¿"Los santos inocentes" de Delibes es pura ficción o está basado en la vida rural durante el franquismo?

Justamente el otro dia le pregunté a un jornalero andaluz si lo que describe la película "los santos inocentes" era asi en verdad, y le dijo que sí, que así era la cosa en los pueblos. Me extrañó porque siempre pensé que era una caricatura.
 
No, simplemente se dejaba llevar por la moda o corriente imperante. Que desde hacía años incluido el tardo-franquismo era abrumadoramente en un sentido concreto. HASTA LA IGLESIA se plegó a los tiempos. No sería por curas obreros y comunistas.

Lo que está la claro es que la novela no se limita a hacer un retrato costumbrista de una España pobre o perversos. Y la película tampoco. No recuerdo nunca a Don Miguel criticando a Camus, por cierto dos apellidos franceses que curioso, por haberse excedido o no haber respetado el espíritu último de la obra. Y hay cositas que dan mucho el cante. La marquesa dando el aguinaldo, un personaje como el de Juan Diego que no hay por donde cogerlo. Pero sobre todo cuando llegan los extranjeros, franceses una vez más para más señas, y el gañan del señorito viene a demostrarles, obviamente torticeramente, que todos los prejuicios que tienen en la avanzada Europa sobre la atrasada secularmente España, al menos desde el siglo XVIII estarían plenamente justificados.

Doña Petra que aquí no somos niños. Y precisamente porque considero lo suficientemente inteligente a Don Miguel, NO me puedo creer que todos esos detalles sean casuales. Menos aún viniendo él de donde viene, y conociendo entiendo yo íntimamente las atrocidades de los de un lado pero también las del otro. Y como digo del señor Cayo mejor no hablar, porque eso es ya para llorar, en un tipo que además hizo la guerra con los nacionales y que sabía, repito, como se las gastaban los gente de izquierdas.

Que la cosa quizás no iba de lamerle tanto el pandero al PSOE sino dárselas de "moderno" porque ya se olía hace tiempo para donde iba a soplar el viento, no lo voy a discutir. Como dice BGA el arte español siempre suele repetir ciertas pautas desde Goya y los afrancesados muy concretas. Pero por eso mismo hay que saber a que atenerse y donde está la trampa.
Dado el intervencionismo en la parcela cinematográfica que gastó el PSOE desde el primer día que alcanzó el poder es impensable que la película de Camus basada en la obra de Delibes se rodara en 1984 y se promocionara ampliamente por medios públicos como RTVE (y asimilados como PRISA) si el autor y el contenido no contaban con el beneplácito del Partido.
 
Última edición:
Un neցro puede llamar "hombre de tonalidad" a otro neցro, curioso que en español tuviésemos que inventar un neologismo para poder traducir "nigger" del inglés, y es que al final los dos se consideran lo mismo, pero si lo hace un blanco entonces la cosa ya toma tintes casi delictivos.

La palabra "hombre de tonalidad" fue inventada por el equipo de doblaje de la serie "El príncipe de Bel Air" dada la dificultad de encontrar una palabra equivalente a "nigger". Se eligió porque en los años 1980 ese estilo, "bocata", "cubata", sonaba moderno y juvenil. Antes de eso nadie la había usado nunca.

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Naturalmente, dado que "nigger" en esa serie sólo se usaba por neցros y entre neցros, no tenía ningún matiz ofensivo (aparte de su total artificialidad). Me pregunto si, pese a esa concatenación de absurdos, en España decir "hombre de tonalidad" será delito. Posiblemente sí.

Por cierto, en Inglaterra la palabra "paki" ya es considerada un insulto racial punible. Si tienen ustedes alguna amiga o pariente llamada Francisca díganle que si viaja por allí tenga mucho cuidado.
 
Última edición:
La novela es bastante realista, pero hay que ponerla en su contexto. Tengo familia francesa y en la Francia rural estuvieron cagacorraleando hasta poco antes que en España. Una cosa de la que no se habla es del incesto, frecuentísimo en sociedades rurales atrasadas y aisladas, y no recuerdo si de eso se habla en la novela o película.

Cuelgo aqui un articulo para que se hagan una idea de las condiciones de vida en Andalucía en el XIX y parte del XX:


Si existen los libros fantasmas, sin duda uno de ellos sería «La esclavitud en los campos de Jerez», publicado en Madrid en 1902 o 1903, y escrito por el jerezano Ramón León Máinez. Además, no puede ser casualidad que se trate de la obra social más importante de este literato y periodista, conocido sobre todo por ser uno de los eruditos cervantistas más reconocidos de su tiempo.
La figura de Ramón León Máinez Fernández (Jerez, 1846-Madrid, 1917), a pesar de haber realizado la mayor parte de su labor intelectual en Cádiz y en Madrid, ha sido en su ciudad natal, Jerez de la Frontera, donde únicamente se le ha recordado en los últimos años, especialmente por haber sido uno de los principales estudiosos de la figura y obra de Cervantes, algo absolutamente indiscutible. Pero Máinez es mucho más que un cervantista, y los jerezanos y gaditanos debemos recordarlo por los motivos por los que ha sido otro de los nombres malditos y olvidados de la historia oficial de nuestra provincia: por haber sido librepensador, defensor de los obreros, anticaciquil, anticlerical y republicano, llegando en su coherencia ideológica a terminar su vida en la más triste de las miserias.

