Manteca de lechón vs aceite de oliva

La generación de mis abuelos y bisabuelos cocinaban con manteca de lechón y vivieron hasta entrados los ochenta o noventa.

Las estadísticas de esperanza de vida, y la experiencia personal de la mayoría con sus propios abuelos dicen otra cosa. Diferente es que solamente nos acordemos de los pocos que llegaban a esas edades, y nos olvidemos de la gran cantidad de gente que moría entre los 55 y 75 años. En los años 70, gran cantidad de gente de 55 años parecían ancianos. También se ve en las películas antiguas. La edad de jubilación estaba en los 65, porque la gente solamente vivía unos años más. El problema con las pensiones ahora es justamente que la gente sí vive 80 o 90 años, mientras que se siguen jubilando con 65.
 
La estadística de "esperanza de vida" es puesta como ejemplo de "PROGRESO" a pesar de que lo que dice dicha estadística no es lo que parece.

La esperanza de vida es la media de edad a la que muere la gente, sin diferenciar la causa de la fin, por tanto dicha estadística incluye los muertos en las guerras (todos muy jóvenes) y a causa de todo tipo de infecciones.

Pero el aumento de la salubridad y la higiene en general y el fin de las guerras permanentes y/o gigantes (como las dos guerras mundiales) no están directamente relacionados y menos aún, exclusivamente relacionados, con el PROGRESO técnico-científico, y en concreto el "progreso" de la medicina.

Antes morían más bebés y niños, sí, pero esto no era ningún problema, porque los bebés y niños muertos eran sustituidos por otros, porque la gente tenía hijos sin problemas (y los tenían a edades lógicas). Por tanto, "la esperanza de vida" no es un marcador determinante, siempre que los hombres y mujeres tengan VIGOR y PULSIÓN de VIVIR, no como los urbanitas derechohabientes bienestarizados que son MUERTOS EN VIDA... Y por eso están siendo sustituidos por inmi gración, porque los urbanitas derechohabientes bienestarizados son tan disfuncionales-infrahumanos que no sirven ni para obeceder. De hecho, están siendo sustituidos de cara al nuevo periodo de guerras que va a llegar, en el cual el dúo ESTADO-CAPITAL va a necesitar hombres (y mujeres) con VIGOR (y con fuerza para apiolar y morir), y no urbanitas derechohabientes bienestarizados pusilánimes.

No espero que todo esto lo entiendan ni progres ni de derechass ni liberales (por resumir), ya que todos ellos son PROGRESISTAS MATERIALES y ESTATÓFILOS-ESTATODEPENDIENTES-ESTATOLÁTRICOS.

Y sí, la manteca es mejor para freir que cualquier aceite vegetal. Eso lo sabían bien nuestros antepasados del rural, los cuales son tachados de ignorantes, incultos y poco menos que bestias por los URBANITAS DERECHOHABIENTES BIENESTARIZADOS (progres, de derechass y liberales, tanto da).
 
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Relacionado con la alimentación en épocas pasadas:

Durante la guerra civil y después, dada la escasez de alimentos se usó mucho la harina de almortas (por ejemplo para preparar gachas), cuyo consumo excesivo conlleva la enfermedad llamada LATIRISMO.

Esa enfermedad afectó sobre todo a los HOMBRES, y "la ciencia que todo lo sabe" nunca supo explicar el porqué.

La explicación es la siguiente: fueron los hombres los que sobre todo consumieron dicho producto.

¿Y por qué fueron sobre todo los hombres los que consumieron ese producto? Porque primero se repartían los alimentos disponibles entre la mujer y los hijos y resto de la familia, y si no quedaba nada para los hombres, éstos se alimentaban de gachas de almortas.

Pero esto no es cosa del patriarcado, sino muestra de que antes los hombres actuaban así por propia voluntad, por AMOR y por sentido del DEBER.

El franquismo fue modernidad a toda máquina, y (muy a su pesar) no le dio tiempo a destruir totalmente al PUEBLO; ese objetivo sí fue conseguido con la tras*ición y luego el bienestarismo.

Lo de los hombres y las almortas no es patriarcado. El patriarcado es una IMPOSICIÓN del ESTADO tanto al hombre (le obligan a ser tutelador de la mujer) como a la mujer (la obligan a ser tutelada por el hombre).

