Leído en Un año sin comprar rompa | Proyecto 333
Debería puntualizar y seguir siendo sincero como en todos mis artículos: casi sin comprar. Desde el mes de julio del año pasado, el 2010, sólo me he comprado un bañador y unas sandalias -ambos recientemente-. El bañador, porque el del año pasado me ha quedado grande al haber perdido unos pocos kilos, así que lo he donado. Las sandalias, porque las que tenía ya estaban bastante deterioradas después de haberlas usado durante trece veranos, esto es, trece años. Lógicamente no las he donado y han ido directamente al cubo de la sarama.
Desde que decidí cambiar mi estilo de vida y apostar por la simplicidad me he topado, sobre todo a través de Internet, con diferentes desafíos: vivir con menos de 100 cosas, elproyecto 333, etc. Con algunos de mis comentarios he mostrado mi apoyo por estos desafíos, pero uno de los cambios que vengo trabajando en pro de esa simplicidad es desaprender esa manía que tenemos de contarlo todo, de medirlo todo -queda pendiente para otro post-. Es por eso que no me uní a estos desafíos y cree el mío propio. Y no, no fue no comprar en un año -ya estaría contando-, aunque hoy esté de “celebración” por ello. Mi desafío era y es no comprar nada que no necesite nunca más.
Hablando de ropa y complementos, durante este último año he revisado mi armario unas tres o cuatro veces. Un minimalista no tiene porque ser un radical, aunque muchos lo piensen, así que no se trata de ponerse un día ante el armario y tirarlo todo. Es por eso que durante este primer año he necesitado más de un día de revisión y limpieza. Lo cierto es que seguramente podría haber dejado el armario tal y como está hoy mismo desde el primer día. Sin embargo, uno decidió ser elástico y ha dado segundas oportunidades a algunas prendas. Ahora bien, ninguna ha pasado de la tercera ;-)
¿Por qué no he comprado nada? No ha sido un ejercicio antisistema ni anticonsumo, qué va. En realidad, si he logrado cambiar esa tendencia consumista simplemente ha sido como consecuencia del verdadero motivo por el que no he comprado nada más, algo tan sencillo como que no lo he necesitado. De verdad, por experiencia propia, puedo asegurarte que hoy, exactamente hoy, tienes toda la ropa, calzado y complementos que puedas necesitar para un año entero.
Es más. Haberme quedado con poca cosa concienciándome del impacto que tiene mi consumismo sobre mí mismo -sobre todo a nivel emocional y económico- y sobre el planeta -la ropa también está hecha de recursos naturales y su fabricación es contaminante-, me ha servido para darle aún más valor a lo poco que tengo, por lo que lo cuido más, se deteriora menos y me dura más. Consecuencia directa: ni tan sólo tengo la necesidad real de comprar porque toda mi ropa está en casi perfecto estado, como nueva, con lo que veo muy lejos el día en que tenga que comprarme algo, que lógicamente llegará, pero que dudo sea dentro del próximo año. ¿Dos años sin comprar? No lo sé. A este ritmo tal vez sean tres o cuatro. La verdad, tampoco me importa cuanto ;-)
Además de minimizar mi impacto económico, emocional y ecológico, otras muchas cosas han cambiado en mi vida. No voy a listarlas todas, me quedo con una: ya no voy de compras. ¡Ooooh! ¡Sacrilegio antisistema! ¿Y qué haces los fines de semana? ¿Estás en casa todo el día? ¿No te aburres? Se preguntarán muchos…
Pues mira, hace meses que no piso un centro comercial -el templo del consumidor-, y aprovecho todo ese tiempo para hacer actividades que me devuelven a lo esencial, a lo que soy. Es decir, disfrutar de la naturaleza. Algo que perseguía desde hacía mucho tiempo, años, y que por fin este año ha sido el protagonista de mi tiempo libre. Ya sea invierno o verano, exceptuando los días de lluvia -y no todos; que mojarse bajo un chaparrón también es muy divertido y sano-, éste ha sido un año de actividad natural exhaustiva. Tampoco listaré todo lo que me ha aportado disfrutar semanalmente de la naturaleza, aunque sí puedo nombrar lo que no me ha quitado: tiempo, dinero, energía, tranquilidad, aire puro, etc. Por cierto, todas esas cosas de las que se quejan muchos de no tener. Ya lo sabes, tú eliges.