No es casualidad que, además de Cervantes, su vida haya que asociarla a figuras como Fermín Salvochea -al que quería como a un hermano-, Ramón de Cala -jerezano como él al que admiraba y trató en innumerables ocasiones- o Eduardo Benot -su venerado amigo, protector y maestro-, como él mismo recordó en los años postreros de su vida. Tampoco es casualidad que Fernando Lozano, director de la célebre Las Dominicales del Librepensamiento (Madrid) dijera en 1898 que el «distinguido escritor Ramón Máinez» era el «honor de la prensa librepensadora española».

Es verdad que Máinez ingresó muy joven en el Seminario conciliar de San Bartolomé de la calle Compañía de Cádiz, que fue redactor del diario católico El Domingo (Cádiz) y que fue director de los conservadores Diario de Cádiz (1870-1871) y La Palma (Cádiz) (1873-1876), entre otros, pero pronto dejó de ser «El Bachiller Cervántico», el fundador y director de Crónica de los Cervantistas (Cádiz, 1871) y el autor de la «Vida de Miguel de Cervantes Saavedra» (Cádiz, 1876), para convertirse al librepensamiento, al republicanismo, y a la causa obrera, especialmente de los jornaleros de la campiña jerezana.​

***​

La Agricultura Bética fue una revista fundada en Jerez en 1894 como Boletín de la Cámara Agrícola por el escritor y periodista Gregorio Gómez Rodríguez. En julio de 1902 la revista comenzó a recabar escritos y dictámenes «sobre la cuestión agraria en Jerez» de distintos estudiosos, escritores y sociedades obreras, entre ellos al «eminente cervantista y publicista de estudios sociales» Ramón León Máinez. En el número del 15 de julio de 1902 aparecía en forma de carta, fechada en Jerez, la contestación de Máinez a la petición del Director de La Agricultura Bética, donde afirmaba que: «hace muchos años que es objeto de mis investigaciones la situación penosísima e insostenible de los obreros agricultores en la campiña jerezana», y añadía que «en periódicos de Madrid y de provincias he hablado varias veces de sus razonadísimas quejas y de sus justísimas peticiones». Además, daba a conocer que en la actualidad efectuaba «un nuevo y más amplio estudio», donde pondría a la vista de todos el verdadero estado de las cosas «en mi libro de crítica social La esclavitud en los campos de Jerez». En su artículo-carta criticaba la mala alimentación, verdadera cosa poco buena que los dueños de los cortijos daban a los jornaleros y por la que le descontaban de los jornales una cantidad desorbitada, y de los bajos salarios que recibían a pesar de trabajar más penosamente y muchas más horas que los peones obreros de la ciudad.

La siguiente noticia que he encontrado de esta obra que estaba escribiendo en julio de 1902 es de dos años más tarde, del 19 de junio de 1904, cuando en El Liberal (Madrid) se podía leer un artículo firmado por Ramón León Máinez titulado «Los campesinos de Jerez». Este mismo trabajo lo reproducirá el día 24 del mismo mes La Publicidad (Granada), como editorial en primera plana. El artículo partía de dos noticias casi coincidentes -según decía Máinez-, la aprobación de un Proyecto de Sindicatos agrícolas por parte del Instituto de Reformas Sociales para su aprobación como ley por el gobierno, y la reunión de los obreros agrícolas de Jerez para hacerle saber a los dueños de los cortijos su tabla salarial. Máinez pensaba que el proyecto de Sindicatos Agrícolas no serviría de nada, pues las quejas y las protestas de los braceros continuarían ante el desprecio del Gobierno. En ese texto volvía a la idea de que los obreros del campo vivían «como esclavos en la hermosa campiña jerezana», y afirmaba que recorriendo la campiña, anotándolo y examinándolo todo, como nosotros hemos hecho para escribir nuestra obra “La esclavitud en los campos de Jerez”, es como se llega a comprender perfectamente la verdadera situación de aquellos campesinos condenados a la fatalidad de vivir en perpetuo desamparo.

Y a continuación describía con detalle la alimentación del jornalero, su perversos e insoportable vida en la gañanía infestada por el humo del fogart -«la chimenea de los pobres cortijeros»-, y su miseria por jornales tan reducidos y tan pésima alimentación. Máinez no veía justa la vida de aquellos esclavos modernos, de aquellos parias o siervos, a «beneplácito del amo, del capitalista», y aseguraba que «mientras que los jornales de los braceros no aumentase -pues eran los trabajadores que menos ganaban, y eso que trabajaban en faenas muy penosas y con jornadas de catorce o quince horas diarias- la campiña de Jerez provocaría una huelga tras otra».