El patriarcado fue una creación del ESTADO, para dividir al PUEBLO y mejor controlarlo, y por supuesto para reforzar al ESTADO. Cuando el PUEBLO se divide y enfrenta se hace más dependiente del PODER.

Y una vez agotado y disfuncional el patriarcado, se dio paso al feminismo, que es patriarcado 2.0, siendo el nuevo tutelador, ahora de forma explícita, el que siempre fue el patriarca, el ESTADO, junto a su principal creación, la GRAN EMPRESA CAPITALISTA. Y a partir de ese momento pasó a ser considerado el origen de todos los males el que antes antes fue tutelador obligado (por el ESTADO), es decir, el varón del pueblo llano, no así el varón de las clases dominantes, que se mostró-muestra como el "emancipador" de la mujer del pueblo llano.

El caso de las almortas es un ejemplo precisamente de que los hombres del pasado daban su vida, literalmente, por su mujer y sus hijos, y no por imposición del ESTADO (en aquel entonces con mucho menos poder que ahora), sino que lo hacían, repito, por sentido del DEBER y por AMOR y por HONOR. Sin descartar que algunos hombres no supieran del riesgo de consumir demasiadas almortas, y que de haberlo sabido, quizá no lo hubieran hecho (pero tampoco creo que hubieran quitado comida a su familia, sino que hubieran comido ratas, cosa que también hacían).
 
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Extracto de "Naturaleza, ruralidad y civilización":

Para empezar hay que decir que resulta intolerable el monocultivo olivarero establecido en la mitad sur de la península Ibérica. Así, es aberrante que en el término de jovenlandesa (Toledo) haya un millón de olivos [12], y que, por ejemplo, en Martos (Jaén), centro comarcal de un paisaje de pesadilla, donde todo es olivar, el aire huele a aceite y no existe otro tipo de cultivo, pues de las 25.000 has. del término municipal, 21.200 a él están dedicadas, en el cual se ocupan una parte significativa de sus 24.000 habitantes. En la provincia de Jaén el olivo ocupa el 85% de la superficie agraria útil, lunático estado de cosas que daña la calidad de los suelos (una parte importante de las tierras olivareras del sur tienen un contenido de materia orgánica inferior al 1%, y en descenso continuo, cuando se admite que por debajo del 1,5% se ha producido la mineralización de los suelos y éstos se aproximan a una situación de esterilidad grave, propia del semidesierto). Esto queda agravado por las técnicas recientemente introducidas, como la compactación del suelo y el uso a gran escala de herbicidas, a fin de convertirlos en superficies duras y lisas desprovistas de vegetación, lo que, al parecer, abarata la recogida del fruto, nocividades que se unen al uso cada vez mayor de diversos tipos de maquinaria pesada, que empeora aún más la estructura física de los suelos. De todo ello resulta un dato que produce escalofríos: el olivar andaluz, convencional o ecológico, pierde, debido a la erosión, 80 toneladas de tierra por ha y año (lo máximo "aceptable" serían unas 7), situación que, probablemente, ya no puede mantenerse mucho más tiempo sin que la desertificación se haga completa e irreversible.

Todo ello favorece, además, la escorrentía, dificulta la infiltración de las aguas de lluvia, con el consiguiente debilitamiento de los acuíferos (al mismo tiempo que crece la superficie de olivar en regadío, otro dislate), favorece el arrastre de la capa superficial e incrementa el riesgo de arroyadas, riadas y avenidas. En tan inmensos espacios con una sola especie vegetal, sus plagas y enfermedades (la mosca del olivo, el temido repilo, la polilla del olivar, etc.) encuentran las condiciones óptimas para desarrollarse, por lo que el consumo de insecticidas y fungicidas por unidad de superficie ha de ser notable, lo mismo que el de abonos inorgánicos, a causa de la caída año tras año de la calidad media de los suelos. Al no haber ningún otro cultivo ni ganado, esas zonas han de importar todo lo necesario para la alimentación de su población, a la vez que exportan grandes cantidades de dos únicos productos, la aceituna de mesa y el aceite de oliva. Con ello maximizan el gasto de energía y la contaminación, así como la demanda de material de tras*porte y la exigencia de megainfraestructuras viarias. A la vez, tal estado de cosas potencia en grado superlativo el desarrollo del capital comercial, el poder del capital financiero y la monetización del cuerpo social. En particular, esto último otorga un nuevo modo y grado de poder al Estado que, con la política monetaria, alcanza aún mayores cotas de dominio sobre el elemento popular. Tales son los deplorables efectos de lo que ha sido llamado, con razón, "desierto olivarero".

