Antes de seguir con mi habitual retahíla de vocablos relacionados con el ruso actual, creo conveniente establecer algunas consideraciones:
1) La semejanza de palabras entre el ruso y el castellano actuales, no quiere decir que el territorio de Rusia sea el centro de todas ellas. Muchas de las que cito tienen su equivalente en países aledaños, desde Polonia hasta Bulgaria y desde Eslovenia hasta Rumanía. Por tanto, no se trata de los rusos específicamente sino, más bien, de la amplia zona que engloba el este europeo, incluyendo, a veces, a los kazajos. Además, no estamos hablando de naciones (una invención de la segunda mitad del siglo XIX) sino de pueblos y territorios, algunos de los cuales se expandieron hacia occidente dejando su impronta innegable aunque la Historia oficial haya intentado desfigurarla con todas sus fuerzas.
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2) ¿Quiénes fueron estos pueblos que vinieron a España y dejaron su huella en el lenguaje? Me aventuro a suponerlo: los GODOS.
La Historia Oficial (desde ahora HO) los hace originarios del Este germánico, pero reconociendo a su vez que el punto de salida concreto sigue siendo un enigma por resolver.
Junto a ellos, SUEVOS, VANDALOS y ALANOS. Es decir, desde el Báltico hasta el Mar neցro.
Los visigodos permanecieron en España desde principios del siglo V hasta, supuestamente, principios del siglo VIII, si hemos de hacer caso a la HO.
Sin embargo, los seguidores de la Historia Alternativa somos muy críticos con la Cronología histórica actualmente establecida.
Y, naturalmente, pensamos que su venida tuvo lugar en los últimos cuatrocientos años de la Historia. O, lo que viene a ser lo mismo, en el pasado reciente.
La HO los considera poco más que salvajes y bárbaros, haciendo hincapie en su antítesis con los occidentales civilizados, pero ésto no fue así en modo alguno, baste para ello reconocer que dieron lugar a un modelo cultural que conocemos como GÓTICO.
3) A pesar de los tres siglos que estuvieron en la península, no dejaron rastro de su idioma, nos dice la HO.
Algo, verdaderamente, complicado de imaginar y admitir.
Y ya lo iremos viendo en días posteriores.
Evidentemente, lo que afirmo es, de momento, poco más que una hipótesis de partida.
Veremos si es posible aportar las pruebas necesarias para convertirla en una tendencia histórica.
O, al menos, para despejar muchas de las dudas existentes.