Por lo expresado por Máinez, la obra estaba escrita y existía como libro. Por eso va a insistir casi dos meses después. El 27 de agosto de 1904, publicaba Ramón Máinez en El Nuevo Régimen (diario republicano federal de Madrid) otro artículo sobre Jerez titulado de la misma forma: «Los campesinos de Jerez», pero que comenzaba de forma distinta: «Cada vez que se habla de este gravísimo asunto, se recuerdan aquellas hermosas palabras de Ramón de Cala, el gran propagandista y republicano federal, cuando decía que lo que hay que resolver en la campiña jerezana, cuanto antes mejor, no es ya la cuestión social, sino el problema de la miseria». Allí volvía Máinez a describir la situación del trabajador de la campiña jerezana, que era «un esclavo, un paria», y de nuevo citará así su desconocida obra: «Conociendo nosotros muy a fondo la cuestión en la provincia de Cádiz, y teniendo escrito un libro La esclavitud en los campos de Jerez, podemos decir y hemos dicho muchas verdades, que no nos han inspirado nunca la pasión, sino la meditación y el estudio de los vitalísimos problemas sociales».

Otras muchas veces dijo Máinez que había escrito algunos libros que luego, aunque se llevaron a la imprenta para su composición, no se publicaron por falta de recursos o de suscripciones. Así ocurrió con su obra cumbre anticlerical en 12 tomos «Año Cristiano ante la crítica y ante el sentido común» (1897) o con la última ya terminada, «Eduardo Benot y su tiempo» (1913), que hubiera publicado pero que no pudo ver la luz por la grave enfermedad cerebral que le sobrevino a principios de 1913 y que, a la larga, le causó la fin. ¿Este fue también el destino de «La esclavitud en los campos de Jerez»? En absoluto.​
 
El profesor y escritor francés Gerard Brey1 afirmaba que Máinez escribió esa obra en 1902, pero que -según él- nunca se editó, «no pudiéndose encontrar en ninguna biblioteca». Sobre este mismo asunto, en «La Cuestión agraria en la España contemporánea», de Manuel Tuñón de Lara et al.2, se afirmaba que esta obra de Máinez era de 1902, y que era un «libro misteriosamente ausente de las principales bibliotecas de España». Pero, a pesar de estas dos referencias, es indudable que estamos ante una obra que sí se editó y sí se publicó, pues en su época algunos investigadores pudieron consultarla.

En 1910, en vida y aún en época de lucidez de Máinez, el profesor e historiador francés Angel Marvaud publicaba en París un conocidísimo y comentado libro titulado «La question sociale en Espagne»3. Allí escribía que Ramón León Máinez era «un escritor español que recorrió los campos de Jerez después de las resonantes huelgas de 1902» y que «había aportado sobre esto un libro titulado «La esclavitud en los campos de Jerez», y a continuación copiaba algunos pasajes del mismo:

La alimentación que les dan a los obreros en los cortijos es mala e insuficiente. Con un detestable pan hecho con harinas echadas a perder, aceite de la peor calidad y un poco de ajo y sal, se prepara una mezcla infecta, el ajo caliente, que es todo su desayuno… Llegada la noche, el bracero se retira a la gañanía, horrible y sucia habitación sin luz y sin aire… con paredes ennegrecidas por el humo que sale de la chimenea o fogart, donde se acercan por turnos para calentarse sus helados miembros y para secar el sayal o la manta… alimentan el fuego con excrementos desecados de vacas, con encinas, biznagas y con lentisco verde. El humo y el olor que producen tales combustibles no permiten permanecer en la gañanía sólo cuando quedan cenizas en el fuego… Los desdichados duermen en medio de esta atmósfera fétida, acre y da repelúsnte sobre camas de cementos…
n El Pueblo (Cádiz) pronto le dedicó una Sección a Jerez comenzando a escribir obreros jerezanos, y especialmente tipógrafos y viticultores, pero también albañiles o arrumbadores. Esa relación de años se plasmó en el ejemplar del 27 de mayo de 1897 en la sección «Infamias sociales», donde aparecía su magnífico artículo «Los campesinos de Jerez. Pintura exacta del natural». Este será su primer artículo consultado sobre estos obreros agrícolas de Jerez de la Frontera, cuya situación debió conocer de primera mano, y que nunca dejó de apoyar en sus reivindicaciones. Sus palabras son tremendas e hijas del profundo conocimiento:

Los que solo por referencia o por las informaciones escritas conocen la situación de los campesinos jerezanos y los de la Sierra de Cádiz, habrían de quedar sobrecogidos de espanto en tocando y viendo la realidad… Parecen condenados por la fatalidad los pobres campesinos a vivir perpetuamente entre la escasez y el desamparo… Desvalidos, andrajosos, dejan en los pueblos a sus esposas e hijos a la clemencia de Dios… mientras ellos, aislados del trato y la comunicación social casi todo el año, se convierten en siervos del terruño, encerrados en los cortijos….