[ 12 ] Expone J.M. Donézar, en su bien documentado, aunque no siempre bien reflexionado, libro "Riqueza y propiedad en la Castilla del Antiguo Régimen. La provincia de Toledo en el siglo XVIII" que sólo el 3,3% de las tierras de labor toledanas de esa centuria estaban ocupadas por el olivar, pues en la alimentación se utilizaban grasas animales, lo que permitía, e incluso exigía, que la cubierta vegetal espontánea ocupara grandes extensiones, estado de cosas que protegía los suelos de la erosión, favorecía la infiltración de las aguas, incrementaba los índices de pluviosidad y atemperaba los extremismos del clima, además de mantener la biodiversidad. Para aquellas fechas una parte significativa, aunque imposible de determinar, de la alimentación humana provenía de los recursos silvestres, solución excelente en comparación con los excesos de la agricolización y cerealización, propios de la modernidad, pues la agricultura, como se ha dicho con feliz expresión, es la artificialización de los ecosistemas, tras cuya hegemonía, especialmente en las condiciones del clima mediterráneo, viene el semidesierto, lo que es dado observar hoy en la provincia de Toledo, convertida en sólo 200 años en un secarral patético, con unos contenidos de materia orgánica en los suelos que se sitúan en el 1,38% de media provincial. Eliminar una buena parte del olivar, limitar la agricultura a las tierras más aptas, unir, como se decía antaño, labranza y crianza, poner fin a la saca mercantil de productos agrícolas, devolver la tierra así liberada al monte, al pastizal y a los ganados, incorporando los frutos silvestres a la dieta humana a gran escala, es el plan estratégico más adecuado.
 
Lo llaman PROGRESO (lo llaman así TODOS: progres, de derechass y liberales, por resumir).
 
Más extractos de "Naturaleza, ruralidad y civilización":

Esa especialización productiva extremista niega, además, hasta la apariencia de autonomía municipal a los pueblos que la padecen, que ha de asentarse en un grado, siempre incompleto, pero lo más elevado posible, de autoabastecimiento. Esto es de mucha importancia, pues una sociedad libre ha de ser, por necesidad, un régimen de autogobierno asentado en la soberanía política del municipio, que debe tener una expresión en lo económico. Ésta tiene que adoptar la forma concreta de un alto nivel de autogobierno en la esfera de la producción, de manera que dentro de la demarcación local ha de cosecharse una parte mayoritaria de los medios de vida esenciales, reduciendo al mínimo el comercio, que abastecerá únicamente de aquellos bienes que sean imposibles de lograr en el ámbito municipal. La especialización productiva, presentada como un modo de incrementar los rendimientos y aumentar la riqueza, es, en primer lugar, un procedimiento político para hacer sumisos a los municipios, al convertirlos en dependientes, como vendedores y como compradores, en lo económico, haciéndoles parte de una estructura territorial que ellos no dominan, pues sólo Madrid se ocupa de la totalidad. Por tanto, si se desea poner fin a la tiranía de la capital del Estado, se ha de apoyar una noción, la de soberanía del municipio, con policultivo en el ámbito municipal, comercio mínimo, uso mínimo o nulo de la moneda y, por tanto, con erradicación del monocultivo.

