Cuando Yoigo llegó a España (Propiedad de la sueca Telia-Sonera) empezó ofreciendo mejores tarifas pero sin subvencionar móviles, pronto se dio cuenta de que eso no funcionaba en España y cambió de estrategia. Y hace muy poco todavía menos tardaron las grandes en hacer lo contrario de lo que habían dicho después de decir que se acababan las subvenciones...
Se ve que para el español medio lo de comprar móviles libres y buscar mejores tarifas no funciona.
En casi todos los países es así y es así porque el consumo moderno es un consumo basado en el crédito. Desde los móviles que son financiados por las operadoras de telefonía hasta las importaciones de petróleo árabe que son financiadas por los fondos soberanos árabes.
En la mayor parte del volumen de negocio, quienes proporcionan los teléfonos no son los fabricantes de teléfonos sino los operadores.
Esta forma de crédito al consumo encubierto es muy antigua y exige que el bien financiado pueda hipotecarse, por eso los teléfonos no pueden ser libres.
A principios del siglo XX, Kodak, que luego sería una enorme corporación, era fabricante de película fotográfica y procesaba el rebelado de las fotos.
La fotografía era un lujo reservado a profesionales y las cifras de ventas muy pequeñas. La solución era popularizar la fotografía convirtiéndola en un hobby de masas pero esto tenía un problema: hacerse aficionado a la fotografía o el que una familia pudiese sacar sus propias fotos exigía una inversión inicial para comprar una cámara y las cámaras eran demasiado caras.
Así que Kodak decidió financiar empleando crédito bancario la compra de cámaras de fotos por parte del consumidor medio. Esto exigía poder hipotecar las cámaras y hacerlo directamente no era factible así que la hipoteca de la cámara y el pago de las cuotas del préstamo y el coste financiero se realizó por medio de los suministros de película y el rebelado.
Las cámaras no eran "libres" en el sentido de que no tenían utilidad si no se les alimentaba con película fotográfica y luego esa película se rebelaba. Para que esa cámara financiada por la marca X solo pudiera consumir película de la marca X surgieron multitud de formatos y stándares incompatibles entre sí de tamaño de la película, proceso de rebelado, etc.
Kodak comenzó a vender cámaras aptas para sus películas que vendía a un precio subvencionado de 1$, cuando a Kodak producir esas cámaras quizás le costase 25 dólares.
Los 24 dólares de esa subvención eran solo un crédito que luego se recuperaba a lo largo de 20 años como un sobreprecio en las películas y su rebelado. Esta radical rebaja en la inversión inicial necesaria para entrar en el hobby de la fotografía creo una explosión del sector.
Los sellos discográficos que vendían tocadiscos subvencionados o los fabricantes de impresoras que venden las impresoras al 25% de su costo y luego recuperan ese subsidio al vender los cartuchos de tintas son otros ejemplos de este crédito al consumo "encubierto"
En estas situaciones siempre surgen oportunistas que venden película compatible con las cámaras Kodak pero a un precio inferior, cartuchos piratas de tinta a un precio muy inferior al de los oficiales o recambios iguales a los originales BMW mucho más baratos.
Sin embargo, el precio al que ofertan estos oportunistas no es sostenible globalmente, porque no incluye el coste financiero gigantesco de la inversión inicial en subsidios, que en el caso de la telefonía no solo incluye la subvención de los teléfonos sino una gigantesca inversión en infraestructura y licencias que las grandes operadoras adelantan con crédito bancario y bonos corporativos.
Toda compañía grande, que ha hecho esas inversiones y subvenciones iniciales, tiene una fuga de clientes lonchafinistas que prefieren utilizar los servicios "piratas" o no oficiales.
Las compañías grandes suelen elegir o bien permitir que compañías oportunistas se hagan con esa parte del mercado y perder dinero cuando suministran servicio a esas compañías oportunistas o bien crearse ellas mismas su propia filial lonchafinista. Algo así como si la compañía BMW o Epson además de vender los recambios oficiales a 100€ tuvieran una compañía pirata que vende recambios piratas de su propia marca a 45€.
El problema de esto es que cada compañía grande tiene que intentar llevarse también el mercado marginal lonchafinista de bajos precios pero sin tener demasiado éxito en su linea low cost porque en realidad, con su línea low cost se están haciendo la competencia a sí mismas y erosionando su propia línea de negocio.
El problema de fondo aquí es el problema de toda burbuja de crédito y de su estallido. La burbuja de crédito simula una demanda ficticia que hace que los consumidores consuman mucho más de lo que realmente pueden solo porque se les suministra crédito ilimitado o porque se les vende los productos muy por debajo de sus costes reales.
Las compañías telefónicas aprovecharon los días del crédito ilimitado y gratuito para crear unos servicios con un coste 100 que luego vendían a los usuarios a un precio 20. puesto que subsidiaban el 80% del coste del servicio, la demanda creció de forma explosiva pero solo porque era una demanda subsidiada por medio del brutal endeudamiento de las operadoras. (Y sí, el Estado también aprovechó para llevarse su mordida de esta explosión de crédito)
Cuando estallada la burbuja, tendrían que ser los usuarios los que sostuviesen con su demanda real el coste de esa gigantesca inversión inicial, se descubre que si se cargan al usuario los costes reales la demanda, que era una demanda ficticia, simulada mediante el crédito, se desploma.
El que haya pequeños operadores que logren precios muy agresivos no debe confundirnos en esto: los precios de esos pequeños operadores oportunistas no reflejan los costes reales, como los precios de los fabricantes de coches que venden a pérdidas o los precios de los promotores que malvenden pisos con grandes pérdidas por estar ahogados tampoco reflejan los costes reales de construcción (que incluían enormes mordidas estatales)
Cuando una economía crea un boom artificial basado en que los precios de los bienes no reflejen el coste real, y se llene la diferencia mediante el crédito, el resultado final es siempre este: cuando no es ya posible mantener el esquema Ponzi mediante más crédito y los precios deben reflejar el coste real o el coste real debe rebajarse al precio de la demanda real (bajadas de salarios y "recortes" de gasto público) todo el mecanismo colapsa.
Este esquema Ponzi basado en disfrutar hoy de los bienes pero pagar el costo de producción de esos vienes en un futuro indeterminado, es el modus operandi standard de los Bancos Centrales keynesianos que se pone en práctica por medio de unos intereses reales negativos permanentemente deprimidos.
Los sistemas nacionales de pensiones, los Estados del Bienestar o esos desequilibrios masivos y crónicos en la economía global, como que España o USA puedan mantener déficits comerciales del 10% del PIB durante décadas mientras Alemania, Japón, China o Arabia puedan tener superavits del 10% durante décadas son ejemplos globales de este delirio keynesiano basado en la absurda premisa de que es posible consumir hoy, consumir nosotros, y producir mañana, que nuestros nietos produzcan en el futuro lo que nosotros consumimos hoy.