Después de describir la terrible situación de los obreros agrícolas, sus pésimas condiciones de trabajo, su ínfima alimentación y falta de vestimenta adecuada, terminaba su extenso artículo con estas frases:

Si de tal modo vegeta el campesino cuando trabaja todo el año, ¿cuál no ha de ser su situación en llegando los días terrible de parada?… Ni de un mísero pedazo de pan pueden disponer para sí y para sus familias, si la caridad oficial, el préstamo del dueño o la limosna del poderoso no los socorren, humillándolos. Viven entonces pereciendo, deseando la fin como supremo remedio de sus desgracias…

Cuando el 4 de septiembre de 1899 Máinez fue agredido por un alcalde de barrio tras haber criticado en un artículo de El Pueblo al cacique Rafael de la Viesca, jefe provincial en Cádiz del Partido conservador de Silvela, numerosas personas protestaron en la redacción de El Pueblo por el «perversos atentado», destacando diversas «agrupaciones obreras de Puerto Real, Conil, Rota, Vejer, Chiclana, y otros muchos pueblos de la provincia», pero, sobre todo, Máinez destacaba «la justa indignación que ha producido la malvada acción entre los obreros de Jerez». Y en el ejemplar siguiente se publicaba que una muestra patente de la enorme solidaridad obrera jerezana que recibió Máinez tras la agresión fue la carta de protesta por la «inicua agresión recibida» de los obreros de todos los gremios de Jerez, que suscribían «más de dos mil firmas». Al final de varios párrafos de protestas y de solidaridad hacia su persona, Máinez afirmaba que «lo único sano que existe hoy en esta sociedad hipócrita y corrompida es la clase obrera», y concluía su artículo con un «¡Viva los trabajadores!».

Tres años más tarde, el que será durante la Segunda República varias veces ministro de Agricultura y de Instrucción Pública, Marcelino Domingo Sanjuán, escribía esto cuando era redactor de La Publicidad (Barcelona) en un artículo de primera plana titulado «Una huelga agraria. Las tragedias de la tierra» publicado el 23 de noviembre de 1913:

«Un escritor, Ramón León Máinez, que recorrió los campos de Jerez, después de las huelgas de 1902, nos dice en su libro «La esclavitud en los campos de Jerez», que durante el verano, los jornaleros trabajaban desde las tres y media de la mañana hasta las ocho y media de la noche, y que por este trabajo de 15 o 16 horas ganaban 0,90 céntimos. Todo lo más una peseta. Y que durante los otros meses del año, este jornal disminuía hasta llegar a 0,65 y a 0,40 céntimos…».

Solo había pasado un mes4 cuando Baldomero Argente del Castillo, escritor y concejal del Ayuntamiento de Madrid por el Partido Liberal, pronunciaba una conferencia en el Ateneo de Madrid sobre el problema agrario en España. Allí mencionará que «esa estrechez de vida, originaria de un malestar constante entre unos obreros nómadas que, lejos de los suyos, van implorando trabajo de caserío en caserío, … horroriza y hablan de ello con tintes muy crueles, no solo escritores como Ramón León Máinez, que en «La esclavitud en los campos de Jerez» describe el vivir horrible de esa legión perversos, sino la propia Junta Consultiva Agronómica». Ese mismo autor, volverá a citar el libro de Máinez en su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias jovenlandesales y Políticas en Madrid en 1924, que publicó luego como libro con el título de «La Reforma agraria». Allí reproducirá pasajes que coinciden con los de Marvaud y con los de Marcelino Domingo: «el bracero, durante el verano -descontando los descansos de cigarro y las comidas- trabaja desde las tres y media de la mañana hasta las ocho y media de la noche, o sea, ¡de quince a dieciséis horas por la cantidad de 0,90 céntimos a una peseta!…».

Muchos años después, ya en décadas más recientes, en la obra francesa «Histoire politique & histoire des idées: XVIIIe-XIXe siècles», de Michel Baridon et al.5, se cita como referencia esta obra de Máinez, «L’esclavage dans la campagne de Jerez (1903)»; o la tesis doctoral de José Luis Oyón Bañales6 también ofrece esta referencia: «La esclavitud en los campos de Jerez» (Madrid, 1904).

