Y no es sólo culpa del sistema educativo o de las multinacionales. Estoy harto de ver niños de menos de dos años a los que los padres no separan ni un segundo de su pantalla por la que desfilan ositos y musiquitas para que se calle. Ni un segundo. Durante todo el periodo de vigilia. A una edad tan temprana probablemente la personalidad y la capacidad de atención del niño se vea afectada de forma irrecuperable. No me quiero meter en honduras de neurotransmisores, pero la causa última es puramente bioquímica.
Las pantallas y el uso de dispositivos digitales nos están haciendo petulantes, cada vez más y más petulantes”, advertía en 2020
Michel Desmurget, uno de los neurocientíficos más prestigiosos del mundo, director de investigación del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia y autor de numerosos estudios científicos. La voz de alarma la dio con
La fábrica de inanes digitales (Península), un ensayo que se convirtió en superventas y en el que desmenuzaba con precisión quirúrgica los
graves problemas cognitivos que acarrea es
estar pegado a una pantalla. Porque entre los dos y los 18 años un chaval occidental pasa delante de una pantalla el tiempo equivalente a
30 cursos escolares. Sí, 30 cursos escolares, ha leído bien.
Numerosos estudios destacan cómo el uso de los dispositivos digitales está teniendo un
efecto devastador en la inteligencia, en el poder de memorización, en el uso del lenguaje, en la capacidad de pensar, de razonar... Hay expertos que aseguran que las capacidades cognitivas están experimentando el descenso más pronunciado que se haya producido nunca en la historia de la humanidad.
Mark Bauerlein, profesor de la Universidad Emory en Atlanta (Georgia), sostiene que esta es
la generación más estulta que haya habido nunca.
Pero no todo son malas noticias, es posible
acabar con los inanes digitales. ¿Cómo? Leyendo.
Más libros y menos pantallas (Península), se llama el nuevo ensayo de Michel Desmurget, en el que analiza los numerosos beneficios que la lectura tiene para el desarrollo intelectual, emocional y social de los niños.
PREGUNTA. ¿Por qué es importante leer?
RESPUESTA. Leer
nos hace más humanos y más inteligentes. Leer nos hace más inteligentes en términos de cociente intelectual, pero también de
inteligencia social y emocional. Leer es fundamental para tener buenos resultados académicos, pero no somos conscientes de lo importante que es leer para toda nuestra existencia. Subestimamos enormemente lo valioso que es leer. Leer mejora muestra inteligencia emocional, social y cognitiva.
P. Habrá quien diga que hoy se lee mucho pero en pantallas…
R. Eso no es verdad. El tiempo que pasamos leyendo en internet es realmente muy poco, apenas unos minutos al día. De todo el
tiempo que pasamos frente a pantallas, leer representa únicamente entre un 2 y un 3%, lo que supone únicamente unos pocos minutos al día. Yo tengo un amigo terapeuta que suele decir que su hijo es bilingüe, en el sentido de que domina la lengua oral y la lengua escrita. Y, efectivamente, son cosas distintas. El
lenguaje escrito es más rico y tras*mite más conocimiento que el lenguaje hablado. Si se comparan libros de ficción -incluso libros de ficción para jóvenes- con las conversaciones de adultos -adultos incluso con títulos universitarios- se observa más riqueza en los libros, riqueza en términos de lenguaje pero también de conocimiento. Y lo mismo ocurre si se compara el lenguaje de libros con el de series o películas.
P. ¿Leer novelas gráficas y cómics tiene el mismo efecto que leer libros tradicionales?
R. No, para nada. Es una cuestión de volumen: los estudios estiman que cada vez que un niño se expone a un millón de palabras, aprende unas mil. Para alcanzar un millón de palabras hay que leer entre 10 y 15 libros normales. Pero
en los cómics y en el manga hay mucho menos vocabulario, así que para llegar a ese millón de palabras hay que leer cientos de ellos. Eso no significa que
los cómics y el manga no estén bien, enseñan cosas, por supuesto, enseñan por ejemplo a desarrollar la imaginación. Pero en términos de lenguaje, de capacidad lectora y de resultados académicos, los beneficios que proporcionan son muy pobres en comparación con los libros. Y hay algunas entradas escritas en redes sociales y en blogs cuyo lenguaje es tan pobre que no solo no aportan beneficios, sino que son perjudiciales y tienen un efecto negativo.