En el país hay 2,3 millones de has. de olivar, que se incrementan al ritmo de 40.000 por año, aproximadamente. Eso significa que este monstruoso monocultivo crece y crece (igual que, por lo demás, sucede con el resto de ellos, cereal, viñedo, agrios, hortalizas, remolacha, frutos secos y otros varios), impulsado por el ansia de beneficios y por la intervención estatal y de la U.E., situación a la que se sacrifica sin miramientos el medio ambiente. Pasemos ahora a examinar qué propone la agricultura ecológica ante tal estado de cosas. Nada dice (dejando a un lado algún autor, u operador en ecológico, plenos de buenas intenciones pero nada representativos) en contra del régimen de monocultivo, pues se limita a sugerir que lo apropiado es la puesta en ecológico de los 2,3 millones de has. Aquí topamos con la doblez propia del movimiento ecologista, que en las proclamas truena contra el monocultivo y en la realidad se limita a admitirlo, siempre que lleve adherida la etiqueta de "ecológico", que parece tener como principal propósito el bendecir cierto tipo de desmanes, pues ya vimos cuál es el triste destino de las tierras del olivar ecológico, padecer la erosión en el mismo grado que las convencionales.
 
Más extractos de "Naturaleza, ruralidad y civilización":

En "Olivar y cultura del aceite en la historia de Jaén", de L. Garrido González, se establece la cuenta de gastos e ingresos del olivar convencional y el ecológico en la comarca de Sierra de Segura, alcanzando la conclusión que los beneficios por haectárea son mayores en el segundo que en el primero, debido a los precios mucho más altos del aceite ecológico. Ello está atrayendo a cultivadores ávidos de beneficios, que carecen de conciencia medioambiental y sólo desean mejorar su cuenta de resultados. De este tipo de gente se puede esperar cualquier cosa.

Por ejemplo, los tratamientos fitosanitarios parecen ser más costosos en ecológico que en convencional, según Garrido, pero ¿en qué consisten? No hay modo de saberlo, a pesar de que es legítimo suponer que las parcelas de olivar ecológico, encajadas en una región como la citada, en la que este cultivo ocupa hoy más del 60% de las tierras de labor (clama al cielo que hasta los suelos de huerta hayan sido plantados de olivos), tiene que padecer fuertes ataques de plagas y enfermedades. Si se tratan con insecticidas y fungicidas "naturales", la cantidad aportada ha de ser elevada, y dado que, como luego se mostrará, tales productos "naturales" no son necesariamente inocuos, hay elementos para sospechar que el aceite ecológico acaso no sea más sano, o "bioseguro", que el convencional.

Otro dato que llama a la suspicacia es el de los gastos de recolección (también los de alzar y binar), son iguales en ecológico que en convencional, lo que parece indicar que los suelos del olivar están en iguales condiciones en uno y otro caso, hecho que niega que la salud de los olivos sea mejor en aquél sistema que en éste, de manera que la lucha contra insectos, hongos (¿y adventicias?) se hace necesariamente, para el primer tipo de cultivos, añadiendo productos de la industria química, o neo-química, tal vez inocuos, pero no por ello desprovistos de su condición de mercancías. Uno de los problemas de fondo es el secretismo de la agricultura ecológica, que casi nunca se aviene a exponer con claridad qué labores realiza, qué tratamientos da, con qué productos, en qué cantidad, cuándo y en qué proporción aparecen aquéllos en los alimentos que llegan al consumidor. Si a ello unimos el que no suele aplicar a los insumos por ella utilizados el principio de precaución, que con tanto acaloramiento exige a la agricultura convencional, tenemos un cuadro bastante más opaco de lo que puede ser admitido. Se suele sostener, finalmente, que el aceite de la agricultura ecológica es "de mucha mejor calidad" que el obtenido en convencional, pero ¿ello se debe al tipo de cultivo o a que es mucho más caro? En este asunto habría que realizar también las investigaciones imparciales pertinentes, en vez de limitarse a lanzar afirmaciones de mercadotecnia.
 
Más extractos de "Naturaleza, ruralidad y civilización":