Parece evidente, por tanto, que sí se publicó la obra e incluso que hubo más de una edición. Pero el misterio de su actual existencia aún sigue sin resolverse…​
 
El profesor y escritor francés Gerard Brey1 afirmaba que Máinez escribió esa obra en 1902, pero que -según él- nunca se editó, «no pudiéndose encontrar en ninguna biblioteca». Sobre este mismo asunto, en «La Cuestión agraria en la España contemporánea», de Manuel Tuñón de Lara et al.2, se afirmaba que esta obra de Máinez era de 1902, y que era un «libro misteriosamente ausente de las principales bibliotecas de España». Pero, a pesar de estas dos referencias, es indudable que estamos ante una obra que sí se editó y sí se publicó, pues en su época algunos investigadores pudieron consultarla.

En 1910, en vida y aún en época de lucidez de Máinez, el profesor e historiador francés Angel Marvaud publicaba en París un conocidísimo y comentado libro titulado «La question sociale en Espagne»3. Allí escribía que Ramón León Máinez era «un escritor español que recorrió los campos de Jerez después de las resonantes huelgas de 1902» y que «había aportado sobre esto un libro titulado «La esclavitud en los campos de Jerez», y a continuación copiaba algunos pasajes del mismo:

La alimentación que les dan a los obreros en los cortijos es mala e insuficiente. Con un detestable pan hecho con harinas echadas a perder, aceite de la peor calidad y un poco de ajo y sal, se prepara una mezcla infecta, el ajo caliente, que es todo su desayuno… Llegada la noche, el bracero se retira a la gañanía, horrible y sucia habitación sin luz y sin aire… con paredes ennegrecidas por el humo que sale de la chimenea o fogart, donde se acercan por turnos para calentarse sus helados miembros y para secar el sayal o la manta… alimentan el fuego con excrementos desecados de vacas, con encinas, biznagas y con lentisco verde. El humo y el olor que producen tales combustibles no permiten permanecer en la gañanía sólo cuando quedan cenizas en el fuego… Los desdichados duermen en medio de esta atmósfera fétida, acre y da repelúsnte sobre camas de cementos…
n El Pueblo (Cádiz) pronto le dedicó una Sección a Jerez comenzando a escribir obreros jerezanos, y especialmente tipógrafos y viticultores, pero también albañiles o arrumbadores. Esa relación de años se plasmó en el ejemplar del 27 de mayo de 1897 en la sección «Infamias sociales», donde aparecía su magnífico artículo «Los campesinos de Jerez. Pintura exacta del natural». Este será su primer artículo consultado sobre estos obreros agrícolas de Jerez de la Frontera, cuya situación debió conocer de primera mano, y que nunca dejó de apoyar en sus reivindicaciones. Sus palabras son tremendas e hijas del profundo conocimiento:

Los que solo por referencia o por las informaciones escritas conocen la situación de los campesinos jerezanos y los de la Sierra de Cádiz, habrían de quedar sobrecogidos de espanto en tocando y viendo la realidad… Parecen condenados por la fatalidad los pobres campesinos a vivir perpetuamente entre la escasez y el desamparo… Desvalidos, andrajosos, dejan en los pueblos a sus esposas e hijos a la clemencia de Dios… mientras ellos, aislados del trato y la comunicación social casi todo el año, se convierten en siervos del terruño, encerrados en los cortijos….

Después de describir la terrible situación de los obreros agrícolas, sus pésimas condiciones de trabajo, su ínfima alimentación y falta de vestimenta adecuada, terminaba su extenso artículo con estas frases:

Si de tal modo vegeta el campesino cuando trabaja todo el año, ¿cuál no ha de ser su situación en llegando los días terrible de parada?… Ni de un mísero pedazo de pan pueden disponer para sí y para sus familias, si la caridad oficial, el préstamo del dueño o la limosna del poderoso no los socorren, humillándolos. Viven entonces pereciendo, deseando la fin como supremo remedio de sus desgracias…

Cuando el 4 de septiembre de 1899 Máinez fue agredido por un alcalde de barrio tras haber criticado en un artículo de El Pueblo al cacique Rafael de la Viesca, jefe provincial en Cádiz del Partido conservador de Silvela, numerosas personas protestaron en la redacción de El Pueblo por el «perversos atentado», destacando diversas «agrupaciones obreras de Puerto Real, Conil, Rota, Vejer, Chiclana, y otros muchos pueblos de la provincia», pero, sobre todo, Máinez destacaba «la justa indignación que ha producido la malvada acción entre los obreros de Jerez». Y en el ejemplar siguiente se publicaba que una muestra patente de la enorme solidaridad obrera jerezana que recibió Máinez tras la agresión fue la carta de protesta por la «inicua agresión recibida» de los obreros de todos los gremios de Jerez, que suscribían «más de dos mil firmas». Al final de varios párrafos de protestas y de solidaridad hacia su persona, Máinez afirmaba que «lo único sano que existe hoy en esta sociedad hipócrita y corrompida es la clase obrera», y concluía su artículo con un «¡Viva los trabajadores!».