Resumiendo, ha sido un año de cambio. He cambiado menosprecio por valor, descuido por mimo, gasto por ahorro, irresponsabilidad por responsabilidad, coche por bicicleta, fluorescentes por Sol, estrés por tranquilidad, climatización por aire puro, inconsciencia por consciencia, etc. Y todo por el simple hecho de no comprar sin necesidad
Debería puntualizar y seguir siendo sincero como en todos mis artículos: casi sin comprar. Desde el mes de julio del año pasado, el 2010, sólo me he comprado un bañador y unas sandalias -ambos recientemente-. El bañador, porque el del año pasado me ha quedado grande al haber perdido unos pocos kilos, así que lo he donado. Las sandalias, porque las que tenía ya estaban bastante deterioradas después de haberlas usado durante trece veranos, esto es, trece años. Lógicamente no las he donado y han ido directamente al cubo de la sarama.
Desde que decidí cambiar mi estilo de vida y apostar por la simplicidad me he topado, sobre todo a través de Internet, con diferentes desafíos: vivir con menos de 100 cosas, elproyecto 333, etc. Con algunos de mis comentarios he mostrado mi apoyo por estos desafíos, pero uno de los cambios que vengo trabajando en pro de esa simplicidad es desaprender esa manía que tenemos de contarlo todo, de medirlo todo -queda pendiente para otro post-. Es por eso que no me uní a estos desafíos y cree el mío propio. Y no, no fue no comprar en un año -ya estaría contando-, aunque hoy esté de “celebración” por ello. Mi desafío era y es no comprar nada que no necesite nunca más.
Hablando de ropa y complementos, durante este último año he revisado mi armario unas tres o cuatro veces. Un minimalista no tiene porque ser un radical, aunque muchos lo piensen, así que no se trata de ponerse un día ante el armario y tirarlo todo. Es por eso que durante este primer año he necesitado más de un día de revisión y limpieza. Lo cierto es que seguramente podría haber dejado el armario tal y como está hoy mismo desde el primer día. Sin embargo, uno decidió ser elástico y ha dado segundas oportunidades a algunas prendas. Ahora bien, ninguna ha pasado de la tercera ;-)
¿Por qué no he comprado nada? No ha sido un ejercicio antisistema ni anticonsumo, qué va. En realidad, si he logrado cambiar esa tendencia consumista simplemente ha sido como consecuencia del verdadero motivo por el que no he comprado nada más, algo tan sencillo como que no lo he necesitado. De verdad, por experiencia propia, puedo asegurarte que hoy, exactamente hoy, tienes toda la ropa, calzado y complementos que puedas necesitar para un año entero.
Es más. Haberme quedado con poca cosa concienciándome del impacto que tiene mi consumismo sobre mí mismo -sobre todo a nivel emocional y económico- y sobre el planeta -la ropa también está hecha de recursos naturales y su fabricación es contaminante-, me ha servido para darle aún más valor a lo poco que tengo, por lo que lo cuido más, se deteriora menos y me dura más. Consecuencia directa: ni tan sólo tengo la necesidad real de comprar porque toda mi ropa está en casi perfecto estado, como nueva, con lo que veo muy lejos el día en que tenga que comprarme algo, que lógicamente llegará, pero que dudo sea dentro del próximo año. ¿Dos años sin comprar? No lo sé. A este ritmo tal vez sean tres o cuatro. La verdad, tampoco me importa cuanto ;-)
Además de minimizar mi impacto económico, emocional y ecológico, otras muchas cosas han cambiado en mi vida. No voy a listarlas todas, me quedo con una: ya no voy de compras. ¡Ooooh! ¡Sacrilegio antisistema! ¿Y qué haces los fines de semana? ¿Estás en casa todo el día? ¿No te aburres? Se preguntarán muchos…
Pues mira, hace meses que no piso un centro comercial -el templo del consumidor-, y aprovecho todo ese tiempo para hacer actividades que me devuelven a lo esencial, a lo que soy. Es decir, disfrutar de la naturaleza. Algo que perseguía desde hacía mucho tiempo, años, y que por fin este año ha sido el protagonista de mi tiempo libre. Ya sea invierno o verano, exceptuando los días de lluvia -y no todos; que mojarse bajo un chaparrón también es muy divertido y sano-, éste ha sido un año de actividad natural exhaustiva. Tampoco listaré todo lo que me ha aportado disfrutar semanalmente de la naturaleza, aunque sí puedo nombrar lo que no me ha quitado: tiempo, dinero, energía, tranquilidad, aire puro, etc. Por cierto, todas esas cosas de las que se quejan muchos de no tener. Ya lo sabes, tú eliges.
Resumiendo, ha sido un año de cambio. He cambiado menosprecio por valor, descuido por mimo, gasto por ahorro, irresponsabilidad por responsabilidad, coche por bicicleta, fluorescentes por Sol, estrés por tranquilidad, climatización por aire puro, inconsciencia por consciencia, etc. Y todo por el simple hecho de no comprar sin necesidad