La sinrazón del monocultivo olivarero ha de ser finiquitada. Lo sensato sería que la superficie actual se redujera a la cuarta parte, unas 600.000 has. equilibradamente repartida por las áreas con condiciones edafoclimáticas apropiadas, de tal modo que ningún municipio destine a él una proporción mayoritaria de sus tierras. Ello anularía la exportación de aceite de oliva, producto de lujo en los países ricos sin condiciones para su cultivo. La superficie así rescatada ha de ser devuelta al bosque, a la dehesa, a los cultivos hortofrutícolas dispersos, a las leguminosas y a los pastizales, que es donde estuvo originariamente, pues la formación del monocultivo olivarero actual es obra de la revolución liberal, de las desamortizaciones, del arrasamiento de los montes y de la radical reducción del número de los ganados, los cuales proporcionaban en la fase anterior lo principal de las grasas necesarias en la nutrición humana, dado que el aceite de oliva apenas se consumía, estando su uso restringido a las ceremonias litúrgicas y al alumbrado. La inicial expansión del olivar resultó de las demandas de la industria moderna que, por un tiempo, exigió grandes cantidades de este aceite. Cuando aquélla comenzó a utilizar otro tipo de grasas, el Estado y el empresariado agrícola se las ingeniaron para introducirlo en la dieta de la población, lo que alcanzó un máximo en el primer franquismo, pues su inclusión obligatoria en la cartilla de racionamiento lo impuso en territorios y comunidades donde antes nunca había sido usado. Finalmente, una publicidad comercial enardecida, a veces inverificable, sobre sus supuestas ventajas nutricionales, ha llevado a un consumo muy excesivo. Para colmo de males, los elevados precios del aceite ecológico también fomentan la expansión de este monocultivo. Contra todos los daños desencadenados por las fuerzas del mercado en este asunto hay que mantener la noción axial: devolver la mayoría de las tierras hoy en olivar al bosque, al policultivo y a los ganados [14]

[ 14 ] En "Privatizaciones y agresiones a los montes públicos jienenses durante la segunda mitad del siglo XIX", de E. Araque, se ofrece un panorama aceptable, a veces empañado por la propensión al filisteísmo del autor, sobre la pavorosa destrucción del monte alto en Jaén, en ese tiempo, siendo dedicada una parte notable de la superficie así lograda al olivar, a pesar de la desesperada resistencia campesina a la privatización del comunal y a su deforestación. Antaño, una alta proporción de las gentes de las áreas montañosas vivían de los productos del bosque (no sólo de la leña y la madera) y del ganado siendo la agricultura de secundaria importancia. Es más, había una cierta cantidad de personas que vivían dentro de los bosques, lo que contribuye a explicar la casi inexistencia de grandes incendios. Todo ello permitía, además, mantener un régimen de lluvias y nieves satisfactorio en todo el territorio, estado de cosas que se quebró cuando el Estado liberal hizo descuajar los montes, una parte de los cuales fueron además labrados para ponerlos en cultivo, acontecimiento sobremanera traumático para la flora, la fauna y el suelo, en el que está contenido, al afectar a extensiones formidables, el declive observable en la naturaleza, cada vez más debilitada y propensa a enfermedades y plagas. Al respecto, es a resaltar que el acebuche, u olivo silvestre, resulta inmune al repilo, enfermedad fúngica que es el azote del olivar, lo que debería hacer reflexionar sobre las limitaciones que existen a la artificialización del mundo natural.
 
Pues están muy equivocados, porque como ya he comentado cuanto más poliinsaturado sea un aceite más inestable es, y se oxida con mucha más facilidad. De hecho, antes de que lo viertas en la sartén seguramente ya haya un porcentaje que esté oxidado. ¿Por qué las botellas de aceite de oliva son oscuras? Para evitar que la luz dañe el aceite. Y sin embargo las botellas de girasol son tras*parentes, y eso que es más sensible a la oxidación que el de oliva.

Aparte, los ácidos grasos omega6, que son los que contiene el aceite de girasol, ya de por sí son proinflamatorios.

Le que yo tengo entendido es que, los aceites vegetales obtenidos de semillas, una vez extraídos de la semilla se oxidan en contacto con el aire a las pocas horas, es decir, están rancios.

Esto no ocurre con los aceites extraídos de pulpas, que mantienen sus propiedades durante periodos de tiempo largos si están bien almacenados y protegidos.
 
Yo siempre uso mantequilla o manteca de lechón ibérico para freír.
Para ensaladas AOVE sin filtrar.
El problema de la mantequilla es que si no clarificas, se te quema la parte de la proteína y no puedes freír con ella.
 