Tres años más tarde, el que será durante la Segunda República varias veces ministro de Agricultura y de Instrucción Pública, Marcelino Domingo Sanjuán, escribía esto cuando era redactor de La Publicidad (Barcelona) en un artículo de primera plana titulado «Una huelga agraria. Las tragedias de la tierra» publicado el 23 de noviembre de 1913:

«Un escritor, Ramón León Máinez, que recorrió los campos de Jerez, después de las huelgas de 1902, nos dice en su libro «La esclavitud en los campos de Jerez», que durante el verano, los jornaleros trabajaban desde las tres y media de la mañana hasta las ocho y media de la noche, y que por este trabajo de 15 o 16 horas ganaban 0,90 céntimos. Todo lo más una peseta. Y que durante los otros meses del año, este jornal disminuía hasta llegar a 0,65 y a 0,40 céntimos…».

Solo había pasado un mes4 cuando Baldomero Argente del Castillo, escritor y concejal del Ayuntamiento de Madrid por el Partido Liberal, pronunciaba una conferencia en el Ateneo de Madrid sobre el problema agrario en España. Allí mencionará que «esa estrechez de vida, originaria de un malestar constante entre unos obreros nómadas que, lejos de los suyos, van implorando trabajo de caserío en caserío, … horroriza y hablan de ello con tintes muy crueles, no solo escritores como Ramón León Máinez, que en «La esclavitud en los campos de Jerez» describe el vivir horrible de esa legión perversos, sino la propia Junta Consultiva Agronómica». Ese mismo autor, volverá a citar el libro de Máinez en su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias jovenlandesales y Políticas en Madrid en 1924, que publicó luego como libro con el título de «La Reforma agraria». Allí reproducirá pasajes que coinciden con los de Marvaud y con los de Marcelino Domingo: «el bracero, durante el verano -descontando los descansos de cigarro y las comidas- trabaja desde las tres y media de la mañana hasta las ocho y media de la noche, o sea, ¡de quince a dieciséis horas por la cantidad de 0,90 céntimos a una peseta!…».

Muchos años después, ya en décadas más recientes, en la obra francesa «Histoire politique & histoire des idées: XVIIIe-XIXe siècles», de Michel Baridon et al.5, se cita como referencia esta obra de Máinez, «L’esclavage dans la campagne de Jerez (1903)»; o la tesis doctoral de José Luis Oyón Bañales6 también ofrece esta referencia: «La esclavitud en los campos de Jerez» (Madrid, 1904).

Parece evidente, por tanto, que sí se publicó la obra e incluso que hubo más de una edición. Pero el misterio de su actual existencia aún sigue sin resolverse…​

Ajam ".....anticaciquil, anticlerical y republicano...."

Osea que ahora usamos como fuente un enlace de Kaosenlared, no sé ya puestos podíamos quedarnos con La Tuerca o la Sexta, y a un oscuro autor español que posiblemente ya por la época quedaba a la izquierda de los liberales exaltados. Pues que quieres que te diga, para eso prefiero a Delibes.

Yo creo que no hay que ser muy avispado para saber que en España siempre hubo miseria, es más HOY MISMO con un gobierno tan progre y socialista, hay miseria y situaciones sórdidas que seguro que dan para más de una novela de escritores con conciencia o concienciados. El problema, como ya venimos diciendo largamente en este hilo siempre es el mismo ¿Dónde ponemos entonces la lupa? ¿En un caso particular a gusto y conveniencia del pasquín o autor de turno? ¿Tiene realmente eso más valor que otro tipo de testimonios menos literarios, en este hilo hay alguno, que van curiosamente en sentido contrario?

Es curioso que cuando hablamos de la descripción de situaciones perversoss, en el agro o en la fábrica, siempre se nos escape eso de "la vida en el campo español" como si no hubiese más modelo o circunstancia que esa. Pero si alguien hace lo contrario con otra situación opuesta, ya a nadie se le ocurre hacer de la anécdota categoría ¿Se apostaría usted un brazo a que hace un siglo en España no había trabajadores o campesinos con una situación laboral o personal bastante aceptable o incluso envidiable desde un punto de vista europeo? ¿No había miseria en el agro francés por esa época? Pues entonces ¿Por qué cuando hablamos del campo español no elegimos uno de estos casos?

A ver si va a resultar que el PSOE y sus cuates para justificar sus desmanes, crímenes y tropelías necesitaban condicionar ahora como entonces la opinión pública, con historias a medida, para dirigir al españolito medio contra una "casta" muy concreta y colocar la pelota en su terreno.

Si usted pretendiese aprobar una ley que viola los derechos fundamentales de la mitad de la población, que se pasa por el forro de los huevones la presunción de inocencia o equivalente, y para ello precisa de cierto apoyo popular ¿Qué publicaría? ¿Una historia de maltrato atroz donde una pobre mujer sufre las peores vejaciones a manos de un demente? O por contra los millones de casos de mujeres felices que nunca han sido maltratadas o incluso son ellas las maltratadoras.

