donde mejor se estaba.
El resto de la casa estaba frio. Por la noche se veía la TV en el salón, con una estufa de butano, o un brasero eléctrico o de picón en la mesa camilla.
Para ducharse, cosa que se hacía mucho menos que hoy día, el agua caliente con calentador de butano. Ni siquiera se calentaba el baño, o como mucho con la estufa de butano un ratito.
La gente se lavaba sobacos y bajos con una esponja.
Al acostarse se envolvía una de las placas de hierro de la cocina en periódicos y se metía bajo las sábanas.
Se meaba en el orinal que se dejaba bajo la cama hasta la mañana, aunque el baño estuviera a dos metros.
En casa se estaba abrigado, excepto los niños que íbamos en pantalón corto incluso al colegio, excepto en lo peor del invierno. Ahí pantalones de pana, que abrigaban bien, con calzoncillos largos debajo.
Era todo muy Paco, pero no sé resfriaba nunca nadie.
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