Más extractos de "Naturaleza, ruralidad y civilización":

Ciertamente eso no es nada fácil, y exige un tiempo prolongado para hacer el tránsito, contando con las condiciones previas necesarias, la desarticulación del ente estatal, el vaciamiento voluntario de las ciudades, la instauración de un régimen político de soberanía municipal, con la asamblea de vecinos como magistratura omni-soberana, la extinción de la propiedad privada concentrada a fin de expandir un sistema comunal de posesión y uso de la tierra, la instauración de la libertad de conciencia, la recuperación de las relaciones de afecto y ayuda mutua entre los seres humanos, la constitución de un orden económico de pobreza decorosa (anti-consumista), con preeminencia de los bienes espirituales, y la reducción al mínimo del comercio. Quienes peroran, tan seguros de sí mismos como de costumbre [15] , sobre "las ventajas comparativas y competitivas" que posee, en lo económico, el monocultivo olivarero olvidan que ello resulta de casi 200 años de presión y acción obstinadísima, a menudo sangrienta, del Estado y el capital, y no de la naturaleza misma de las cosas. Ahora bien, lo que los hombres, con fines protervos, han hecho, lo pueden deshacer, con designios civilizatorios, los seres humanos. Por lo demás, ya que a esas gentes les gusta tanto discursear sobre la "eficiencia económica" conviene recordar que, en sí mismo, el olivar es un cultivo de bajos rendimientos y magros resultados por unidad de superficie (como mucho, en convencional no intensificado, 300 kg/ha de aceite), por lo tanto, una forma de despilfarro del potencial productivo de la tierra, de tal manera que sólo un conjunto de desafortunadas coincidencias históricas, en el contexto de un orden impío que todo lo sacrifica a la maximización del poder y al lucro, han hecho de él la descomedida realidad que ahora es.

[ 15 ] Para mayor desgracia, la olivicultura ha caído en manos de doctores ingenieros y demás expertos, que ponen en circulación obras tan a deplorar como "El cultivo del olivo", D. Barranco y 42 técnicos más, con varias ediciones y 800 páginas. Antaño cualquier pelantrín sabía sacar adelante su olivar de autoconsumo, con prudencia, visión de futuro y amor por la tierra, de modo que no había lugar para los desastres medioambientales que la actual dictadura de los expertos provoca. Hoy la torcida sapiencia de los multititulados nos está llevando al borde del precipicio, lo que resulta visible en la obra citada, que además de acumular sabiduría libresca en sus muchas páginas, lo que hace, como actividad principal, es promover el consumo de maquinaria, sistemas de riego y herbicidas, sobre todo, pues es más un gran catálogo publicitario que un libro tras*misor de un saber respetable. Otra de sus funciones es espolear el afán de lucro de sus lectores, que son adoctrinados para tratar sin contemplaciones, con repruebo y furia en vez de con amor y respeto, la tierra y los olivos, a fin de extraer de ellos una ganancia máxima. De ahí resulta la fórmula favorita de ese manual, el "olivar superintensivo", con 1.700/2.000 pies por ha (frente a los 200 de media en el cultivo tradicional), lo que es un toque de difuntos por la tierra, las aguas, la flora y la fauna en las áreas olivareras.
 
El viejo rancio, sonado, al que jamás le he visto reconocer un punto de vista ajeno, sin estudios y monotemático no podía faltar. Ahora va a resultar que antes los viejos morían mayoritariamente de 90 años pero no había problemas con su pensión, y que ahora todo el mundo casca con 60 años.

No hay medida perfecta cuando de estadística se trata, salvo enumerar los datos de todas y cada una de las personas involucradas en el estudio concreto determinado. Las medidas estadísticas resumen comportamientos poblacionales, y todas pueden presentar casos problemáticos. La media aritmética no debe usarse en poblaciones fuertemente asimétricas (mejor la mediana), o multimodales (ahí se deben identificar los grupos y dar varias medias), etc. etc.

Pero el hecho cierto es que los hombres morían con casi 74 años de media en 1991, y ahora con 81. Siendo esa la media y disponiendo de los datos (y puse los histogramas en un hilo hace poco) se puede calcular perfectamente la proporción de hombres que mueren en cada intervalo de edad considerado. (Lo mismo para mujeres y para el promedio). Por cierto, mi abuelo murió en 1992 con 76 años. Mi padre hace un años con 81. Por supuesto habrá aquí quién tenga antecesores más longevos, y quien menos. Pero las medias son las que son. Y siendo la alimentación un factor fundamental, es difícil aceptar que antes la mayoría de la población se alimentase mejor que ahora.