Pues de eso se trata. Ni más ni menos. Lo más sorprendente de este tema es que cosas tan obvias aún necesiten explicarse a estas alturas del partido.
 
Se me olvidaba, en cuanto al detalle reiterado de que es un "libro fantasma" o una obra que ya no se encuentra, no se apure que ya le doy yo una explicación. Es porque hay una conspiración de derechas para que estas cosas no se sepan. Porque bien es sabido que en España, la izquierda siempre ha encontrado una enorme resistencia para publicar sus pasquines o libelos. Y de hecho apenas encontramos alguno, más o menos sórdido o hiriente que este último.

Es por contra la propaganda derechista la que pulula a sus anchas y lo impregna todo hace décadas.

No es que la obra carezca a estas alturas de interés, igual no se fían del autor, o los hay mejores y más críticos incluso, no, es una conspiración reaccionaria. Ya se sabe, la clericalla, los caciques y la nobleza que son los que siguen gobernando en España desde hace un siglo al menos. ;)
 
La palabra "hombre de tonalidad" fue inventada por el equipo de doblaje de la serie "El príncipe de Bel Air" dada la dificultad de encontrar una palabra equivalente a "nigger". Se eligió porque en los años 1980 ese estilo, "bocata", "cubata", sonaba moderno y juvenil. Antes de eso nadie la había usado nunca.

Ver archivo adjunto 1913113

Naturalmente, dado que "nigger" en esa serie sólo se usaba por neցros y entre neցros, no tenía ningún matiz ofensivo (aparte de su total artificialidad). Me pregunto si, pese a esa concatenación de absurdos, en España decir "hombre de tonalidad" será delito. Posiblemente sí.

Por cierto, en Inglaterra la palabra "paki" ya es considerada un insulto racial punible. Si tienen ustedes alguna amiga o pariente llamada Francisca díganle que si viaja por allí tenga mucho cuidado.

El detalle es curioso y habría que explicárselo alguna vez a algún yanqui cuando acusan a los europeos, así en general, de esclavistas y genocidas.

Que en español, peninsular o americano, NO EXISTE o existía "curiosamente", ninguna palabra equivalente a "nigger" o "neցroe", que se pueda usar como insulto colectivo o particular contra una determinada raza.

De hecho hasta cuando se usa la palabra jovenlandés, que ahora muchos gilipishas evitan imitando a cierto tipo de anglo, hasta no hace mucho había que añadirle algún tipo de sufijo despectivo para que la palabra tome ese rumbo. Todo el mundo recuerda al "jovenlandésmierda" de Makinavaja, que siendo jovenlandés a secas no tendría gracia, o como para intentar insultar a cualquier de la religión del amor habría que usar palabras como "jovenlandesaco" o "morucho" porque a secas como digo la palabra el insulto no funciona.

Es más yo aún recuerdo, algo que hace años ya no escuchar, como muchas mujeres mayores, para halagar o adular a los niños pequeños se referían a ellos como "reina jovenlandesa" o "rey jovenlandés" ¿Eso quiere decir que los españoles amamos a los jovenlandés o somos la mar de tolerantes con el Islam? NO, simplemente que el racismo en España es algo impuesto, que la tradición católica no va en esa dirección, nunca lo ha hecho y que no existe en la cultura tradicional española una obsesión con la sangre o la raza como en otras.

Pero claro esto se lo explicas a un inglés y se piensa que es una especie de "leyenda rosa" que te has inventado porque ellos aún a estas alturas tienen que meter a los neցros en sus series o pelis con calzador para intentar conjurar sus propios demonios, que son suyos y de nadie más, aunque muchos españolitos colonizados últimamente los hayan asumido o importado.
 

Y de quien me tengo que fiar de ti o del forero de más arriba que dice justamente lo contrario.
 
Hace poco abrieron un hilo parecido, preguntando por la existencia y alcance del derecho de pernada. Tendemos a fabular, exagerar o idealizar y el mundo rural es víctima secular de estas licencias literarias. Durante la república publicaron un documental "based on a true story" sobre las Urdes que uno lo ve ahora y directamente le da la risa.




Estas situaciones terribles -quiero decir, la parte real- normalmente se interpretan en cable política y de lucha de clases. No las niego al 100% pero no fueron las únicas en contribuir al desaguisado. Por ejemplo, aquellos eran tiempos de gran atraso cultural, científico, médico y tecnológico y la endogamia era un problema mas extendido en el mundo rural.


Abuso en cuyo nombre el pueblo español habrá rezado 4 legislaturas chochiatas de penitencia.
 
Lo que cuenta es real, no lo cuenta con ánimo de protesta, sino de mostrar un atraso que existía. El propio Delibes era cazador, ruralista y conservador.

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Ahora bien, Los Santos Inocentes no muestra la España rural, muestra cierta España rural existente en zonas de Extremadura, Andalucía y La Mancha, en la que en grandes propiedades trabajaba gente muy humilde para los señoritos a cambio de muy poco.

