Yamamoto tenía solo tres dedos en su mano derecha, dos habían quedado abordo del crucero Nisshin, el día en el que Heihachiro Togo destrozó a la flota rusa en el estrecho de Tsushima. El solo era un simple alferez aquel día, pero no fué casualidad que el plan de ataque a Pearl Harbor saliera como salió, no es justo decir que todo fué fruto del consentimiento del rival. Hubo errores de bulto, omisiones criminales como la del radar, el submarino y la grán laxitud y ambigüedad del mando yanqui, pero el plán japonés fué ejecutado magistralmente, las tripulaciones y las naves se desempeñaron perfectamente, todos los detalles fueron cuidados y tenidos en cuenta, fué una acción impecable de la Teikoku Kaigun.
Habría que decir, además, que no solo fué el embargo, la cosa ya venía de antes. En el tratado de Washington a los japos los trataron como era de esperar, las condiciones de desarme, aparentemente equitativas eran en realidad una vuelta de tuerca a lo bestia. Japón era tratado como un igual para lo que convenía, el desarme, pero como inferior en lo que respecta a intereses y esferas de influencia. No obstante el desmantelamiento de grandes unidades de linea al que obligaron a los japoneses tuvo su karma, ya que de los cruceros de batalla y acorazados preservaron sus cascos y motores para convertirlos en los portaviones que tantos disgustos les darían luego.
Pero el Japón que atacó a EEUU, Inglaterra, Holanda, Australía y a todo cristo que se le plantó en aquel año de 1942, era una creación inglesa. Si, siempre están por medio, ellos siempre jugando al grán juego. En 1902 se firmó la alianza anglo-japonesa, la cooperación militar ya venía de atrás, Togo y su Mikasa eran tan "ingleses" como Nelson, al menos el almirante se formó allí durante siete años, que no es poco. Industrializar y armar al Japón de la forma meteórica en la que se hizo, no fué casualidad, el enemigo era Rusia, el peón era Japón.