Hubiera sido incorrecto razonar que el átomo jamás sería observado: se inventó el microscopio electrónico, en efecto, y eso no quita ni un ápice a la genialidad de los científicos en sus razonamientos. Del mismo modo, no se puede decir que los ordenadores jamás harán esto o jamás haran lo otro: es posible que el modo de implementar algoritmos actual, con el hardware actual, cambie. Es posible que los dispositivos de recreación de mecanismos mentales (un ejemplo viejo, el ábaco; uno moderno, los algoritmos de sistemas expertos más modernos) sean cada vez más perfectos. Ya se fabrican peces artificiales cuyos movimientos son casi imposibles de distinguir de los de los verdaderos peces. Se puede imitar hasta el límite, pero seguimos sin saber, de momento, cómo y cuando se genera el chispazo de auto-conciencia y si nuestros dispositivos, aunque algún día lleguen a imitar "con un error menor que epsilon" multitud de cosas que hacemos los humanos, tendrán conciencia.
Sobre la capacidad de los ordenadores, cuando el cerebro humano se comprenda mejor, esté mejor descrito, y exista tecnología para replicar en algún dispositivo físico sus funciones, funcionamiento y conexiones, ya veremos qué ocurre. Tenga sentido o no hacerlo...