La propia España rural de la que Delibes se mostraba orgulloso (Castilla la Vieja) tenía poco que ver con la que muestra en Los Santos Inocentes. De hecho ese tipo de regímenes continúan, en el que un rico de ciudad tiene una finca que le suele cuidar una familia de gente humilde que vive en la propiedad, conozco varios casos. No se debe a la "maldad de los ricos" sino a como tienen que funcionar estas fincas, tiene que haber siempre alguien controlando la caza, cuidando la casa, etc.







Pienso que si que hay una suerte de autofustigamiento muy típica del español pero no el grado de endofobia que se le achaca, lo que si es cierto es que tanto la novela como la película encanta a los gente de izquierdas porque sirve para sobredimensionar la idea de España que quieren mostrar. Porque a los gente de izquierdas en el fondo les encantaría que toda España fuera como lo de los Santos Inocentes, porque desean redimirla y reconstruir a su manera.

Curiosamente ya en los años 60 se publicó una novela infinitamente mas endófoba y decadente como es Tiempo de Silencio, que hasta donde yo se, en poco se vio afectada por la censura franquista (mas en temas sensuales y pacatos que en lo decadente o político).




Entiendo que si, el problema es que históricamente no se daban tanto ese tipo de fincas, ya lo he dicho, por el tipo de terreno. En el Sur de España tiene que haber grandes fincas, porque prima el monocultivo o la ganadería intensiva. No es que los españoles sureños sean peores como insinua algún forero, es que no tiene sentido por ejemplo ser propietario de una hectárea de algarrobos, tiene sentido ser propietarios de una enorme finca en la que puedas por ejemplo tener miles de cerdos (una dehesa) y en esas fincas además cazar.

Y esas enormes propiedades muy aptas para la actividad cinegética están en el Sur de España: Jaen, Ciudad Real, Extremadura, etc. Por cierto, el que las cuida se llama guardés.
En sur de Palencia que es casi mas vieja que Castilla era así como lo cuenta, o es que crees que solo habían señoritos en el sur? Donde se dio menos eso fue en la Cornisa Cantábrica y en los Pirineos, y donde perduro el comunal.
 
Hace poco abrieron un hilo parecido, preguntando por la existencia y alcance del derecho de pernada. Tendemos a fabular, exagerar o idealizar y el mundo rural es víctima secular de estas licencias literarias. Durante la república publicaron un documental "based on a true story" sobre las Urdes que uno lo ve ahora y directamente le da la risa.




Estas situaciones terribles -quiero decir, la parte real- normalmente se interpretan en cable política y de lucha de clases. No las niego al 100% pero no fueron las únicas en contribuir al desaguisado. Por ejemplo, aquellos eran tiempos de gran atraso cultural, científico, médico y tecnológico y la endogamia era un problema mas extendido en el mundo rural.



Abuso en cuyo nombre el pueblo español habrá rezado 4 legislaturas chochiatas de penitencia.

Lo de las Hurdes era cretinismo no endogamia. Y un poco antes hicieron otro con motivo de la visita del rey y es parecido
 
Lo de las Hurdes era cretinismo no endogamia. Y un poco antes hicieron otro con motivo de la visita del rey y es parecido

Es la 2ª vez que haces referencia al documental así que lo busco y enlazo:



En 10:45 dicen cruzarse con dos pastorcillos "el mayor de los cuales tiene 26 años". A mí me parecen dos niños. En 15:35 habla de adultos de 70cms (sic) debido al raquitismo. Ehhh ... no.


No obstante, de la presencia de los pilos se derivaba también otro factor favorable para los hurdanos: la renovación de la sangre en medio de una sociedad en la que reinaba una mayúscula y enfermiza endogamia.

Siendo cerca de 8,000 habitantes aislados en pequeñas alquerías, entiendo que la endogamia era un problema sí o sí. También padecían tuberculosis, cretinismo y paludismo. No sé si su majestad intentó ayudarles con su problema genético -o si desistió para no empeorar la cosa- pero es bien conocido que Alfonso XIII dejaba su semillita por donde pasaba.
 
Es la 2ª vez que haces referencia al documental así que lo busco y enlazo:



En 10:45 dicen cruzarse con dos pastorcillos "el mayor de los cuales tiene 26 años". A mí me parecen dos niños. En 15:35 habla de adultos de 70cms (sic) debido al raquitismo. Ehhh ... no.




Siendo cerca de 8,000 habitantes aislados en pequeñas alquerías, entiendo que la endogamia era un problema sí o sí. También padecían tuberculosis, cretinismo y paludismo. No sé si su majestad intentó ayudarles con su problema genético -o si desistió para no empeorar la cosa- pero es bien conocido que Alfonso XIII dejaba su semillita por donde pasaba.

Tengo une seguidore? Y yo con estos pelosss!
 
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