Éso se llama fertirriego. Es un tipo de riego que incluye los abonos que la tierra necesita. Negar su utilización supone un grave problema, y es que utilizar ese sistema es un ahorro como del 30% en el coste de explotación de la viña.
El fertirriego tiene que ir asociado con un sistema de monitorización en tiempo real, algo así:
Cada 15 o 20 minutos, la viña le dice al sistema qué necesita y qué tiene previsto necesitar a corto plazo. Analizando la climatología, la humedad, temperatura del suelo y la electroconductividad se puede saber qué sería lo mejor para la viña en cada momento. Con esos datos se calculan los nutrientes que hay que aportar y se establece el stress hídrico óptimo. Unos dosificadores automáticos de agua y abono hacen el resto.
Para calcular la masa foliar y decidir si hay que poda así o asá y cuándo hacerlo se utilizan las fotografías multiespectrales, hechas por satélites o con drones.
La viña hoy en los sitios donde el vino es competitivo se cría así. En California, en Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Chile, Argentina, etc. En Rioja se limita la produccion a 6.000 kg por ha, y en Rueda a 8.000. ¿para mejorar la calidad? rotundamente, no. Se limita exclusivamente para forzar los precios al alza por la escasez de la cosecha.
En Tasmania mientras, están recogiendo de 20.000 á 24.000 kg de uva de alta calidad por ha. La hacen toda vino y luego lo venden todo. ¿Quién cree que tiene un mejor negocio y un futuro más prometedor? Y no me hable de calidades incomparables y toda esa historia, porque éso fué el pasado pero ya no es en el presente, para nada. La industria española del vino es un zombie, un perecido andando, aun siendo hoy el primer o segundo productor mundial. La PAC de la UE, la codicia y la falta de visión estratégica de los sucesivos gobiernos (nacional y taifas) la están llevando a su gloria.
El Gobierno australiano se comprometió con el sector en que Australia sería en 2025 el primer exportador de vino del mundo y cada día vamos viendo como se acercan a su objetivo. A todo ésto, en un país donde la agricultura no está subvencionada en absoluto.
Una cosa es lo que nos gusta, por el romanticismo de la alquimia del vino. Porque de que una fruta se transforme en vino no deja de ser un proceso con su magia, y otra muy diferente por qué camino va el negocio del vino. Un producto genuinamente mediterráneo y que en nada va a dejar de serlo.
Al tiempo.