Para hacer carne a la parrilla, manteca. Para hacer patatas fritas, aceite de oliva virgen extra. Para ensaladas, lo mismo. Los demás aceites, no existen.
 
Relacionado con la alimentación en épocas pasadas:

Durante la guerra civil y después, dada la escasez de alimentos se usó mucho la harina de almortas (por ejemplo para preparar gachas), cuyo consumo excesivo conlleva la enfermedad llamada LATIRISMO.

Esa enfermedad afectó sobre todo a los HOMBRES, y "la ciencia que todo lo sabe" nunca supo explicar el porqué.

La explicación es la siguiente: fueron los hombres los que sobre todo consumieron dicho producto.

¿Y por qué fueron sobre todo los hombres los que consumieron ese producto? Porque primero se repartían los alimentos disponibles entre la mujer y los hijos y resto de la familia, y si no quedaba nada para los hombres, éstos se alimentaban de gachas de almortas.

Pero esto no es cosa del patriarcado, sino muestra de que antes los hombres actuaban así por propia voluntad, por AMOR y por sentido del DEBER.

El franquismo fue modernidad a toda máquina, y (muy a su pesar) no le dio tiempo a destruir totalmente al PUEBLO; ese objetivo sí fue conseguido con la tras*ición y luego el bienestarismo.

Lo de los hombres y las almortas no es patriarcado. El patriarcado es una IMPOSICIÓN del ESTADO tanto al hombre (le obligan a ser tutelador de la mujer) como a la mujer (la obligan a ser tutelada por el hombre).

El patriarcado fue una creación del ESTADO, para dividir al PUEBLO y mejor controlarlo, y por supuesto para reforzar al ESTADO. Cuando el PUEBLO se divide y enfrenta se hace más dependiente del PODER.

Y una vez agotado y disfuncional el patriarcado, se dio paso al feminismo, que es patriarcado 2.0, siendo el nuevo tutelador, ahora de forma explícita, el que siempre fue el patriarca, el ESTADO, junto a su principal creación, la GRAN EMPRESA CAPITALISTA. Y a partir de ese momento pasó a ser considerado el origen de todos los males el que antes antes fue tutelador obligado (por el ESTADO), es decir, el varón del pueblo llano, no así el varón de las clases dominantes, que se mostró-muestra como el "emancipador" de la mujer del pueblo llano.

El caso de las almortas es un ejemplo precisamente de que los hombres del pasado daban su vida, literalmente, por su mujer y sus hijos, y no por imposición del ESTADO (en aquel entonces con mucho menos poder que ahora), sino que lo hacían, repito, por sentido del DEBER y por AMOR y por HONOR. Sin descartar que algunos hombres no supieran del riesgo de consumir demasiadas almortas, y que de haberlo sabido, quizá no lo hubieran hecho (pero tampoco creo que hubieran quitado comida a su familia, sino que hubieran comido ratas, cosa que también hacían).

Tu discurso se contradice por sí mismo. Primeramente el consumo humano de almortas estuvo prohibido bajo el régimen de Franco porque se conocían sus efectos venenosos sobre la salud. Fue solo recientemente que se legalizó su venta para consumo humano. El pueblo llano por sí mismo solo ha hecho lo que minorías egregias han permitido o ideado.
 


"El aceite de oliva fue un producto indispensable para la vida diaria de los antiguos romanos"


Población friendo con grasas animales:


Ver archivo adjunto 2176517



Y exceso de azúcares, falta de ejercicio y todo eso. En etniania también hay exceso de azúcares y falta de ejercicio...pero AÚN no hemos llegado a eso.

El propio artículo que enlazas reconoce que el aceite solo se consumía culinariamente como aliño o condimento, no para cocinar. Para obtener un litro de aceite de oliva hacen falta procedimientos industriales mecánicos y químicos. En el mundo rural de antaño no existía esa capacidad y por tanto se tendía a lo más sencillo y natural de obtener que es la grasa animal.
 
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