Confundes empatía con simpatía, un error proveniente de una deficiente calidad educativa lamentablemente más frecuente en estos tiempos.
Esa frase es, simplemente crucial. Es más, no diría que la confusión sea con la simpatía, sino con la aceptación.
La empatía es la capacidad de saber ponerse en la piel del otro. Saber por qué dice las cosas, comprender su situación, entender el contexto de su forma de actuar. Pero
NO SIGNIFICA EN ABSOLUTO que comprender esto, automáticamente le de patente de corso para obtener lo que quiere. Esa es la distorsión que actualmente se hace.
Continuamente nos venden mil historias, a cada cual más lacrimógena, para influirnos ideológicamente. En la que la persona protagonista es muy oprimida y tal o ha tenido una situación desagradable. La empatía nos lleva a poder comprender lo que pasa por su cabeza, pero (por ejemplo...) en ningún momento nos puede hacer aceptar que le haya pegado dos tortas a otro. Ese es el error, aceptar lo que viene después de la empatía, como si la consecuencia de esa empatía sea validar cualquier cosa.
Y yo creo que la simpatía ayuda a la hora de comunicarse. Y no me refiero a la necesidad de estar siempre sonriendo, eso cada cual según su carácter. Pero sí saber expresar las cosas con corrección, con el máximo respeto, y dando las explicaciones que sean necesarias. Más que ser simpático, tener trato agradable.
Tú puedes tener un empleado (por poner un ejemplo claro...) que tenga el perro a punto de morirse, y saber que para él su perro es muy muy importante. Y tu empatía hará que te solidarices. Es más, si existe la posibilidad de que tenga un par de días libres (ya hablaremos de cómo se arregla después!), pues vas a hacer lo imposible. Y además, sabes que pocas cosas las va a agradecer tanto.
Ahora bien, si resulta que por puñetera casualidad ese día tienes una presentación con un cliente que viene de otra ciudad, y se lleva 6 meses trabajando en ello, y la tiene que hacer ese trabajador, le va a tocar ir sí o sí. Y no solo ir; le va a tocar estar brillante como nunca.
Y tendrás que decírselo con delicadeza, de una forma que lo entienda. Y le pagarás un taxi para que cuando termine salga escopeteado. Pero es que, por mucho que me solidarice, es su obligación.
Por eso una persona que tiene responsabilidad tiene, sí o sí, que conocer un mínimo las circunstancias personales de sus empleados y sus escalas de valores. No puedes ir moliendo la vida a la gente de forma gratuita, pero tampoco puedes dejar que no cumplan sus responsabilidades, que es para lo que te pagan.