P. Usted es neurocientífico y sostiene que nuestro cerebro no está hecho para leer. ¿Me lo explica?
R. Así es, no lo está. La lectura nació hace unos 5.000 años,
cuando surgió la escritura. El lenguaje es mucho más antiguo y gracias a la evolución está inscrito en nuestro patrimonio genético y se apoya en una organización neuronal previamente establecida. Pero la
lectura, al ser mucho más reciente, tiene que ir cavando su surco en los meandros de una árida arborescencia cerebral. Leer nos parece sencillo, pero es fruto de un proceso lento y complicado, hay que descodificar los signos, tras*formarlos en sonidos, unir los sonidos y formar sílabas, palabras, frases y párrafos y entender su significado. En ese sentido, la velocidad de lectura es importante, el número de palabras que lee una persona en un minuto, por supuesto entendiendo lo que lee. Un lector eficiente lee unas 280-300 palabras por minuto. Se han hecho estudios, se ha hecho seguimiento de niños desde el colegio hasta la universidad para ver cuánto se tarda en adquirir las competencias de un lector eficiente, y el resultado es que se tarda unos 20 años. En los últimos 50 años la velocidad de lectura se ha reducido considerablemente, algo que se observa sobre todo en la
educación secundaria.
Portada de 'Más libros y menos pantallas', el nuevo ensayo de Michel Desmurget.
P. En los libros hay mucha más riqueza de léxico que en el lenguaje hablado, ¿verdad?
R. Sí, y un léxico más complejo. Tiene sentido, porque si un amigo me pregunta cómo estoy va a recibir mucha información a través de mi aspecto, de mi lenguaje facial, del tono de mi respuesta… Pero si tengo que decirle por escrito cómo me siento, tengo que usar muchísimas más palabras porque tengo que describir todo eso que no se ve. Por eso los libros son ricos en léxico, porque en ellos hay que
describir sentimientos y emociones que en el lenguaje oral con frecuencia no es necesario explicitar. Hay por ejemplo un estudio que estima que en los
libros infantiles una de cada cuatro palabras está relacionada con las emociones. Y, por supuesto, en los libros no solo hay más léxico que en el lenguaje oral, sino también más gramática: la sintaxis es mucho más compleja, las frases son más largas, hay más subordinadas y más oraciones pasivas... Además, hay muchas palabras que solo se emplean en el lenguaje escrito y que, por tanto, solo pueden aprenderse si se leen.
P. En todos los países de occidente, España incluida, vemos que cada vez más problemas de comprensión lectora…
R. Los
resultados del último informe PISA son catastróficos, y España no es ninguna excepción. Si se comparan los resultados de 2022 con los de 2015, la caída es tan grande que equivale a que los chavales hubieran perdido un año escolar completo, los que estaban por ejemplo en cuarto de la ESO en 2022 se encontraban al nivel que en 2015 tenían los de tercero de la ESO. En España, como en Francia, alrededor del 50% de los niños son lectores muy, muy débiles, con problemas de comprensión lectora. En el anterior informe PISA se planteó una pregunta sobre unos árboles que los alumnos habían estado estudiando durante nueve meses y cuya respuesta conocían, pero más del 50% de los niños de 13 años no fueron capaces de responder correctamente a la pregunta porque no la entendían. Cada vez hay menos
comprensión lectora en España, en Francia, en Alemania, en prácticamente todos los países occidentales. Y eso es dramático no solo para los niños, sino también para los países, porque los estudios muestran que los países con más educación son los que tienen más crecimiento económico. Los
resultados de PISA muestran una caída enorme en la preparación académica en Europa, sobre todo en comparación con los países asiáticos. Y si no hacemos algo, las consecuencias económicas serán graves.
P. Los efectos de la falta de lectura en el desarrollo intelectual, ¿pueden suponer también un problema para las democracias? En la novela 1984 de George Orwell, por ejemplo, se impulsa una neo-lengua muy pobre con fines represivos, basada en la idea de que aquello que no se nombra no puede ser pensado. ¿Acabaremos así?
R. Hay varias distopías, la de Orwell que usted cita, la de Huxley en
Un mundo feliz, la de Bradbury en
Fahrenheit 451… Bradbury decía que no era necesario quemar libros, que bastaba con conseguir que la gente no los leyera. Y en esas estamos. Por supuesto que la caída de los índices de lectura afecta a la democracia, en primer lugar porque los libros nos enseñan a pensar el mundo, y si no leemos careceremos del conocimiento mínimo para entenderlo. Y claramente leer menos nos hace también más permeables, más manipulables.
https://www.elconfidencial.com/cult...co-petulantes-dispositivos-digitales_3852078/